Aunque no del todo conocida por la mayoría, Estrasburgo es una de las ciudades más bonitas que ver en Europa. A caballo entre Alemania y Francia históricamente, esta preciosa capital de la región francesa de Alsacia ha cogido especial popularidad en los últimos años al acoger el Parlamento Europeo y ser la sede oficial del mismo.
Estrasburgo tiene un montón de rincones maravillosos, siendo una de las ciudades más bellas de Francia. No solamente sorprende su centro histórico, que parece salir de un escenario de cuento, sino que su parte moderna también tiene grandes atractivos, como el edificio del Parlamento Europeo y otros majestuosos edificios de arquitectura típica alemana.
Una de las mejores actividades que realizar en esta ciudad francesa es pasear por la Petite France, el barrio más pintoresco de Estrasburgo. Sus calles están llenas de casas históricas típicas de la Alsacia de los siglos XVI y XVII, con fachadas coloridas con entramados de madera. Además, por el barrio pasa el canal, lo que le hizo ser hogar de pescadores, molineros y curtidores de pieles y esa esencia todavía se puede apreciar en algunos de sus rincones. Sin duda, la calle que merece una mención directa es la Rue du Bain-aux-Plantes, donde se encuentra un gran número de restaurantes en los que poder disfrutar de la gastronomía típica de la zona.
Hay que mencionar también la Maison des Tanneurs, una típica casa alsaciana de color blanco y entramados de madera oscura que acapara la mayor parte de miradas en la zona. Hoy en día se levanta en ella un restaurante en el que se puede degustar la comida tradicional en un ambiente en el que en el pasado, desde su construcción en 1572, se trabajaban las pieles y se las dejaba secar en la azotea.
No obstante, el mayor símbolo de Estrasburgo es sin duda su preciosa catedral, construida entre los siglos XII y XV en pleno centro de la ciudad bajo el estilo gótico tardío y conocida como la Catedral de Notre-Damme. En 1988 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y, gracias a sus 142 metros de altura, fue establecida como el edificio más alto del mundo durante varios siglos. Hoy en día es el segundo templo más alto de Francia, por detrás de la de Rouen, y es también el segundo más visitado después de la catedral de Notre-Damme de París, que en la actualidad se encuentra en reconstrucción después de un fatídico incendio.
En una de las esquinas de la plaza de la catedral sorprende un edificio con un montón de ventanales, conocido como la Casa Kammerzell. Se trata de uno de los edificios medievales mejor conservados de la arquitectura gótica perteneciente al Sacro Imperio Romano. Hoy funciona como hotel restaurante. También cerca de la catedral se encuentra otro emblema de esta ciudad: Palais Rohan. En este edificio se encuentra el Museo de Artes Decorativas, el Museo de Bellas Artes y el Museo Arqueológico.
Volviendo a la Petite France, conviene reseñar los Puentes Cubiertos, o Des Ponts Couverts, que marcan la entrada al barrio. Se trata de un conjunto de tres puentes y cuatro torres defensivas que datan del siglo XVIII y deben su nombre a los tejados de madera que los cubrían en la antigüedad. En frente de los puentes se construyó entre 1681 y 1688 un nuevo sistema defensivo conocido como Presa Vauban. En la actualidad ofrece una exposición de esculturas y una terraza panorámica que se puede visitar de forma gratuita.
El barrio moderno
Esta ciudad es una de las insignias de la Unión Europea. Estrasburgo es junto con Bruselas y Luxemburgo la ciudad que alberga las instituciones y las sedes de los poderes europeos. En esta ciudad francesa se encuentra la sede oficial del Parlamento Europeo, aunque la mayoría de las actividades de las comisiones parlamentarias se desarrollen en Bruselas. Además, también alberga al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y al Consejo de Europa.
A pocos metros de estos edificios se encuentra el Parc de l’Orangerie, el parque más antiguo y otro de los emblemas de la ciudad. Es un sitio perfecto para pasear y disfrutar de la naturaleza, hacer un picnic a la orilla del lago y relajarse lejos del ajetreo de la ciudad. Dentro del parque se encuentra el palacete Josephine Pavillon, que data de principios del siglo XVII y sirvió como residencia real de la emperatriz Josephine y como invernadero de naranjos.
Otros lugares que hay que visitar en la capital de Alsacia son el barrio alemán, también conocido como barrio imperial, la plaza Kléber, la plaza Gutenberg, el palacio Benjamín Zix o la iglesia Saint Pierre le Jeune, entre otros.
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