Montañas verdes que penetran hasta las playas de piedra y arena. Rocas y acantilados imponentes que se sumergen en el mar. Paisajes emocionantes y playas espectaculares. Pueblos pequeños y deliciosos con aroma a salitre. Y una banda sonora, de gaviotas chillonas, que identifica la cercanía de un Cantábrico indómito. El cine no podía prescindir de esas panorámicas.
Cudillero solo se ve desde dentro
Escondido en un recodo natural, entre colinas verdes, el pequeño municipio marinero resulta invisible desde el mar y la tierra. Las casas se apiñan sobre la pendiente formando un espectacular “anfiteatro” de tejados rojos, fachadas blancas y azules, amarillas, verdes o naranjas. Casitas que parecen superpuestas, al observarlas desde la Plaza de la Marina. Un espacio abierto al mar en el que reinan las terrazas de bares y restaurantes. Y una irresistible invitación al paseo por el puerto y el espigón.
Adentrarse en la villa es sinónimo de subir escaleras y pendientes. Perderse entre callejuelas estrechas y pasadizos, tropezar con rincones en los que asoman miradores y balcones de casitas de pescadores. Seguir la senda de peces azules, pintados en el suelo, conduce al visitante hasta lo más alto del municipio, obteniendo en cada etapa paisajes impresionantes. Miradores como El Picu o La Garita ofrecen las mejores vistas del faro, el puerto y la villa.
Las playas cercanas a Cudillero rezuman belleza salvaje. La del Silencio es una espléndida estampa. Rocas afiladas y acantilados conforman un semicírculo que resguarda la espectacular playa de cantos rodados y poca arena. La playa de la Concha de Artedo resulta mucho más accesible y dispone de servicios. La de San Pedro de la Ribera ofrece, en su parte alta, espacios verdes públicos y la de Gueirúa resulta ideal para la pesca submarina. Playas grandes y pequeñas, más o menos accesibles, indómitas o apacibles, se esconden por toda la costa de Cudillero. Muchas de ellas son visibles desde montes y acantilados.
La “muy noble y leal” villa de Llanes
Llanes es una magnífico plató cinematográfico. La película El Orfanato se rodó en el impresionante Palacio de Partarríu. Una preciosa mansión de arquitectura indiana construida a finales del siglo XIX y situada a las afueras de la localidad. Películas como Los jinetes del Alba o Mi nombre es sombra utilizaron el mismo escenario, el palacete de hermosos jardines y elegante torre.
La playa de Toró, accesible y urbana, y la playa de Torimbia, a la que se desciende por una pista o por alguno de los agrestes senderos de la montaña, fueron escenario de paseos y charlas en la película El abuelo. Montes verdes, acantilados, roca y el indomable Cantábrico. Naturaleza en estado puro. Llanes cuenta con treinta playas a lo largo de 56 kilómetros de línea costera. Decorados increíbles para todos los gustos.
La noble villa posee también un casco histórico de atractivo aire medieval. Casonas, palacios e iglesias se reparten por callejuelas encantadoras. La Basílica de Santa María del Conceyu, es uno de los escasos ejemplos del gótico en Asturias. Su retablo mayor, del siglo XVI, es plateresco y combina tallas en madera y pintura. El Palacio de los Gastañaga, levantado entre los siglos XIV y XV, es una antigua casa señorial situada muy cerca de la calle Mayor.
En la zona antigua aparece el torreón circular construido en el siglo XIII. Fue fortaleza defensiva y cárcel, actualmente alberga la oficina de turismo. Los restos de muralla, de la misma época, se conservan en distintos puntos del municipio, aunque el mejor lugar para disfrutar de ella es desde la playa del Sablón.
Lastres
La serie El doctor Mateo llevó a los telespectadores españoles a preguntarse por el lugar elegido para el rodaje. Fueron muchos los que comenzaron a enamorarse de los paisajes y el encanto de un pueblecito marinero típicamente asturiano. Bonitas casas tradicionales con balcones, galerías acristaladas y corredores de madera. Viviendas que se distribuyen entre calles estrechas y empinadas, escaleras y rincones que brindan panorámicas excepcionales. En la zona peatonal no faltan casonas y palacios como la Casona de Don Pedro Suarpérez o el Palacio de los Vallados, hoy convertido en hotel.
Entre las empinadas cuestas del barrio de los balleneros aparece, encajada, la diminuta capilla de la Virgen del Buen Suceso. Fue levantada en el siglo XVI y, aunque resulta imposible acceder, desde la celosía exterior puede verse el estandarte de la Cofradía de “Mareantes” y un retablo barroco policromado. En la zona más alta de Lastres se localiza la Iglesia de Santa María de Sábada. Construida en el siglo XVIII, presume de una torre cuadrada coronada con un bonita cúpula. El color blanco de la fachada y los tonos dorados de la piedra forman un hermoso contraste con el verde que la circunda.
Pero, la construcción más emblemática de Lastres es la Torre del Reloj. Aunque la inscripción indica que fue construida en el siglo XVIII, su origen se remonta al siglo XV y servía, originalmente, como torre vigía para el control del puerto. Y, es protagonista de excelentes postales.
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