Situada al sur de Holanda, Maastricht es una pequeña y antigua ciudad con un gran patrimonio, aunque también sorprende por ser uno de los lugares clave de la Unión Europea. En 1992 se firmó en esta ciudad el Tratado de Maastricht, también conocido como Tratado de la Unión Europea (TUE), en presencia del presidente del Parlamento Europeo, Egon Klepsch, y con el que se conformó el inicio de la creación de la Unión Europea (UE).
Ya antes se habían firmado otros acuerdos que dieron origen a la CECA o la CEE, entre otros. Pero la presencia del organismo de la Unión Europea ha cobrado especial importancia con la pandemia del coronavirus, ya que se ha acordado un reparto de ayudas conjuntas a los países que han sido más afectados por la pandemia.
Además de poder aprender sobre la historia de este tratado, en Maastricht destacan iglesias, murallas, monumentales casas señoriales y plazas que componen su gran oferta cultural, histórica y artística. Es la ciudad que está situada más al sur de Holanda y es la capital de la provincia de Limburgo, aunque su cercanía con Bélgica y Alemania también la hace destacar por su buena cultura culinaria, excelentes tiendas y un ambiente multicultural.
Recorrer el centro histórico caminando es una de las mejores actividades que realizar en Maastricht debido a su carácter antiguo y cultural. Aunque también se puede recorrer la ciudad en bicicleta, un transporte muy popular en el país. El monumento más visitado de la ciudad es la Basílica de San Servacio, lugar donde se preserva la historia de Maastricht en joyas, así como el sepulcro de oro del que fue el primer arcipreste neerlandés y da nombre a la basílica.
La plaza de Vrijthof, “lugar rodeado” en neerlandés, es la plaza que se encuentra delante de la Basílica de San Servacio y es el corazón de la ciudad. En ella se pueden contemplar las increíbles vistas de las fachadas de los edificios y la basílica y disfrutar de la gran oferta de restaurantes y cafés. Otra plaza importante es la Plaza de mercado, donde se encuentra el Ayuntamiento entre otros edificios históricos.
La Iglesia de San Juan, a un lado de la Basílica de San Servacio, es otro monumento admirable por su marcado estilo gótico, imponente e inconfundible. Su torre de tonalidad rojiza, delgada y alta es su gran atractivo y se puede ver desde la plaza Vrijthof, conformando uno de los parajes más fotografiados de Maastricht. Selexyz Dominicanen se trata de uno de los templos religiosos más curiosos, ya que fue reconvertido en librería y hoy día se trata de una gran librería de unas tres plantas repletas de libros.
Helpoort, también conocida como “la puerta del infierno”, es una de las antiguas puertas de la muralla que rodeaba la fortaleza de la ciudad. Sorprende por su gran belleza arquitectónica de estilo medieval, que data del 1229. Una estatua del capitán de los mosqueteros, d’Artagnan, se puede encontrar en el parque Aldenhofpark. Se trata de un personaje real, aunque se piense que fue ficticio, ya que fue un capitán abatido en Maastricht en la Guerra Franco-Holandesa.
A las afueras de la ciudad se encuentran las cuevas de St. Pieter, uno de los sitios con mayor belleza de los Países Bajos. En el monte se encuentran el Fuerte St. Pieter y un monasterio, aunque el verdadero atractivo son las cuevas que yacen bajo el monte: a lo largo de varios kilómetros, un sistema de túneles se extiende bajo tierra, cuyos muros están adornados de imágenes realizadas con carbón y figuras talladas. Se pueden encontrar escenas de la Biblia, realizadas por los monjes que habitaban el monasterio de la cima. También fueron utilizados durante la Segunda Guerra Mundial como refugio para los habitantes de Maastricht.
No obstante, también a las afueras se encuentra un punto clave de la geografía Europea: Drielandenpunt, una frontera triple, donde confluyen Holanda, Bélgica y Alemania. En esta zona se ofrecen una gran variedad de actividades, como el laberinto de Drielandenpunt o la colina del Monte Vaals, de unos 320 metros de altura y que conforma el punto más alto de toda Holanda.
Como museos destacan el Museo de Bonnefanten, que alberga una colección arqueológica con piezas desde la prehistoria hasta la edad media y romana; el Museo del Derlon Hotel, en los sótanos del hotel con el mismo nombre se encuentran restos romanos del antiguo templo dedicado a Júpiter; o el Museo de Historia Natural, ubicado en un convento y que ofrece una modesta colección de geología, flora y fauna de la región de Limburgo.
No hay que olvidar la fantástica especialidad culinaria de Maastricht. La comida típica de Holanda destaca por la fuerte presencia del pescado, la patata o los quesos. Los platos más típicos son el Rijsttafel, arroz mezclado con legumbres, carne e incluso coco; Bitterballen, un aperitivo salado recubierto con migas de pan crujiente y relleno de carne; Stamppot, uno de los estofados más típicos; o Erwtensoep, la sopa a base de guisantes por excelencia de Holanda.
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