Lugares ancestralmente mágicos, repletos de belleza. Naturaleza frondosa y enigmática que esconde leyendas de seres mitológicos y criaturas de cuento. La Selva navarra de Irati es ese hábitat de bosques infinitos, silencio profundo y sonidos sorprendentes.

La selva navarra

En pleno Pirineo, entre los valles navarros de Aezkoa y Salazar, la naturaleza es la dueña de un inmenso espacio. Un territorio mágico en el que, según la leyenda, reina un ser de gran altura, larga cabellera y fuerza y agilidad sobrenaturales. Basajaun, el gran señor de los bosques en la mitología vasca, es el protector de la naturaleza y los rebaños. Un territorio natural de hayas que conviven con tilos, avellanos, sauces, boj, arces, líquenes, musgo y robles solitarios, el árbol sagrado y mayoritario en tiempos pasados. Un paraíso vigilado por árboles que se alzan infinitos hacia el cielo.

La entrada por Orbaizeta

El municipio de Orbaizeta es una de las puertas de acceso a la inmensa Selva de Irati, en la que también aparecen vestigios humanos de diversas épocas. Los restos de una antigua construcción, de finales del siglo XVIII, irrumpen en el extraordinario paisaje.

Construida en estos parajes montañosos, en los tiempos de Carlos III, la Real Fábrica de Municiones de Orbaizeta se edificó sobre una ferrería medieval a apenas cinco kilómetros de la frontera con Francia, el enemigo. Un enclave idóneo, cercano a una mina de hierro, rodeado de bosques de los que extraer madera y junto al río, en un desfiladero, para disponer de agua. Continúan en pie la iglesia, las viviendas de los trabajadores, las galerías abovedadas sobre el río y la casa-palacio de los jefes, recuperada como Centro de Interpretación de los bosques.

A pocos kilómetros de Orbaizeta, en un maravilloso y ancestral entorno natural, se encuentran los megalitos de Azpegi. Una imponente Estación Megalítica. Una enorme pradera por la que se reparten una buena cantidad del dólmenes y crómlech. Un impresionante yacimiento prehistórico que pudo estar vinculado a reuniones y ritos funerarios.

La Selva navarra de Irati es el segundo hayedo mejor conservado y más extenso de Europa, por detrás de la Selva Negra alemana. Los senderos señalizados recorren bosques espesos con infinidad de árboles, cascadas, sierras, valles, montañas y embalses. El embalse de Irabia se encuentra en el corazón de la selva. Una zona de fácil acceso situada entre bosques de hayedos centenarios. El pantano, construido en 1922, genera electricidad y regula el caudal del río Irati. Es un fantástico punto de partida para recorrer algunas de las impresionantes rutas de la Selva de Irati que también se inician en Ochagavía (Otsagabia).

Ochagavía, la otra puerta de acceso

Es uno de los pueblos más bonitos del Pirineo navarro y el lugar en el que se ubica el Centro de Interpretación de la Selva de Irati. Está situado en el Valle de Salazar, en la confluencia de los ríos Zatoia y Anduña. Hermosos puentes salvan ambos ríos y permiten pasar de un lado a otro del municipio. Pero, sin duda, el más emblemático es el antiguo puente medieval de piedra, maravillosamente conservado, que supera el cauce del río Anduña. Es la postal más conocida del municipio navarro, rodeado por altas cumbres cubiertas de hayas y pinos.

En las márgenes del Anduña se alzan caseríos de piedra con grandes portones y balcones repletos de flores. Las callejuelas estrechas y empedradas relatan viejas historias. Un laberinto de piedra que serpentea entre caseríos blasonados, de los siglos XVIII y XIX, y palacios medievales como los de Urrutia, Uriarte o Donamaría. El ascenso por las calles peatonales hacia el interior de Ochagavía lleva hasta el punto más alto, en el que se asienta la Iglesia de San Juan Bautista. Aunque su construcción está fechada entre los siglos XVI y XVII cuenta con restos del siglo XIII. En el interior se conservan tres bellos retablos renacentistas, piezas de orfebrería, pinturas y un hermoso coro con catorce sillas.

El Santuario de Nuestra Señora de Muskilda es una ermita románica del siglo XII restaurada durante el siglo XVII. Está situada en la cima del Monte de Muskilda y posee una curiosa torre cubierta por un tejado cónico. Una muralla rodea el recinto en el que, además de la ermita, se encuentran la casa del ermitaño y la del capellán. Otra de las ermitas más visitadas de la localidad navarra es la de Nuestra Señora de Las Nieves, una construcción moderna en la que llaman la atención sus pinturas exteriores. El pequeño templo está situado en un claro y es un buen punto de inicio para recorrer algunas de las rutas que se adentran en la magnífica Selva de Irati.

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