Si bien el río Duero atraviesa Castilla y León y Portugal para llegar a su desembocadura en el océano Atlántico en la costa lusa, lo cierto y más probable es que las mejores zonas para descubrir su vis enológica se encuentra en la cuenca que se extiende por las provincias de Burgos, Segovia, Soria y Valladolid. La ruta que se extiende por la cuenca del Duero no solo es famosa por sus vinos y viñedos, sino también por los bonitos pueblos que por ella se extienden combinando aromas, gastronomía y patrimonio.
Uno de los lugares mejor indicados para comenzar esta ruta es la localidad vallisoletana de Pesquera del Duero, un pueblo que vive básicamente del vino de denominación de origen. El conocidísimo Tinto Pesquera de las bodegas de Alejandro Fernández es un referente a nivel mundial en la elaboración de los vinos tempranillos de la Ribera del Duero. Pero hay otras bodegas que también se pueden visitar, como las de Ascensión Repiso Bocos o las de Emilio Moro.
En esta localidad destacan varios monumentos que componen su patrimonio cultural, como la Iglesia de San Juan Bautista, un edificio construido en piedra en el siglo XVI y con una torre inacabada; la Plaza Mayor porticada; y sus dos ermitas, la del Cristo del Humilladero, del siglo XVII y la de la Virgen de Rubialejos.
Cerca de esta población se encuentra Curiel del Duero, otra parada fundamental en la ruta que, aunque apenas tiene una docena de habitantes, posee un fantástico castillo que data del siglo X y está considerado como la fortificación más antigua erigida en la provincia de Valladolid. Entre sus bodegas, son de buenas visitas las Bodegas Comenge y la Bodega Legaris.
Una de las paradas más conocidas y más que recomendables quizás sea Peñafiel, centro comercial e histórico de primer orden de la zona desde su fortificación en 1307. Su castillo levantado sobre el cerro y construido en forma de nave fue declarado Monumento Nacional en 1907. No es para menos porque es uno de los más bellos de España y que, además, fue el lugar de preferencia del infante Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X El Sabio.
Su patrimonio cultural e histórico va más allá del castillo, cuya visita debe complementarse con la singular belleza de la Plaza del Coso, con sus artesonados de madera en los balcones que son un auténtico símbolo del pueblo; o el convento de San Pablo, que antes de ser un templo religioso fue el Alcázar de Alfonso X El Sabio.
En este convento de la orden de los dominicos se encuentra el mausoleo de Don Juan Manuel, que lo mandó construir y, posteriormente, fue enterrado en él. La Torre del Reloj es otro edificio que se debe contemplar por su belleza construcción en piedra y mampostería al estilo románico antes de adentrarse en la degustación de sus vinos, como por ejemplo en la Bodega Protos, situada a los pies del castillo.
Unos pasos por Burgos y Soria
Aranda de Duero es el núcleo central de la comarca de Ribera del Duero, “tierra de vino y cordero” si hacemos caso al refrán. En esta localidad se encuentra una red subterránea de siete kilómetros en los que se situaban más de 300 bodegas para la conservación del vino bajo tierra. En la actualidad solamente perduran aproximadamente 130, pero es indispensable contemplarlo para apreciar su envergadura.
La Iglesia de Santa María la Real y la Iglesia de San Juan son los templos religiosos más destacados. La elegante mansión señorial del siglo XV del Palacio de los Berdugo no dejará indiferente a nadie, al igual que el Santuario de la Virgen de las Viñas, donde se encuentra la patrona de Aranda, o el Puente de las Tenerías y la Plaza Mayor, donde se podrá respirar la esencia de esta localidad burgalesa. Aranda del Duero también es muy conocida por acoger uno de los festivales de música más conocidos del país, como es el Sonorama.
Muy cerca del límite entre Burgos y Soria se sitúa Peñaranda de Duero, un municipio que sorprende por su Plaza Mayor flanqueada por las casas porticadas, su precioso castillo del siglo X en perfecto estado de conservación, los palacios renacentistas de los Condes de Miranda y el Palacio de Avellanada o la Iglesia abacial de Santa Ana, en cuyo interior se encuentra el retablo neoclásico de Alfonso Bergaz. No hay que olvidarse de visitar alguna de sus bodegas, como la de Santa Ana.
Finalmente, ya en la provincia de Soria, hay que adentrarse en el entramado de San Esteban de Gormaz, que fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1995. Su castillo, aunque solo quedan algunos resquicios, está muy vinculado con Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador, ya que recuperó la villa ribereña en 1054 para los cristianos.
También sorprenden su Plaza Mayor, la Iglesia de San Miguel o la Iglesia de la Virgen de Rivero, aunque cobra especial protagonismo el Parque Temático Románico de Castilla y León, levantado como un proyecto único para hacer sentir el patrimonio, la historia y la naturaleza en el marco de la Ribera del Duero.
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