Entre los territorios que formaban parte de la antigua República Democrática Alemana, en la parte este del Muro de Berlín, se encuentra una ciudad que suscita un gran interés turístico y esta es Dresde. Es aquí donde florece un gran patrimonio histórico y una gran belleza, tanto es así que hay quien la denomina ‘La Florencia del Elba’.
Parte de la historia de Dresde está marcada por la tragedia. Estos sucesivos episodios no solo se vivieron con los asedios de Prusia, las confrontaciones con Francia o los numerosos incendios que asolaron la ciudad, ya que sin duda uno de los más tristes fue en los albores de la Segunda Guerra Mundial en el fatídico bombardeo de Dresde.
Sucedió entre el 13 y el 15 de febrero de 1945 y fue llevado a cabo por las Fuerzas Aliadas. Este ataque llevó al centro histórico a los escombros cargándose la vida de cerca de 25.000 personas. Tras este espeluznante episodio se han rehabilitado y reconstruido algunos edificios emblemáticos, aunque algunos de ellos quedaron destruidos para siempre.
Separada por el río Elba, Dresde tiene dos partes bien diferenciadas: el Altstadt, el casco antiguo, y el Neustadt, la ciudad nueva. Es en la zona vieja donde se sitúa la mayoría de monumentos y edificios históricos. El monumento más conocido de la ciudad es la Frauenkirche, la Iglesia de Nuestra Señora, iglesia luterana de estilo barroco destruida durante el bombardeo de la II Guerra Mundial y reconstruida entre 1994 y 2005 como símbolo de reconciliación.
En su planta destaca su enorme cúpula con un observatorio y en el interior su inmaculado blanco y su enorme órgano. Otro templo religioso, pero esta vez de culto católico, es la Hofkirche, la Catedral de la Santísima Trinidad, que destaca por sus imponentes dimensiones, los adornos de las balaustradas exteriores y por ser el lugar donde descansan los cuerpos de los antiguos reyes y príncipes electores de Sajonia.
Junto a la Catedral de la Santísima Trinidad se encuentra la Semper Opera House, probablemente la ópera más famosa de Alemania cuyo primer edificio fue diseñado por Gottfried Semper en 1841 y reconstruido bajo el mismo diseño en 1985 tras su destrucción. Esta ópera fue el lugar donde se estrenaron obras de Wagner y Strauss y hoy en día es una de las óperas más reconocidas de Europa.
Al otro lado se encuentra el Zwinger, un antiguo palacio barroco donde hoy se sitúan importantes museos y colecciones de arte. La Gemäldegalerie Alte Meister es el museo más importante del palacio, una pinacoteca donde se encuentran las obras de artistas como Rafael, Tiziano, Rembrandt, Durero, Van Eyck, El Greco o Velázquez.
Cruzando el puente de Augustursbrücke se obtendrán unas vistas espectaculares del conjunto barroco de la ciudad. Este puente fue el primero que unió las dos orillas del río y en la ribera de la parte antigua de la ciudad se encuentra la figura Goldener Reiter, que representa a Federico Augusto I 'el Fuerte'.
Un lugar fantástico para pasear y tomar las mejores fotos de la ciudad es la Brühlsche Terrase, la Terraza de Brühl, un balcón sobre el río Elba al que se puede acceder a través de unas gigantes escalinatas. A sus espaldas se encuentra el edificio de la Academia de las Artes, edificio típico del skyline de Dresde.
Otra parada importante en un recorrido por Dresde es Fürstenzug, el Mosaico del Desfile de los Príncipes, un mural en plena calle de 101 metros de largo que fue realizado por Wilhelm Walther entre 1872 y 1876. En este mural se representa la historia de la Casa de Wettin a través de más de 24.000 azulejos que dan forma a casi 100 personajes que aparecen en el conjunto.
En Altstadt también se encuentran otras importantes edificaciones como el Residenzschloss, el Palacio Real y antigua residencia de los príncipes electores y reyes de Sajonia. Se encuentra muy cerca del Zwinger y alberga la famosa Grünes Gewölbe con auténticos tesoros de la Casa Wettin.
En cuanto a sus templos religiosos destacan la iglesia barroca Kreuzkirche, conocida por su coro, y la Neue Synagoge, una nueva sinagoga judía que se levantó en 2001 tras haber sido destruida en la Noche de los Cristales Rotos. También sorprende el Museo Albertinum donde se pueden contemplar esculturas de arte moderno.
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