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San Martín de Valdeiglesias: vino e historia al abrigo de la Sierra de Gredos

Entre el embalse de San Juan y los últimos coletazos de la Sierra de Gredos se encuentra una localidad que ha sabido prosperar más allá de su historia para convertirse en un destino turístico conocido por su entorno natural y sus vinos.

Puede que la Sierra Oeste de Madrid sea el territorio más desconocido de toda la Comunidad. También es, probablemente gracias a esta suerte de circunstancia, el que mejor conserva su entorno natural.

El mayor municipio de esta comarca, que se encuentra entre las sierras de Gredos y Guadarrama, es San Martín de Valdeiglesias. Recibe su nombre por las ermitas que hace siglos se repartían por el territorio, quedando éste bautizado como el “valle de las iglesias”. Entre los siglos XIII y XIV, varias aldeas se fueron congregando alrededor de estas ermitas, y la que más se desarrolló fue la formada bajo la advocación de San Martín de Tours. Algún tiempo después -no se sabe con certeza cuándo- los monjes de la zona le concedieron el título de Villa, dando paso a su época de mayor esplendor.

Es un municipio con un “especial valor por su riqueza natural y paisajística, donde podemos encontrar también muy buena gastronomía y restauración”, asegura Mercedes Zarzalejo, alcaldesa de la localidad. Los monumentos que afloran en San Martín de Valdeiglesias nutren esta zona, rodeada de montañas y conocida por la calidad de sus vinos, de abundante patrimonio, reflejada en construcciones como el Castillo de la Coracera y singulares edificios como las ermitas que en su día dieron origen al pueblo, una estación de tren que duró solo un día o una antigua cárcel reconvertida en escuela.

El entorno natural del pueblo es otro de sus principales atractivos turísticos, pues a apenas quince minutos se encuentra el embalse de San Juan, la única playa con bandera azul de Madrid. Además, alrededor, hacia o desde el embalse, salen numerosas rutas de senderismo o ciclismo para los visitantes más activos.

A las afueras del pueblo queda por visitar un lugar muy especial: el Bosque Encantado. Un jardín de esculturas vegetales para disfrutar sobre todo con niños, pero que merece la pena visitar sea cual sea la compañía. Hay más de 300 figuras, que dan forma a personajes de cuento, mitológicos, de la actualidad y animales, y un laberinto vegetal que han convertido este jardín botánico en uno de los grandes reclamos para acercarse hasta San Martín de Valdeiglesias.

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Retales de historia

Allá por 1434, Don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, entregó 30 000 maravedíes a los monjes dueños de estas tierras como pago por la propiedad del pueblo y señorío de San Martín de Valdeiglesias. Se cree que la construcción de su castillo, el de la Coracera, pudo comenzar ese mismo año, como residencia y pabellón de caza. La fortificación, que se encuentra en muy buen estado de conservación, ha sido utilizada por numerosas personalidades históricas, como Isabel la Católica. Desde el fallecimiento de Don Álvaro de Luna, tuvo diversos propietarios, siendo uno de ellos el que le dio su denominación actual, que se cree se debe a una mala transcripción del apellido familiar de los propietarios: de Corcuera pasó a la historia como Coracera. Es quizá el monumento más reconocible del municipio, con más de 15 000 visitantes al año.

El esplendor medieval de San Martín se refleja en su castillo, pero el interior del pueblo queda también plagado por un patrimonio que da pistas sobre las diferentes etapas de la historia del municipio. Después del Castillo de la Coracera conviene visitar la Iglesia de San Martín Obispo, en la Plaza Real, construida en el siglo XVII sobre las ruinas de un pequeño templo.

El santuario fue construido para reemplazar a la ermita de la Vera Cruz, tras el descontento de los vecinos porque no se cumplía con el mantenimiento de este templo. Las quejas se llevaron hasta el Consejo de Castilla, máximo órgano judicial de la época, que obligó a financiar la construcción de la nueva iglesia.

Haciendo honor a su nombre -Valdeiglesias- a lo largo del pueblo de San Martín se reparten varias ermitas. Llegaron a ser siete, aunque en la actualidad solo se conservan seis: Ermita del Rosario, Ermita del Ecce-Homo, Ermita de la Sangre, Ermita de la Salud y Ermita de la Virgen de la Nueva.

Esta última es la de la patrona de San Martín, y originariamente fue construida en 1384, aunque con la construcción del Embalse de San Juan en 1956 está quedó sepultada bajo el agua. Con la construcción del embalse se trasladó el lugar de culto a las faldas del Pantano, al cual los vecinos del pueblo peregrinan cada año el último día de Pascua para rememorar el milagro que obró una vez la Virgen de la Nueva en la erradicación de una plaga que casi acaba con la población de San Martín. En épocas de sequía, la antigua ermita asoma entre las aguas del pantano.

¿Mar o montaña? ¿Por qué no ambas?

El embalse de San Juan dibuja la zona más “costera” de San Martín de Valdeiglesias. Este pantano es la principal masa de agua habilitada para el baño en la Comunidad de Madrid, y aquí se encuentra la playa Virgen de la Nueva, la única bandera azul de la región. Existen varias calas donde se permite el baño -hay hasta una cala nudista- y en la mayoría se puede acceder a todo tipo de actividades y deportes acuáticos.

El entorno natural de San Martín de Valdeiglesias, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, es un lugar perfecto también para practicar todo tipo de deportes y actividades al aire libre. Existen multitud de rutas de senderismo y ciclismo, disponibles también en la página web de Turismo del Ayuntamiento de San Martín de Valdeiglesias y Wikiloc, con los que recorrer los campos de esta villa de Madrid.

Campos de oliva y vid

Uno de los ingredientes más característicos de la cultura de San Martín de Valdeiglesias es el vino. “Nuestros campos son aceite y son vino, son oliva y son vid”, proclama la alcaldesa de la localidad, pues aquí la tradición vinícola se remonta al siglo XII, con referencias en la literatura de Jorge Manrique, Tirso de Molina o Cervantes.

Esta es una de las zonas reconocidas con la Denominación de Origen Vinos de Madrid, especialmente rica en la variedad autóctona de uva albillo real, para vino blanco, cuya producción se combina con los tintos elaborados con la variedad garnacha. En San Martín todavía es posible observar una vendimia tradicional con la recolección manual de los racimos y es más que recomendable visitar alguna de sus bodegas, donde disfrutar del ambiente rural y los grandes vinos que aquí se producen. Muestra de ello es que este año un vino producido en la localidad, en la bodega Las Moradas, obtenido el Gran Bacchus de Oro, siendo el primer caldo de la D.O Vinos de Madrid en recibir este reconocimiento de gran prestigio internacional.

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