La Navidad es una época mágica, llena de emociones, tradiciones y celebraciones. Y es que esta época es mucho más que las luces que inundan cada ciudad, ya que hay otras tradiciones que se transmiten de generación en generación y no dejan de tener importancia. Es el caso de los villancicos y canciones típicas de esta época del año, donde, por ejemplo, se celebra la tradicional cabalgata de Reyes y los villancicos resuenan por las tiendas y calles.
En todo el mundo cristiano se conmemora el nacimiento del niño Jesús y todo tipo de canciones, músicas y letras se han creado en torno a ello. Loas cantadas al Mesías para un tiempo de paz y armonía. Las voces de los coros llenan iglesias, barrios y hogares con canciones rebosantes de campanas, tamborileros, pastores, burros y viajes a Belén. En definitiva, villancicos para cantar en unas fechas en las que se predican alegría, buenos sentimientos y mejores intenciones.
Aunque es difícil encontrar un lugar y fecha en el que se sitúe el origen de estas canciones, hay diferentes teorías al respecto. Las teorías van desde el siglo quinto hasta el siglo quince, desde melodías vinculadas a las tradiciones de invierno hasta el Canto Gregoriano de los monasterios del Císter. En cualquier caso, la Catedral Primada de Toledo cuenta con un gran protagonismo.
Toledo y su Catedral
Ciudad amurallada, con sello árabe en sus calles estrechas y empinadas, en sus mezquitas y en su recuperada Puerta de Alcántara. La entrada abierta en la muralla, hace más de once siglos, permitía el acceso al interior del casco histórico de ciudadanos y mercancías después de cruzar el puente que atraviesa el Tajo. Mezquitas, como la del Cristo de la Luz, sinagogas como la del Tránsito, convertida en Museo Sefardí, e iglesias como la mismísima Catedral, dan fe de un viejo pasado de convivencia y tolerancia entre las tres culturas. Un espíritu muy navideño.
Pero, el corazón cristiano de Toledo habita en la Catedral gótica que ha sabido rescatar una antiquísima tradición, un canto ancestral del tiempo de Navidad, El Canto de la Sibila. El rito forma parte de una celebración litúrgica de raíces medievales. Un manuscrito mozárabe del siglo X, conservado en Córdoba, recoge la Sibila Latina que se celebró anualmente en la Catedral Primada, desde tiempos inmemoriales hasta 1835.
Sibila es ese personaje de la mitología clásica que vaticinaba el fin del mundo. Su personificación corre a cargo de un niño, vestido con túnica blanca, que canta una serie de estrofas sobre el Juicio Final. Música, danza y diferentes personajes, encarnados siempre por infantes, en una ceremonia que se pierde en la noche de los tiempos y que, cada año, precedía a la Misa del Gallo. Muchas teorías vinculan esta representación con el origen de los villancicos.
También se encuentran recreaciones del Canto de la Sibila, una tradición de la Península Ibérica en Mallorca, Cataluña y Valencia. La pieza de carácter litúrgico, que aúna costumbres paganas y cristianas, tuvo una gran difusión al comienzo de la época medieval, no solo en España sino también en Francia, Italia y Portugal.
¿Villancico español?
En la Edad Media, muy pocos entendían el latín, la lengua litúrgica. Y, comprender la letra resultaba imprescindible para convencer o, incluso, convertir al pueblo. La Catedral de Toledo jugó un papel fundamental al popularizar las letras y, de paso, intentar atraer a los moriscos de Granada, tras la Reconquista. Muchos ven aquí el origen de los villancicos o las canciones navideñas. Las mismas que cruzaron el Océano y se utilizaron para la evangelización de tierras latinoamericanas.
Rimas y letras pegadizas y ritmos fáciles hicieron sencilla la expansión de los villancicos. Después, cada país ha adaptado, versionado o creado sus propios cantos navideños.
“Mi burrito sabanero”, el villancico de origen venezolano cuenta con muchas versiones, entre ellas la del colombiano Juanes. Pero, en su país, Colombia, “vélo qué bonito” es la canción navideña más vistosa. En la zona del Pacífico, la figura del niño Jesús se pasea en canoa por los ríos. Durante las paradas, de la procesión fluvial, se canta el villancico y se reza. Uno de los villancicos peruanos más famosos se ha extendido a las zonas fronterizas de Chile, Ecuador, Bolivia y Argentina, donde “Huachito torito” es el “top one” navideño.
También en Perú, coros infantiles, y no tan infantiles, suelen cantar “Cholito toca y retoca”, del que realizó una conocida versión la gran María Dolores Pradera. Otra grande de la canción, la chilena Violeta Parra, compuso “Doña María le ruego” que cuenta la historia de un pastor que ruega a la Virgen poder ver al niño. Son muchos los cantantes famosos que han interpretado villancicos popularizándolos en todo el mundo. El español Raphael lo hizo con “El tamborilero” y el genial Frank Sinatra con “Jingle Bells”.
Christmas Carol
El mundo navideño anglosajón posee sus propios villancicos. Un género musical llamado “carol”, del francés “carole” que proviene del latín “coralus”. Eran bailes populares, y canciones medievales, que se interpretaban fuera de la liturgia religiosa, en fiestas invernales o sobre los campos de cultivo para propiciar buenas cosechas. Después, se incorporaron a las celebraciones religiosas navideñas. Los villancicos se cantaban de puerta en puerta, a cambio de una donación. Algo tan tradicional como los propios villancicos, el mismísimo aguinaldo.