Instalado en la Costa Azul, entre Francia e Italia, este territorio mínimo es uno de los centros mundiales del refinamiento. El Casino más famoso del mundo y su Gran Premio de Fórmula I son grandes iconos de Mónaco y la Casa Grimaldi su cara más visible. La monarquía monegasca ocupa el poder desde finales del siglo XIII cuando un genovés, Francesco Grimaldi, tomó la fortaleza disfrazado de monje y abrió las puertas para que entrara su grupo de seguidores. Así comenzaba la historia del Principado con la monarquía reinante más vieja de Europa, la misma que convirtió su territorio en país de lujo y destino vacacional de la aristocracia europea.

El Gran Casino de Montecarlo

En la segunda mitad del siglo XIX, Carlos III Grimaldi intentaba nutrir sus maltrechas arcas. Y lo consiguió. El fastuoso edificio fue construido por el arquitecto Charles Garnier, el creador de la Ópera de París. El Gran Casino está rodeado de jardines aunque, hasta sus puertas, se acercan también otro tipo de bellezas, coches de las más prestigiosas marcas como Mercedes, Ferrari o Rolls Royce. Y, una vez dentro, salones privados y súper-privados, hermosas salas de juego, de estilo barroco, y gran cantidad de pinturas y dorados. Su terraza posee unas increíbles vistas sobre el Mediterráneo.

El legendario Gran Casino de Montecarlo posee la gama de juegos más completa y prestigiosa de toda Europa. Además, el magnífico complejo dispone de varios restaurantes de renombre y es la sede de la Ópera, el Gran Teatro y los Ballets de Montecarlo. Es evidente que no se permite la entrada con pantalones cortos, chanclas ni calzado deportivo, pero tampoco con uniformes militares o religiosos. Y, un detalle más, los ciudadanos de Mónaco tienen prohibida la entrada a las salas de juego.

Al lado del Gran Casino abundan las tiendas de las grandes firmas mundiales de moda y el famoso Hotel de París.

Hotel de París Monte-Carlo

Un palacio imponente en medio de la plaza del Gran Casino. En sus suites se alojaron Sir Winston Churchill, Salvador Dalí, Frank Sinatra o Charles Chaplin y otras grandes estrellas del cine como Gary Grant, Rita Hayworth o Roger Moore.

Pero, también es uno de los más famosos templos de la gastronomía y es el mismísimo Alain Ducasse, el gran gurú de la cocina francesa, quien dirige su restaurante 3 estrellas Louis XV. Dispone de varios restaurantes más y de una de las bodegas más completas del mundo. En Le Grill, en la planta octava, el techo se abre para disfrutar de una cena bajo el cielo estrellado o un exquisito almuerzo al sol y ofrece una increíble panorámica sobre el Mediterráneo, el mar por el que circulan los enormes y lujosos yates.

Palacio de Justicia de Mónaco.

Puerto Hércules

Desde el puerto de Mónaco se contemplan las preciosas vistas de la bahía y la ciudad, que se alza sobre las laderas de las montañas. Recorrer el caso urbano es sinónimo de subir cuestas. Desde el mismo puerto, un buen tramo de empinadas escaleras llega hasta la parte vieja de Mónaco.

El Museo Oceanográfico

Es visita obligada del barrio antiguo y uno de los museos de fauna marina más reconocidos del mundo. Posee más de 6.000 especies y dispone de increíbles acuarios en los que habitan coloridos peces payaso o el temible pez piedra. La Sala de la Ballena encierra un esqueleto de 20 metros y el gabinete de las curiosidades ofrece tanto fósiles como objetos imposibles relacionados con el mar. Resulta magnífico por dentro y por fuera, puesto que se encuentra encima de un gran acantilado de 85 metros.

Palacio del Principado de Mónaco.

El Palacio del Principado

Aquella antigua fortaleza genovesa ha sufrido muchas modificaciones y ampliaciones desde el siglo XIII. En el siglo XVII se convierte en una suntuosa residencia y, aunque sufrió grandes saqueos, actualmente posee una gran cantidad de hermosos frescos, tapices, cuadros y muebles. El Palacio es la residencia oficial, y habitual, del Príncipe Alberto II y con su boda recuperó todo el esplendor de los tiempos de Grace Kelly. Por cierto, restos de Grace Kelly reposan, junto a los de su esposo Rainiero III, en la coqueta Catedral del Principado.

Frente a la frecuentada Plaza del Palacio, y de cara a la parte vieja de la ciudad, se abre una entrada monumental por la que se accede a la plaza central de la fortaleza. Su suelo está compuesto por tres millones de hermosos guijarros bicolores que forman dibujos geométricos. Este Patio de Honor posee una espectacular escalinata con forma de herradura y para la construcción de sus 30 peldaños se utilizó un mismo bloque de mármol de Carrara. La magnífica escalera, decorada con mosaicos venecianos, conduce directamente a la Galería de Hércules. También merecen una visita la Galería de los Cristales o la Sala del Trono. Puro boato.

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