Bahréin es considerado el país más pequeño del Golfo Pérsico, su mayor isla, con el mismo nombre, apenas tiene 55 kilómetros de largo y 18 kilómetros de ancho. Este pequeño reino siempre ha estado dormido a la sombra de las metrópolis turísticas de Dubái y Abu Dhabi, ahora los turistas están despertando al denominado “país de las perlas” gracias a la hospitalidad de la gente y el rico legado cultural. El país muestra orgullo por su historia: epicentro pasado perlífero del golfo y fue aquí donde se situó el mítico Dilmun, el posible jardín del Edén.
El primer destino del viaje a Bahréin es Manama, su capital. Dar un paseo por el tradicional zoco, con el toque típico y atractivo de los populares mercados árabes. Para hacerse una idea de la historia de este reino conviene entrar al Museo Nacional de Bahréin, cerca del centro de la ciudad y ubicado en un edificio de espectacular estructura. Tiene varias secciones y en ellas contiene piezas de gran valor, como las pertenecientes a los Dilmun, una de las primeras civilizaciones de la tierra y que albergó Bahréin.
También se puede visitar el Centro de Artesanía, donde se pueden ver creaciones en metales preciosos, vidrio, papel, bordados y tejidos. Pasear por las calles de la capital descubriendo las fachadas de las antiguas viviendas construidas con corales, barro y troncos de palmeras es un espectáculo maravilloso para nuestro sentido de la vista.
No hay que olvidar pasar por los templos religiosos: la Mezquita Khamis, una de las más antiguas del mundo árabe, edificada alrededor del año 692, se puede subir al minarete y disfrutar de una vista panorámica de la ciudad; la Mezquita Al Fateh posee la cúpula fabricada en fibra de vidrio más grande del mundo y su interior es espectacular; o el Beit Al-Qu’ran, un magnífico complejo compuesto por una mezquita, una biblioteca y un museo de manuscritos del Corán situado en la zona diplomática de la ciudad. Otros lugares importantes en la ciudad son el Centro de Arte Contemporáneo La Fontaine o la Galería de Arte Albarech.
Uno de los puntos de referencia más famosos del país insular, situado a pocos minutos de la capital, es Qala’at al-Bahrain. Se trata de un antiguo y hermoso fuerte completamente restaurado, que aunque el interior no está amoblado si se puede entrar gratuitamente. Al lado hay un museo dedicado al fuerte, donde se pueden ver muchos artefactos del fuerte, incluidos objetos del antiguo período de Dilmun.
En la Isla de Muharraq, localizada al norte de la capital ofrece unos paseos de ensueño: caminar por la calle Marek con tiendas de especias que invaden el ambiente con olores, colores y bullicio, pasando por el zoco hasta llegar hasta los palacios de los jeques Isa bin Ali y de Siyadi Beit, con una arquitectura clásica.
Para disfrutar del paraíso natural de Bahréin hay que subir hasta Jebel Al Dukhan, la montaña más alta del reino que recibe el nombre de” montaña de humo”. Además de disfrutar de unas vistas increíbles, también se puede practicar senderismo y visitar la gran cantidad de cuevas en la parte sur. También conviene visitar Al Areen Wildlige Park, un parque de vida salvaje que cuenta con gran cantidad de fauna y flora.
Otro de los lugares más turísticos y famosos de Bahréin es el “árbol de la vida”, un árbol de aproximadamente diez metros de altura con una antigüedad que ronda los 400 años. Pero realmente lo que lo hace especial es que está localizado en lo alto de una colina de arena en medio del desierto, sin acceso a ninguna fuente de agua. De ahí viene su nombre de “árbol de la vida”. Por otro lado, las mejores playas de Bahréin son privadas. Las más populares se encuentran en las islas Hawar, la costa de Zallaq o en la isla de Sitras, donde se combinan con jardines espectaculares.
El yogur local es un placer que le debemos complacer al sentido del gusto, al igual con el dulce tradicional Halwa. El plato típico del país es a base de arroz, verduras y carne o pescado. El plato más festivo es el Ghouzi, cordero asado relleno de pollo, huevos, arroz, cebolla y muchas especias. Otros platos populares son el Shawarma y el Falafel. Por su parte, el café y el té nunca fallan y se beben durante todo el día.