La República Federal Democrática de Etiopía está ubicada en el llamado cuerno de África, en la zona centro oriental del continente. Cuenta con dos temporadas de lluvia, pero éstas no deben ser un motivo disuasorio para que el turista vaya al país, ya que es el momento perfecto para disfrutar de la naturaleza por completo, como admirar la catarata del Nilo Azul en su punto álgido. Estas temporadas lluviosas oscilan entre los meses de enero a marzo y de junio a octubre.
Etiopía es el país donde las leyendas más descabellas podrían hacerse realidad: es la tierra del reino donde estaba la fuente de la eterna juventud, según un legendario rey cristiano. También es tierra de la reina de Saba, de la que descienden todos los emperadores etíopes. En este país se pueden encontrar pueblos que viven como en la prehistoria, castillos de estilo europeo, monasterios excavados en roca cuya única entrada es escalando verticales paredes, hasta el arca perdida de Indiana Jones, según cuenta la leyenda.
Este país del cuerno de África tiene atracciones para todos los gustos: tiene montañas que sobrepasan los 3.000 metros de altitud ideales para aquellos que les guste el senderismo, cuenta con el punto más bajo del continente africano, la depresión del Danakil, además de desiertos, cañones, extensas sabanas y largas y altas mesetas. También destaca por su extraordinaria historia: un país mayoritariamente cristiano y el único que se libró del colonialismo europeo, conservando así su propia identidad cultural.
La gran joya del país y uno de los grandes reclamos turísticos son las iglesias rupestres de Lalibela: excavadas por completo en roca y adornadas con pinturas que cobran vida cuando los sacerdotes entornan sus cánticos. La clave está en recorrer los rurales alrededores de Lalibela para descubrir varias de estas iglesias y monasterios. Por otra parte, las antiguas iglesias rupestres de Tigray y el paisaje que las rodea parecen sacados de un cuento. Estas iglesias fueron excavadas en acantilados o construidas en cuevas, con accesos realmente sorprendentes.
Para disfrutar por completo de la naturaleza conviene hacer senderismo por las montañas Simien, con profundos cañones y escarpados picos que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. Es una de las cordilleras más bonitas de África. Otros parajes naturales de los que disfrutar son: el valle del Omo, donde se encuentran diferentes culturas que viven al margen de la sociedad moderna, con numerosas ceremonias y rituales que resultan sorprendentes. En la zona se puede disfrutar desde secas llanuras y abiertas sabanas hasta bosques de alta montaña y lagos, como el Turkana, que está en la frontera con Kenia.
El descenso al infierno en Danakil es una experiencia viajera única: en territorio volcánico cuenta con un lago de lava permanente y una enorme extensión de rocas sulfúricas. Las altas temperaturas de la zona y la falta de infraestructuras lo convierten en un lugar de difícil acceso pero digno de vivir si lo que gusta es la aventura. La actividad natural que no debe faltar es llegar a las fuentes del Nilo Azul, con cataratas de hasta 42 metros de altura que forman enormes nubes de agua. Hacer un recorrido navegando por el lago Tana parando por los viejos monasterios y contemplar los murales y tesoros de los que están llenos es digno de ver.
La ciudad más fascinante del país para muchos es Harar, donde la religión prioritaria es el islam. Hay que recorrer sus callejones que se parecen más a Fez que a la ciudad africana. Toda la ciudad está amurallada con unos gruesos muros de cinco metros de altura que se conservan en perfecto estado. También destaca por el gran número de pequeñas mezquitas y santuarios que se pueden encontrar. Y como toda ciudad islámica, no se puede dejar de disfrutar del frenético ambiente de sus mercados.
Otra ciudad típicamente africana es Gondar, que destaca por su aire medieval y las leyendas que la envuelven. Aunque hoy en día predomina el ambiente africano, con casas de tejados de hojalata, sorprenden los muros de la ciudad imperial que fue en el pasado, encontrándose en ella media docena de palacios. Fuera de los muros hay lugares emblemáticos como los baños de Fasiladas, el complejo de Kuskuam y la iglesia de Debre Birhan Selassie. También destaca el recinto real, que alberga numerosos castillos y palacios en un recinto de unos 70.000 metros cuadrados.
Finalmente, sin olvidar la capital del país, Adís Abeba abre las puertas a un mundo antiguo y místico, en la que el tráfico es imposible y su belleza es difícil de apreciar. Pero contiene varios tesoros culturales: el Museo Nacional, el Museo de los Mártires del Terror Rojo, la Catedral y el Museo de San Jorge o la Catedral de la Santísima Trinidad.