Una magnífica combinación de mar y montaña. Un destino para todos los públicos. Una comunidad autónoma uniprovincial enclavada entre los impresionantes Picos de Europa y el bravo mar Cantábrico. Espectaculares paisajes, de mar azul y naturaleza verde, trufados de ciudades hermosas y pueblecitos idílicos. La elegante capital, Santander, es tan solo un avance de la gran riqueza que encierra toda la geografía cántabra.
Santander es una acogedora y tranquila ciudad costera, que cuenta con una de las bahías más bellas del mundo. Una ciudad moderna, puesto que en 1941 tuvo que ser reconstruida a causa del gran incendio que casi la hizo desaparecer. Su Plaza Porticada, situada en el centro de Santander, surge tras aquellas devastadoras llamas. Los dos edificios de la plaza, de estilo neoherreriano, lucen estatuas alegóricas que representan El Ahorro y La Beneficiencia. Es el centro de reunión de los santanderinos, el corazón de la ciudad.
La capital de Cantabria destaca por sus calles de pendientes empinadas, amplias alamedas, bonitos paseos costeros y un magnífico entorno de playas. Las visitas obligadas son la Catedral, en la que aparecen dos iglesias superpuestas la Iglesia del Cristo y la denominada Catedral-Basílica de Santander. El Palacio de la Magdalena, situado en el punto más alto de la Península de La Magdalena, es un edificio de gran valor histórico y fue la residencia de verano de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia.
La visita continúa por su puerto marítimo, los acantilados del Faro de Cabo Mayor, el Gran Casino del Sardinero o los modernos palacios de Festivales, Exposiciones o Deportes. Sin olvidar la gran variedad de museos entre los que destacan el Museo de Bellas Artes, el Museo Marítimo del Cantábrico y el Museo de Prehistoria.
Una vez contemplada la gran belleza de la capital conviene alejarse de ella para recorrer diferentes pueblos de los alrededores.
A solo unos kilómetros de Santander se encuentra el Macizo de Peña Cabarga, con el mirador del Pico Llen que ofrece una de las mejores vistas de toda Cantabria. En el horizonte se contemplan la bahía de la ciudad y su entorno y los impresionantes Picos de Europa.
Los amantes de la naturaleza y los animales no pueden perderse el Parque de la Naturaleza de Cabárceno y tampoco los Valles Pasiegos. En ellos se puede disfrutar del paisaje kárstico característico de la zona, en el que los animales de más de un centenar de especies viven en estado de semilibertad. En los Valles Pasiegos, además de la naturaleza, se presentan los tranquilos pueblos que albergan.
Bárcena Mayor, un pueblo que habita en el corazón del Parque Natural de Saja-Nansa. Destaca por su arquitectura tradicional en la que el espacio se aprovecha al máximo, de ahí su característico núcleo compacto. Un pueblecito en el que la historia se mantiene en pie en la Iglesia de Santa María, las antiguas casas rectorales y las casonas montañesas.
Julióbriga fue la ciudad principal romana de la antigua Cantabria. Sus ruinas siguen presentes en una colina y algunas de ellas rodean la Iglesia románica de Retortillo. El yacimiento cuenta con la recreación de una vivienda romana, la Domus, una reconstrucción de la llamada Casa de los Morillos hallada en el mismo yacimiento.
Comillas es una de las localidades más emblemáticas de la Comunidad cántabra. El compendio de arquitectura neogótica, neoárabe, neomudéjar y modernista cautiva a todo el que la visita. Sus palacios modernistas más admirados son el Palacio de Sobrellano, o del marqués de Comillas y su Capilla Panteón, la Universidad Pontificia y el Capricho, del arquitecto catalán Antoni Gaudí.
Santillana del Mar embellece el paisaje interior de la comunidad. Es conocida como la villa de las tres mentiras, pues ni es santa, ni llana, ni tiene mar. La verdad es que es una de las localidades con mayor valor histórico-artístico y dicen que en ella todo es monumento. En sus calles empedradas adquieren mayor protagonismo bienes de interés cultural como la Colegiata de Santa Juliana. Pero, el municipio posee otro gran monumento de fama mundial, la Cueva de Altamira conocida como la Capilla Sixtina del arte rupestre.
Y, si algún pueblo destaca por su puerto pesquero este es San Vicente de la Barquera. Sus playas, en un impresionante entorno natural, las praderas, los bosques y las sierras costeras lo convierten en un visita obligada. Además, su cercanía al Parque Natural de Oyambre y su patrimonio artístico crearán el escenario perfecto para una de las mejores fotografías de la zona. Las barcas del puerto, los edificios del pueblo y el fondo de altas montañas ofrecen una panorámica digna de admiración.
Más información en: infoviajes.contacto@gmail.com