Venecia no necesita tarjeta de presentación. La maravillosa ciudad del noreste de Italia ya no puede soportar tanta masificación. La invasión turística ha llevado a sus autoridades a plantearse una tasa de entrada para frenar el turismo, al menos, sin pernoctación. Desde luego, no se puede ser tan bella.
Su particularidad geográfica, su historia milenaria y su riquísimo patrimonio artístico y monumental, hacen de Venecia una de las ciudades más hermosas y visitadas del mundo. Romántica, singular, increíble, espectacular… La ciudad de los canales es visitada, anualmente, por casi 30 millones de turistas.
Los visitantes recorren sin cesar, cada día, sus puentes más emblemáticos. El Puente de Rialto es el más antiguo de los cuatro que cruzan el Gran Canal. Con aspecto de 'V invertida', posee una altura de siete metros y medio, ya que en su tiempo debía permitir el paso de los navíos mercantes.
A lo largo de los siglos, Venecia se especializó en la navegación y desarrolló un gran poder marítimo que le permitió dominar el comercio mediterráneo. Su ubicación, en la encrucijada de grandes imperios, le proporcionó el dominio del comercio con China e India. Su fama tiene muchos siglos de antigüedad.
En góndola y vaporetto
La ciudad está construida sobre un archipiélago de 118 pequeñas islas, unidas entre sí por 455 puentes. Sus únicos medios de transportes son las góndolas y el vaporetto. La idílica imagen del gondolero "romántico y cantarín" es una curiosa realidad.
Frecuentemente, los turistas disfrutan de sus silbidos de aviso y las rápidas charlas entre colegas, de góndola a góndola. En el interior de esta original ciudad, no hay vehículos de cuatro ruedas. El lujo de caminar por Venecia es una obligación. Sus canales componen un gran entramado de vías acuáticas que, a modo de calles, parten del Gran Canal.
Desde su fundación, en el siglo V, la ciudad sufre inundaciones periódicas. En primavera y otoño, la marea alta cubre, dos veces al día, la maravillosa Plaza de San Marcos.
Plaza de San Marcos
Es el lugar más bajo de Venecia y, por lo tanto, la primera zona en inundarse. Las autoridades suelen colocar pasarelas para facilitar el tránsito de los viandantes. En la inmensa Plaza, definida por Napoleón como "el salón más bello de Europa", se encuentran los edificios más emblemáticos de la ciudad.
La Basílica de San Marcos impresiona por dentro y por fuera. La originalidad de sus pequeños azulejos exteriores y sus famosos caballos, instalados sobre la azotea, son una réplica perfecta de los traídos del hipódromo de Constantinopla. Los originales, de bronce bañado en oro, forman parte del botín obtenido en la Cuarta Cruzada y se encuentran en el museo del interior de la basílica.
Al acceder al templo sorprende el resplandor de su cúpula principal. Los mosaicos dorados de la Cúpula de la Ascensión datan de principios de siglo XIII y representan escenas del Nuevo Testamento; los del atrio, con sus teselas de cristal y pan de oro, relatan escenas del Antiguo testamento. Impactan las cuatro columnas de alabastro y mármol que sostienen el altar, bajo el que reposan los restos del santo.
También, el Tesoro bizantino de oro y plata procede el saqueo de Constantinopla. Y para mayor asombro del visitante, es necesario acercarse a la Pala de Oro, un retablo de piedras preciosas realizado por orfebres medievales.
Entre los edificios que componen la gran Piazza se encuentra también, el Palacio Ducal, la residencia del Dogo. La ciudad estaba gobernada por una especie de monarquía electiva. El Dux o Dogo, en unión con otros órganos de gobierno, dirigía la vida de la ciudad y sus posesiones. Desde este Palacio, 120 dogos gobernaron el país durante casi mil años.
La mansión de gobierno comenzó su historia como castillo fortificado en el siglo IX pero, después de un devastador incendio, tuvo que ser reconstruido y se utilizó como fortaleza y prisión. En el siglo XVIIl el propio Casanova escapó del calabozo por los tejados del palacio.
Probablemente, antes, habría atravesado el famoso "Puente de los Suspiros", que une el Palacio Ducal con la Prisión de la Inquisición. Dicen que su nombre proviene de los presos que lo atravesaban al perder su libertad.
La arquitectura del Palacio Ducal mezcla diferentes estilos y en su interior se exhiben pinturas de Tizziano, Tintoretto y Bellini. La Scala d´Oro (la escalera dorada) conduce a la segunda planta ocupada por las estancias en las que residían los Dogos.
Las decisiones o avisos emitidos por aquel antiguo gobierno veneciano tenían un portavoz muy eficaz: el Campanile. Posee cinco campanas con diferentes sonidos y funciones, la más pequeña anunciaba las condenas a muerte. Pero, notas luctuosas o avisos aparte, el Campanile ofrece las mejores vistas de toda la "laguna veneciana". Un espectáculo mágico que, en los días claros, hace posible contemplar incluso Murano, la isla del cristal.
La visión de Venecia, desde el punto más alto o el más bajo de la ciudad, resulta mágica. Perderse por sus calles, acercarse al mercado, deambular por sus puentes y navegar por sus canales. Observar sus palacios, desde el vaporetto o el cómodo asiento de una góndola.
Comprobar cómo algunos de los magníficos edificios ha envejecido demasiado y resultan decadentes, consumidos en la añoranza de tiempos de lujo y esplendor. La "Sereníssima" necesita recuperar un poco de calma.