Si eres atrevido, te gustan los paisajes del norte de España y aún no conoces la Costa da Morte (o bien quieres volver a alguno de sus parajes), te proponemos una aventura de 200 kilómetros repartidos en por ocho de las ciudades que inundan de magia a esta zona de Galicia, desde Malpica a Cabo Finisterre. En este vasto recorrido nos toparemos y saldrán a nuestro encuentro playas, dunas, ríos, acantilados, bosques, estuarios con una gran cantidad de aves, puestas de sol, y lo que hoy son los protagonistas: los faros.
Faro de Punta Nariga, en Malpica
El entorno de Punta Nariga es simplemente mágico. Llegaremos al faro tras pasar por el Puerto de Malpica para llegar a la Playa de Niñóns después de recorrer 22 kilómetros de terreno irregular. Al llegar al faro, vemos la construcción de César Portela, inaugurada en 1997, que simula la proa de un barco introduciéndose en el mar. Tiene una altura de 50 metros y un alcance de 35 kilómetros o 22 millas. Es el faro más pequeño, pero uno de los más bonitos, estampado naturalmente con la nostalgia que desprende el mar y sus parajes aledaños.
Faro Roncudo
Recibe este nombre por el ronco ruido que hace el mar tras romper contra los acantilados. El paraje agreste y vasto se reduce visualmente al faro, construido en 1920 y con una altura de 11 metros. Desde el faro podremos contemplar la Ría de Corme y Laxe, aunque lo que más nos asombrará es conocer el nombre que tienen algunas de las piedras que rodean al faro y que provienen del nombre de barcos que allí se hundieron.
Faro Laxe
A este faro le acompaña la negra leyenda de que en sus proximidades se hundió el barco Playa de Arnela. Cerca del faro podemos ver la escultura de bronce A Espera, un homenaje a todos los hombres del mar y a sus mujeres, que esperan impacientes su llegada a puerto. Este faro es casi idéntico al de Roncudo, un cilindro recubierto de azulejos blancos.
Faro Vilán, el más majestuoso de todos
Este faro se adentra en el mar sobre un promontorio rocoso de 100 metros de altura. Llegar hasta aquí llenará nuestra alma de satisfacción y nuestro móvil de unas fotografías únicas, las vistas son preciosas. lE peñasco de Vilán de Fora, separado de la tierra por el paso O Bufardo como en constante lucha por unirse al faro, nos abrazará con su señorío.
Faro de Muxía
Lo verdaeramente bello no es el faro en sí, sino el entorno donde se erigió, cerca del santuario da Virxe da Barca y a Pedra de Abalar. El faro se diseñó a principios del siglo XX como una señal de tercer orden, que marcaría la entrada a la ría de Camariña y tiene una altura de 11 metros y un alcance de casi 10 kilómetros o 6 millas.
Faro de Touriñán
Con una altura de 8 metros, está unido a la vivienda de los fareros y alcanzaba las 10 millas o 16 kilómetros en su edificación original; actualmente, tiene 11 metros y un alcance de 32 kilómetros. Bordear el cabo a través del sendero nos ofrecerá unas vistas gloriosas de los acantilados de Gaivoteira.
Faro Fisterra, iluminando 50 kilómetros
El Faro de Fisterra, de primer orden, fue construido en 1853 para señalizar este punto geográfico clave en la navegación. La torre octogonal de cantería mide 17 metros y su linterna, situada a 138 metros sobre el nivel del mar, alcanza más de 30 millas o 50 kilómetros.
La constante niebla del invierno propició que se le añadiera un edificio anexo con una sirena en 1889, la Vaca de Fisterra, para avisar a los navegantes del peligro existente.
Llegamos a Finis Terrae, el fin del mundo, como lo conocían en la antigüedad, un enclave encierra decenas de leyendas y que supone el fin de esta ruta, pero también el fin del Camino de Santiago.