Manzanares el Real: un castillo como emblema y la Sierra de la Pedriza por recorrer
La Villa de Manzanares reúne el turismo de naturaleza con un gran patrimonio histórico reflejado en sus dos castillos: uno de ellos considerado como el mejor conservado de toda la Comunidad.
Manzanares el Real es un pueblo con suerte. Nació al pie de la Pedriza, una de las zonas de la sierra más bellas de Madrid y es custodiado por un castillo de película, símbolo de identidad y del poder de esta villa desde hace siglos. La historia de esta localidad se remonta a la prehistoria, pero su etapa más brillante comienza a partir del siglo XII, de cuando datan los primeros documentos de su fundación por pastores segovianos que cruzan la sierra de Guadarrama.
“A partir de entonces la historia de Manzanares va a estar vinculada con una vía de comunicación muy importante, la Cañada Real segoviana, que es la que le va a dar importancia por el trasiego de personas que van a cruzar la zona y también riqueza, porque el pueblo tendrá derecho a cobrar un impuesto de paso”, explica Charo Gómez, arqueóloga y guía turística de Equipo Patrimonio Sierra.
Las riquezas que genera Manzanares con esta tasa lo convierten en moneda de cambio para la Corona a lo largo de siglos, ya que utilizan el pueblo, cediendo su explotación o propiedades, para pagar favores a familias nobles a cambio de su apoyo. Hasta que en el siglo XV se lo ceden en propiedad a la familia Mendoza, duques del Infantado, y la villa vivirá entonces su momento de máximo esplendor con la construcción de su famoso castillo.
Con la sierra de la Pedriza y el Parque Nacional de Guadarrama al fondo, su esplendoroso castillo, un puente que es el último vestigio de lo que una vez fue la Cañada Real a su paso por este pueblo, la villa de Manzanares cuenta con unas características turísticas excepcionales, siendo “el cultural y el natural los dos grandes patrimonios que tenemos”, proclama Cristina Martínez, concejala de Turismo de Manzanares el Real.
El castillo más emblemático de Madrid
Con sus grandes salones y ventanales, así como cuatro grandes torres defensivas, el castillo nuevo de Manzanares el Real es un “fósil entre dos épocas”, apunta la arqueóloga Charo Gómez. Comienza como una fortaleza, en 1475, para mostrar el poder económico de los Mendoza, pero poco después se va a transformar en una residencia señorial, y pasa de ser “un castillo a un palacio con una estética muy potente”.
En su arquitectura se plasma el requerimiento medieval de una construcción defensiva con una creciente tendencia renacentista en los elementos decorativos de sus fachadas, salas y patios. Durante siglos el castillo quedó en desuso, tras el abandono de los Mendoza para trasladarse a otra residencia, y no fue hasta el siglo XX cuando se hicieron las primeras intervenciones para restaurarlo.
En la actualidad es uno de los recursos turísticos más importantes de Madrid, ya que es el único castillo que se conserva completo en la región. Recibe unos 100 000 visitantes al año y ha sido escenario de importantes acontecimientos, como la firma del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid en 1983.
Es el emblema de este territorio, sin embargo, no es el primer castillo que se erigió en estas tierras. Hay un castillo “viejo”, el primero construido en la villa y cuyo origen está en la riqueza obtenida de la Cañada Real segoviana. Es el gran desconocido, “porque no se sabe el momento ni quién lo construye, aunque seguramente su función fuera la de representar el poder y proteger las riquezas”, explica Charo Gómez. Entre las ruinas del castillo viejo se pueden entrever restos de una torre y adivinar algunas estancias, pero todavía queda por resolver gran parte de su historia, que apunta a la construcción en el siglo XIV por orden del rey Alfonso XI de Castilla. Para ello, hace un par de años se puso en marcha un proyecto de investigación arqueológica, documental y patrimonial, que promueve el Ayuntamiento de Manzanares y en el que participa la Universidad Autónoma de Madrid.
A los pies de la sierra
La tercera fortaleza de Manzanares fue tallada por el agua, el sol y el viento durante millones de años. La Pedriza es una auténtica muralla de granito en la vertiente sur de la sierra de Guadarrama. Un berrocal constituido por cientos de riscos de formas curiosas, laberintos de piedra, arroyos y senderos, que le confieren a esta zona un gran interés geológico, paisajístico y también deportivo, pues es una zona muy popular para practicar escalada (cuenta con cerca de mil vías de distintas dificultades), ciclismo de montaña o senderismo.
Todo el espacio que ocupa la Pedriza pertenece al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, que es el entorno protegido más extenso de la Comunidad de Madrid. Fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1992 y ampliado en 2019, a petición de la Comunidad de Madrid. En este ecosistema abunda la fauna salvaje, entre la que destaca la presencia de aves rapaces y, según la temporada, también es posible observar las aves migratorias que habitan aquí temporalmente y que convierten esta zona en un destino magnífico para el avistamiento de aves.
El embalse de Santillana, paraíso de las aves
En las cumbres de la Pedriza nace el río Manzanares, que desciende hasta Madrid atravesando el pueblo con el que comparte nombre. El conjunto forma parte de la cuenca hidrográfica de este río, que es, además, un espacio protegido -el más antiguo de la Comunidad- por su alto valor ecológico.
A los pies del castillo nuevo de Manzanares, para regular el caudal del río, se edificó el embalse de Santillana, que otorga unas vistas espectaculares a esta villa y es un lugar de gran interés ornitológico por las colonias de aves acuáticas que allí anidan.
Hacerse con una guía de aves, meter en la mochila unos prismáticos y echar a andar por el sendero que sale desde el castillo hasta el embalse (la ruta puede se extiende hasta los diez kilómetros a lo largo del borde del pantano) es el mejor plan para aquellos fascinados por los habitantes alados de este entorno: ánades frisos, ánades azulones, somormujos lavancos, gaviotas reidoras o cigüeñas blancas.
En la Comunidad de Madrid se pueden encontrar alrededor de 240 especies de aves a lo largo y ancho de sus 28 rutas ornitológicas, como la que recorre las orillas del embalse de Santillana. Tanto la Villa de Manzanares como toda la región de Madrid tienen un gran potencial como destino de turismo ornitológico, ya que cerca del 40% de su superficie está protegida para preservar los ecosistemas y hábitats naturales de estas especies.