En pleno siglo XXI y con las últimas vanguardias tecnológicas y culturales azotándonos por doquier, quedan rincones en el mundo que rinden culto a lo tradicional y a lo ancestral, y aunque ya los molinos de viento de esta ruta han quedado como un reclamo museístico, merece mucho la pena recorrer unos parajes que tienen su encanto.
Mota del Cuervo, el balcón de la Mancha
Una imagen que prevalece en Mota del Cuervo sobre el resto es el conjunto de molinos de viento que sobre el cerro vigilan la llanura y que merecen paseo, visita y atención aparte.
Mota del Cuervo es conocida como El balcón de La Mancha por su situación sobre una loma y sus molinos que se yerguen sobre el cerro. En esta villa cervantina es posible ver de cerca e in situ cada sábado por la mañana, siempre y cuando el viento sea favorable, una molienda tradicional en la que el Molino “El Gigante” vuelve a moler trigo para convertirlo en harina y recordar así su antigua función.
Pero Mota del Cuervo es mucho más, es cruce de caminos, lugar de artesanía, campos de agricultura, enclave histórico de señoríos… señas que se extienden por sus calles y plazas a modo de edificios o conjuntos que le dan a la visita un sabor inigualable y definen su identidad manchega.
En las construcciones civiles destacan el Hospital de los Pobres, del siglo XVI, la plaza del Mercado o del Coso, del siglo XV, que destaca por su ambivalencia de comercio y sede taurina de la localidad.
Consuegra, cabeza de la Mancha Alta Toledana
Consuegra constituye la cabeza de la Mancha Alta Toledana y es una de las más importantes poblaciones de la provincia de Toledo; Tito Livio, Plinio y Ptolomeo la citan en sus escritos con el nombre de Consaburum, aunque en el lugar hubo poblaciones más antiguas. La actual Consuegral se asienta probablemente sobre el castro romano; fue tomada por los árabes y reconquistada por Alfonso VI. Alfonso VIII la cedió a la Orden Hospitalaria de San Juan, convirtiéndose en cabeza de su Priorato.
Está dominada por el cerro Calderico en el que se alza una típica crestería manchega con los molinos de viento y el castillo de la Muela, desde donde se puede contemplar un bello panorama de la Mancha y una interesante perspectiva del conjunto urbano. Originalmente eran trece los molinos y en la actualidad hay restaurados doce. Los trece molinos con nombre propio extraído de la inmortal obra del Quijote, cuatro conservan en buen estado su maquinaria y entre todos destaca el Molino Sancho, del siglo XVI, se conserva en perfectas condiciones el mecanismo original para fabricar harina, y que se sigue utilizando en ocasiones especiales como en la Fiesta de la Rosa del Azafrán de Consuegra. En torno al Molino Sancho se celebran también las jornadas de la Molienda de la Paz y del Amor.
Cinco conservan el mecanismo completo y están en condiciones de trabajar, el ya mencionado Sancho y Rucio, Bolero, Espartero y Mochilas, todos ellos conservan los mecanismos originales. Los siete restantes en principio se dedicaron a museos.También podemos ver el llamado Caballero del verde gabán, donde se pueden observar diferentes ediciones del Quijote impresas en varios idiomas.
Campo de Criptana, inspiración de Cervantes
El paisaje de Criptana nos ofrece un rico contraste entre la elevación donde se sitúa el pueblo, y la marcada horizontalidad de la llanura manchega que lo rodea, surcada por el río Záncara, causante de los importantes complejos lagunares de la zona. Es la capital del Campo del mismo nombre, la actual población es la resultante de la unión de otras tres más pequeñas: Criptana, el Campo y Villajos.
Sin duda, el mayor atractivo de Criptana son sus molinos, situados en la sierra de la Paz; en la actualidad se conservan diez, en 1752 en el estudio del Marqués de la Ensenada se censaron treinta y cuatro en esta localidad. Estuvieron funcionando hasta los años 50 del siglo XX. Tres de ellos han sido declarados Bien de Interés Cultural por su antigüedad, datan del siglo XVI y conservan sus mecanismos originales que ponen en marcha todos los sábados: el Burleta, el Infante y el Sardinero. Los otros siete fueron construidos a partir de 1900: el Culebro alberga el museo de Sara Montiel, el Quimera está dedicado al poeta Vicente Huidobro, el Garcilaso alberga contenidos temáticos relacionados con la labranza, el Cariari con el cine, el Lagarto con la poesía y el Pilón con el vino.