Brasov es una de las ciudades más visitadas de Rumanía, también una de las más históricas y fascinantes. En las tierras de Drácula, está rodeada del misterio y la leyenda que caracteriza a todo el territorio de Transilvania. El legado medieval y barroco perfectamente conservado es lo que ha permitido que la ciudad haya sido escogida como escenario para rodar numerosas películas de época.
Está situada en el centro del país, a unos 166 kilómetros de Bucarest y 264 de Cluj-Napona. Además, es una opción perfecta para realizar cualquier tipo de vacaciones, ya que está cerca de los monasterios de Moldavia del norte, de los balnearios del Mar Negro, de la región de Maramures con sus iglesias centenarias de madera o de la estación de esquí de Poiana Brasov.
Atendiendo al patrimonio de la ciudad, la Iglesia Negra es probablemente la atracción más importante por su llamativo y delicado interior, además de su exterior. Fue construida en el siglo XIV bajo el estilo gótico y su calificativo de “negra” fue adquirido tras el devastador incendio que sufrió en el siglo XVII. Además, cuenta con un órgano de 4.000 tubos que celebra recitales tres veces por semana.
La plaza del Ayuntamiento, Piata Sfatului, permitirá disfrutar de la esencia de Brasov. En ella se pueden admirar impresionantes edificios de estilo barroco con sus fachadas muy decoradas y es un lugar hermoso donde disfrutar en una terraza el ambiente medieval que se respira y de las vistas de la torre del antiguo ayuntamiento. Uno de los edificios más destacados de la plaza es la Casa del Consejo, construida en el siglo XIV con una curiosa mezcla de arquitectura gótica, renacentista y barroca. En la actualidad alberga el Museo Histórico de Brasov, donde se ofrece una colección arqueológica curiosa, pero que en la antigüedad era el edificio en el que se tomaban las decisiones más importantes de Transilvania.
El barrio de Schei es la zona más antigua de Brasov y sorprende por su laberinto de callejuelas estrechas y edificios de época, como la Catedral Ortodoxa de San Nicolás, la primera que se construyó en Transilvania y donde se encuentra una colección de frescos pintados por Misu Popp, un importante artista rumano del siglo XIX, además de la Iglesia de la Santísima Trinidad o el Primer Museo de la Escuela de Rumanía, donde se encuentra la primera Biblia rumana.
Las murallas y fortificaciones son otra de las señas de identidad de Brasov. Se construyeron desde el siglo XIV y hasta mediados del XVII para defenderse de los sucesivos ataques provenientes de los sajones, mongoles o turcos. Hoy en día se encuentran en muy buen estado de conservación, de ahí la existencia de la ruta que recorre los principales rincones, tales como la Puerta de Santa Catalina, el Bastión de los Herreros, el de los Tejedores y el de los Cordeleros. Una actividad que encantará a cualquiera es visitarlo en la noche, ya que las murallas estarán iluminadas y permitirán una vista increíble de la ciudad.
Brasov se encuentra a pies de la Montaña de Tampa que alcanza los 1.000 metros de altura. El ascenso a esta montaña dura alrededor de una hora, pero también existe la posibilidad de hacerlo tomando el teleférico desde el centro de la ciudad. Desde la cima se ofrecen unas vistas espectaculares del entorno que no dejarán a nadie indiferente.
Además de los templos religiosos expuestos anteriormente, también destacan otros, como la Catedral católica de San Pedro y San Pablo, de estilo barroco y construida sobre los resquicios de una antigua iglesia de los dominicos; la Iglesia de San Bartolomé, considerada como el monumento arquitectónico más antiguo de Brasov con rasgos romanos y góticos; o el Monasterio frasciscano, construido por los luteranos en 1725 sobre las ruinas de un antiguo edificio que fue destruido por el fuego.
Entre los museos de la ciudad, cabe resaltar el Museo de Arte, uno de los más interesantes por las obras de hasta el siglo XVIII; el Museo Etnográfico, donde se exhiben joyas de plata hechas a mano en el siglo XVI, abrigos de piel y otros trajes populares; y el Museo del Memorial Muresenilor, consagrado a las donaciones de la familia Muresenilor, fundadora de un periódico político, la Gaceta de Transilvania.
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