Los pájaros han inspirado cuentos, poemas, películas y canciones. Sus idas y venidas anuncian el ciclo de las estaciones. Son un gran indicador de la salud del planeta. Su supervivencia obliga a proteger sus hábitats naturales.
Parques y Reservas Naturales amparan la vida de un buen número de aves. La belleza de su plumaje y sus vuelos cautivan a los observadores y su canto alegra la vida de los paisajes. El ornito-turismo no se puede buscar en el diccionario, no existe; sin embargo, es una magnífica opción para viajar. Las Hoces del Duratón con sus rapaces, las Lagunas de Villafáfila y sus avutardas o las marismas del Guadalquivir prometen experiencias llenas de vida. Destinos para disfrutar de vuelos con hermoso plumaje. Turismo con cámara y prismáticos.
Las Hoces del Duratón
El afluente del Duero, a su paso por la localidad segoviana de Sepúlveda, queda encerrado entre altísimas paredes de roca que alcanzan los cien metros. Un hermoso y sinuoso recorrido desde la localidad y a lo lago de más de 27 kilómetros. El Duraron fluye, abajo, en el interior de la gran garganta pétrea, mientras en lo alto de los acantilados anidan más de doscientas parejas de buitres leonados, una de las colonias más grandes de Europa. Alimoche, águila real, halcón peregrino, cernícalo y búho real comparten los acantilados con otras rapaces como el águila cazadoras, el azor, el milano negro y distintas especies de aviones, lavanderas, ruiseñores y aves más pequeñas que anidan en los altos parajes. Un impresionante espacio para la observación de aves esteparias, migratorias y acuáticas.
El Parque Natural de las Hoces del Duratón resulta impresionante por el avistamiento de cientos de aves pero, también por otras riquezas. Galerías subterráneas, grutas y cuevas, entre las que aparecen algunas con grabados de la Edad de Bronce, conforman un imponente paisaje.
En un espectacular espolón rocoso, rodeado de precipicios, se alza una magnífica construcción románica. La ermita de San Frutos, del siglo XII, ofrece las mejores vistas del entorno. Muy cerca, en su cementerio, se conservan varias tumbas antropomorfas, y una rústica escalera tallada en la roca desciende hasta un pequeño río.
Las Lagunas de Villafáfila
El espacio protegido situado en Zamora está declarado zona de especial Protección para las Aves. El conjunto de humedales y pastizales húmedos es el más importantes de la zona norte de la península. Una de las aves más emblemáticas, de estas lagunas, es la avutarda. Pesada y de plumaje pardo, suele desplazarse caminando puesto que con su peso resulta difícil volar. El macho puede pesar hasta 18 kilos. En la zona habitan cerca de dos mil ejemplares, la mayor población mundial. Durante los meses de marzo y abril se puede contemplar su espectacular cortejo.
Las tres lagunas de Villafáfila, y los pequeños humedales, se sitúan en Tierra de Campos. Un lugar ideal para practicar el “birdwatching”, o avistamiento de pájaros, por la multitudinaria presencia de aves acuáticas. Anualmente, miles de gansos, ánades reales, patos cuchara y centenares de grullas ocupan este paisaje llano. La Reserva de Villafáfila posee también unas hermosas construcciones que resultaron muy provechosas para la comarca, lo palomares. Los más tradicionales están construidos en paja y barro, un confortable refugio para las palomas que anidan en ellos.
Las marismas del Guadalquivir
Andalucía mantiene su propio edén. El Parque Nacional de Doñana es Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Huelva, Sevilla y Cádiz comparten una joya natural en Doñana. El Parque es uno de los Humedales más importantes del Viejo Continente. Es zona de paso, pero también de cría y estancia temporal de más de trescientas especies diferentes de aves. Cada año, durante el invierno, diversas especies de patos y gansos llegan desde el norte de Europa. Y cuando se acerca la primavera, las elegantes garzas y las cigüeñas, blancas y negras, viajan desde África. Las curiosos espátulas, reconocibles por su pico largo y aplanado, chapotean y anidan en estas marismas en las que encuentran su mejor dieta de algas, peces y crustáceos.
Los tonos rosados de los flamencos, de largas patas, resultan fácilmente visibles a lo lejos. Los cuerpecillos de los abejarrucos y su alegre plumaje de rojos, amarillos, verdes y azules llenan de color los bosques, y las tímidas abubillas presumen de su penacho de plumas y su cuerpo rojizo, con franjas blancas y negras. Belleza y sonidos de la naturaleza en estado puro.
Las tierras de Doñana poseen una larguísima historia. Fue uno de los lugares de caza preferidos por la realeza. Su nombre hace alusión a una ilustre moradora, Doña Ana de Mendoza. La hija de la princesa de Éboli, casada con el séptimo duque de Medina Sidonia, se retiró a vivir a estas fincas en el siglo XVI. Pero, el Parque debe su existencia al científico español José Antonio Valverde, empeñado en la gran importancia de preservar los terrenos. El camino que bordea el Parque Natural tiene otro atractivo añadido. El Rocío, la curiosa aldea almonteña (Huelva) conocida en todo el mundo por su Romería. La ermita de la Virgen del Rocío congrega, cada año, a cientos de miles de peregrinos que llegan hasta los alrededores del Parque Natural, para rendir culto a La Blanca Paloma.
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