Castilla y León es una Comunidad Autónoma que suele ser conocida como tierra de llanuras, extensos campos de trigo y otros cereales y poco atractivo turístico. Ocupa en torno al 20% de todo el territorio de la Península y en él se encuentran importantes y sorprendentes lugares merecedores de una visita. Cuenta con tres ciudades que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad, Ávila, Segovia y Salamanca, también cuenta con un tramo del Camino de Santiago que atraviesa de este a oeste tres de sus provincias: Burgos, Palencia y León. Además, también cuenta con otros lugares reconocidos por la UNESCO por su gran valor cultural, natural e histórico, como son Las Médulas en León, los yacimientos de Atapuerca en Burgos, el sitio arqueológico de arte rupestre de Siega verde en Salamanca y la Catedral de Burgos.

Su gastronomía abundante en Denominaciones de Origen es otro punto fuerte de la región. Las alubias, peras, quesos, terneras, cochinillos y lechazos, embutidos y vinos, entre otros productos, son los grandes protagonistas de la mesa. Pero si hay que destacar algún lugar en concreto de las tierras castellanoleonesas, son los siguientes:

Babia, en León: esta comarca situada al norte de León, tierras fronterizas con el Principado de Asturias, se conoce popularmente como los Alpes leoneses. Sus enormes y escarpadas montañas, 87 de ellas de más de 2.000 metros, son su gran atractivo ya que ofrecen unos espectaculares paisajes gracias a sus picos, los ríos que fluyen entre ellas y los lagos y lagunas que se forman. El cielo de Babia está declarado parque estelar, por eso es un lugar extraordinario para descubrir las constelaciones, pero para los amantes del senderismo, hacer rutas por la laguna de los verdes o por Peña Ubiña será una actividad encantadora.

Los Tuerces, en Palencia: esta región alberga una de las más sorprendentes erosiones kársticas del país. La erosión kárstica ha labrado una ruta mágica llena de impresionantes rocas con forma de tortugas, dinosaurios, barcos piratas y setas gigantes. El Mirador de Valdecabado, sobre el hayedo de Monte Ahedo, ofrece unas impresionantes vistas desde su balcón natural y además, es un lugar ideal para hacer parapente. Para contemplar galerías llenas de estalactitas conviene visitar la Cueva de los Franceses, y el Monasterio Santa María de Mave es una construcción que merece la pena ver, aunque no se conserva demasiado de él.

Las Cascadas de Burgos: en toda la provincia se encuentra un gran número de cascadas, estando generalmente las más espectaculares al norte, en las Merindades. De entre ellas destacan el salto del Nervión, en Berberana, en el límite de Castilla y León y País Vasco y cuenta con 222 metros de caída; la cascada de Orbaneja del Castillo cae por el centro del pueblo con el mismo nombre, además la arquitectura popular del pueblo otorga un encanto y una personalidad especial; y la cascada de las Pisas, situada entre el valle de Valdebezana y la Merindad de Valdeporres.

Puebla de Sanabria, en Zamora: es uno de los pueblos más bonitos de España por su belleza en cada piedra que forma el conjunto histórico. Este pueblo conserva un casco histórico medieval excelentemente conservado, con un aire señorial propio de su época de esplendor cuando fue sede de un notable poder militar, eclesiástico y político. Además, a pocos kilómetros se encuentra uno de los lagos más importantes de la región, el Lago de Sanabria, de origen glaciar e incluido dentro de Parque Natural. Son abundantes las rutas de senderismo por la zona, la más popular la que pasa por la Laguna de los Peces.

La Fuentona, en Soria: en la provincia de Soria se pueden encontrar numerosos pueblos con un gran encanto, como Calatañazor. El espacio natural protegido del Cañón del Río Lobos es uno de los principales destinos de la provincia y es que con una superficie de 10.000 hectáreas, ofrece unas rutas de senderismo sorprendentes por los paisajes que ofrece, fruto de la erosión y por su fauna y flora. La Fuentona es uno de los más bellos y paradisíacos parajes de Soria y es que esta laguna es el nacimiento del río Abión y ofrece unas aguas tan cristalinas que parecen no tener profundidad, pero que en realidad conectan con el río subterráneo.

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