Tres villas forman los vértices del denominado triángulo del Alanza. Covarrubias, la “cuna de Castilla”, de nobleza medieval. Lerma, la villa del duque, más joven y cortesana. Y, la más monástica, Santo Domingo de Silos.
Tres municipios de Burgos con auténtico sabor castellano y rincones con una larga existencia. Tres lugares que comparten la vida de un río que decora los paisajes con barrancos estrechos y llanuras fértiles.
Covarrubias y el primer conde de Castilla
Covarrubias mantiene ese aspecto medieval que incita a pasear y descubrir sus rincones. El Archivo del Adelantado de Castilla, un edificio construido por el médico de Felipe II, luce el escudo real sobre el arco que da acceso al casco antiguo. La hermosa plaza del Ayuntamiento y las casitas blancas, decoradas con entramados de vigas de madera oscura, nos trasladan siglos atrás.
Fue la primera ciudad en obtener licencia de fortificación independiente del Reino de León, por obra del primer Conde de Castilla, Fernán González, y gracia del rey Ramiro II de León. En el siglo X, el Conde mandó construir una fortificación de defensa frente a los musulmanes. Su imponente torre milenaria posee una sola puerta, de arco mozárabe, situada a dos metros sobre el suelo. El interior alberga una extensa exposición de armas de asedio medievales, ropajes de soldados, espadas, lanzas, yelmos o escudos. El torreón se conoce también como la Torre de Doña Urraca. La joven infanta, descendiente de Fernán González, fue encarcelada en la torre por sus amoríos con un pastor.
Detrás del torreón aparece un hermoso templo gótico del siglo XV. La Colegiata de San Damián y San Cosme presume de un hermoso retablo barroco y un órgano del siglo XVII. En su museo se exhiben piezas de arte sacro, orfebrería, tablas de Berruguete y Van Eyck, y un extraordinario tríptico de la Adoración de los Reyes.
En el claustro se encuentra la tumba de una princesa noruega, la misma que aparece inmortalizada en una estatua frente a la Colegiata. La princesa Cristina llegó, en el siglo XIII, para casarse con Don Felipe, hermano de Alfonso X el Sabio. Muy cerca, un encantador paseo recorre las orillas del río Arlanza.
Lerma, villa ducal
Desde lo alto de un cerro, Lerma custodia la vega del río Arlanza. El municipio alcanzó su esplendor en el siglo XVII convertida en villa ducal. El Duque de Lerma fue el hombre más poderoso del reinado de Felipe III. Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, valido del rey, hizo de Lerma el lugar de recreo de la corte. Los reyes, nobles, cortesanos y personajes ilustres, como Lope de Vega o Góngora, se aposentaron en la villa durante largas temporadas para cazar, disfrutar de banquetes, grandes fiestas y, como no, tomar decisiones políticas.
Lerma es el mejor ejemplo de la arquitectura herreriana. Actualmente el Palacio Ducal es Parador Nacional. Fue construido aprovechando un castillo medieval y preside una de las plazas más grandes de España que, en época del duque, sirvió como coso taurino, mercado y corral de comedias. El edificio posee cuatro torres que tienen historia.
Durante la construcción, el Duque de Lerma envió una carta al rey pidiendo permiso para levantar dos torres. Cuando Felipe III llegó al palacio comprobó que su valido le había burlado y pidió explicaciones, puesto que solo los palacios reales podían disponer de cuatro torres. El duque respondió que como duque le correspondían dos, y para las otras dos el propio monarca había dado su consentimiento.
Originalmente, el complejo palaciego se completaba con hermosos jardines, fuentes, ermitas y palacetes en las orillas del río. En la Plaza de Santa Clara, además del monasterio, se encuentra el mejor lugar para contemplar la vega del Arlanza, el mirador de los Arcos. Al lado se sitúan la Colegiata de San Pedro y el Arco de la Cárcel, la única puerta de entrada que aún se conserva.
Santo Domingo de Silos, la pequeña villa monástica
A mediados del siglo XI, un monje riojano partía de San Millán de la Cogolla hacia Burgos, para reconstruir el monasterio. El nuevo Abad, después santo, levantó la iglesia románica y el claustro, y organizó el “scriptorium” (sala de copistas) que se convertiría en una de las bibliotecas más completas de toda la España medieval. El magnífico monasterio benedictino protege la gran joya del románico mundial, un doble claustro monacal con dobles columnas y relieves tallados.
La botica conserva una gran colección de tarros de Talavera y en el laboratorio se puede observar instrumental antiguo. El museo merece una visita, pero pocos olvidan acudir a alguna de la misas, en las que los monjes interpretan los famosos cantos gregorianos.
La villa mantiene sus calles estrechas y empedradas, y una Casona del siglo XV que alberga el Museo Sonidos del Mundo, además del Convento de San Francisco. El Arco de San Juan es el único acceso de la muralla que aún se conserva. Desde lo alto de la ermita de la Virgen del Camino se contemplan las mejores vistas. Y, para disfrutar de la naturaleza, nada mejor que acercarse a los Sabinares del Arlanza o recorrer las pasarelas del desfiladero de Yecla.
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