La Segunda Guerra Mundial fue uno de los últimos episodios más cruentos vividos en Europa. Una guerra que comenzó en 1939 y que se prolongó durante seis años, hasta 1945, destruyó muchas ciudades, cuya muestra todavía se puede apreciar en nuestros días en muchas de las ciudades que más sufrieron la guerra. Para aprender sobre esta historia, apreciar las huellas que ha dejado y descubrir lugares marcados, a continuación, se ofrece un recorrido por las ‘capitales’ de la guerra.

Budapest

En la capital de Hungría se puede encontrar el Monumento de los Zapatos, dedicado a todos aquellos judíos que perdieron la vida bajo la ocupación nazi de la ciudad y el Centro Memorial del Holocausto, uno de los museos más sobrecogedores. Esta ciudad ha sufrido diversos episodios bélicos que la han marcado y que todavía hoy se pueden apreciar.

En Budapest destacan otros monumentos como la Basílica de San Esteban, que contiene la mano derecha del santo que le da nombre; el Puente de las Cadenas, desde donde se ofrecen unas de las mejores vistas de la ciudad; el Bastión de los Pescadores, situado en la colina de Buda donde se puede ver un atardecer espectacular; el Parlamento, que quizá sea el principal icono y más importante edificio de Budapest; la Avenida Andrássy que fue declarada Patrimonio de la Humanidad o las termas y balnearios donde es imprescindible darse un baño aunque sea invierno.

Alemania y Polonia

Las visitas imprescindibles en estos dos países son Berlín y Cracovia. En Berlín se puede encontrar el famoso Reichstag, el Parlamento de Alemania, la Puerta de Bradenburo y el famoso monumento al holocausto. Hay que visitar también el Muro de Berlín, o lo que queda de él ya que se destruyó en 1989.

Polonia, por su parte, fue un país cuya mayoría de sus ciudades fueron bombardeadas y escenario de batalla en la Guerra Mundial, por eso que muy pocas conservan un casco histórico intacto. Una de estas pocas es Cracovia, su casco histórico de origen medieval está perfectamente conservado y es posible recorrerlo por el Camino Real, que va desde el norte hasta el sur de la ciudad, empezando en Barbican, pasando por la plaza del mercado con la catedral de Santa María y terminando en el mítico castillo de Wawel.

En Polonia no debe faltar la visita a Auschwitz, lugar de memoria y reflexión para el turista y lugar donde se produjeron las atrocidades del régimen Nazi hacia la comunidad judía. Es uno de los campos de concentración mejor conservados y donde mejor se puede apreciar lo que pasó allí. Es la auténtica representación de lo que puede ser capaz de hacer el ser humano y a muchos les puede revolver las tripas, pero es de obligada visita para quien quiera conocer la historia.

Viena y Praga

El centro histórico de Viena se declaró Patrimonio de la Humanidad y la ciudad en si es conocida como “capital musical de Europa”. El Monumento a los Héroes del Ejército Rojo, de doce metros de altura, conmemora a los soldados soviéticos caídos en la Batalla de Viena. Otros monumentos de interés en la ciudad son la Catedral de San Esteban, el Palacio Schönbrunn, la Iglesia de San Carlos o Votivkirche, el complejo de la familia imperial Hofburg, el edificio de Secesión o la Ópera del Estado, además de numerosos museos de diferentes temáticas, como el Museum Liechtenstein, el de Etnología o el de Historia Natural.

En Praga destaca la Ciudad Vieja, la Iglesia de Nuestra Señora de Tyn, el reloj Astronómico, el puente de Carlos, la casa de Frank Kafka o el barrio del Castillo. Además, el barrio Josefov, es uno de los barrios judíos mejor conservados de Europa, donde se puede visitar su cementerio y varias sinagogas.

Costa de Normandía

La Costa de Normandía en Francia fue escenario del mayor desembarco jamás llevado a cabo. La visita a la zona puede comenzar en Arromanches, un pequeño pueblo pesquero entre las Playas de Omaha y Sword y cerca de las baterías de Longues-Sur-Mer. Un poco más al oeste, en Omaha Beach se llega al cementerio americano, un terreno donde se encuentran enterrados más de 9.000 soldados estadounidenses que cayeron en esa contienda.

Siguiendo en la misma dirección se llega a La Pointe du Hoc, desde donde los nazis tenían una vista perfecta de toda la contorna. Es aquí donde se pueden apreciar los cráteres que dejaron los bombardeos o el puesto de dirección de tiro. Sainte-Mère-Église fue uno de los primeros pueblos en ser liberado de la ocupación nazi y destaca el museo a las tropas Airbone y su iglesia. En Azeville se pueden visitar una serie de búnkers conectados por túneles bien conservados.

Más información en: infoviajes.contacto@gmail.com