Bremen es una ciudad vinculada a la actividad comercial de su puerto fluvial. El río Weser contempló el nacimiento de aquel núcleo urbano, sobre una colina, hace más de mil doscientos años. El gran símbolo de la ciudad es el héroe de una gran gesta y una conocida “canción” medieval. Pero, sin duda, el nombre de esta pequeña urbe alemana es famoso por “los músicos de Bremen”, los protagonistas de aquel cuento de los hermanos Grimm.
Marktplatz, Rolando y los músicos de Bremen
Un burro, un perro, un gato y un gallo. Cuatro viejos animales que huyeron del sacrificio y se unieron para recorrer el mundo, convertidos en músicos ambulantes. Ellos, los músicos de Bremen, quedaron inmortalizados en bronce a mediados del siglo pasado, en una estatua situada en Marktplatz. Se presentan uno sobre otro, como el cuento narra que se colocaron para espantar a unos bandidos. Ellos son una de las grandes atracciones de la ciudad. Las patas del burro aparecen descoloridas por el trajín, que le impone la tradición, de sujetarlas y pensar en un deseo.
Y, aunque no son los acordes de los músicos de Bremen, a partir de las doce se escuchan melodías marineras por el centro de la ciudad. El carillón de Böttcherstrasse pone música a al ir y venir de los transeúntes con sus treinta campanillas de porcelana. Mientras tanto, en el centro de la torre aparecen retratos de grandes navegantes, entre ellos Cristóbal Colón. Un espectáculo que siempre reúne a visitantes y curiosos.
Marktplatz posee muchos encantos más y un protagonista principal, el héroe medieval del poema épico El Cantar de Roldán. La famosa estatua de Rolando, símbolo de fe y valor, representa los derechos y privilegios de la ciudad. Cuenta la leyenda que Bremen será libre e independiente mientras la estatua esté en pie. De momento, la imagen de diez metros de altura lleva erguida desde 1404, aunque primero fue de madera y la actual está esculpida en piedra. Por si acaso, el Ayuntamiento custodia en sus sótanos una copia exacta para reemplazarla, inmediatamente, en caso de desastre.
La estatua de Rolando y el Ayuntamiento poseen el título de Patrimonio de la Humanidad. El edificio consistorial está considerado una obra maestra del renacimiento del norte de Alemania. Un ejemplo perfecto del gótico en ladrillo o gótico báltico. También su interior merece una visita para descubrir su Gran Sala, la sala dorada Güldenkammer o su hermosa escalera de caracol.
El antiguo Ayuntamiento y la estatua de Rolando se salvaron de la destrucción durante la Segunda Guerra Mundial, al igual que su imponente Catedral de San Pedro. Dom St. Petri, de estilo gótico, posee dos inmensas torres de 90 metros de altura, la estructura más alta de la ciudad. Al adentrarse en el templo sorprende su austeridad, apenas aparecen esculturas y su decoración es muy sobria, como suele suceder en las iglesias luteranas. La Catedral de Bremen es famosa por poseer cinco órganos, que aparecen distribuidos por distintas zonas del templo.
En la Marktplatz, el corazón de Bremen, se sitúa el Parlamento y también otros preciosos edificios más antiguos. La mansión de los mercaderes, el Schütting, fue levantado en el siglo XVI y la Rastkeller, una bodega del siglo XV, ofrece la posibilidad de paladear alguno de los 600 vinos que almacena.
Pasear por Bremen
Schnoor es un encantador barrio medieval con preciosas casitas de tejados puntiagudos y calles estrechas y adoquinadas. Las tiendas de artesanía y la Iglesia de San Juan, del siglo XIV, son visitas obligadas.
También merece la pena pasear por sus jardines como el de Bürgerpark, cerca del centro histórico, y acercarse a contemplar la Estación Central de Bremen. Ladrillo rojo, florituras en piedra y varias esculturas alegóricas le han valido para situarse entre las estaciones de tren más bonitas del mundo.
El Museo más importante de la ciudad es Kunsthalle, que contiene pinturas del siglo XVII y una gran colección de arte francés y holandés de los siglos XIX y XX. Pero, no es aconsejable partir de Bremen sin acercarse a su arteria vital, el río Weser.
En la desembocadura del Weser se encuentra el segundo puerto más importante de toda Alemania y uno de los más grandes de Europa. Allí, más cerca del mar, se asienta Bremerhaven, una localidad de cien mil habitantes en la que, desde hace dos décadas, comenzaron a levantarse casas de lujo, instalaciones culturales y zonas de ocio y restauración. Ahora, el antiguo puerto ha quedado dedicado a los pequeños cruceros que recorren el Weser, algunas embarcaciones de recreo y barcos reconvertidos en hoteles y restaurantes.
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