Montenegro es un pequeño cofre repleto de joyas. Pueblos medievales, parques nacionales, monasterios milenarios, montañas de postal y playas impresionantes. Un hermoso territorio balcánico con salida al Adriático.
Es uno de los Estados más jóvenes y diminutos del continente europeo. Durante dos milenios Montenegro perteneció a Imperios y Estados. Formó parte de la antigua Yugoslavia y desde 2006 es una República independiente. En el siglo XVIII los venecianos la bautizaron al contemplar, desde el mar, el color oscuro de sus montañas. Un paraíso asomado a ese estrecho golfo del Mediterráneo, el mar Adriático.
Playas para todos los gustos
Montenegro posee menos de trescientos kilómetros de costa, de los que casi ochenta están ocupados por magníficas playas. Ya en los años 50 actrices tan glamurosas como Marilyn Monroe o Sofía Loren eligieron las playas de Sveti Stefan como uno de sus rincones favoritos de descanso. Originariamente, Sveti Stefan (San Esteban) fue una isla, aunque actualmente está unida al continente por un istmo. Un poblado pesquero medieval del que se conservan muros, calles y fachadas que pasaron a formar parte del exclusivo complejo hotelero propietario de la isla.
Los trece kilómetros de la playa de Velika la convierten en la más larga de todo el Adriático. Su fina arena y sus dimensiones la proclaman como la más codiciada y resulta fantástica para los aficionados al kitesurf. Siguiendo la costa aparecen pequeñas calas de roca. Plavi Horizonti es tranquila y familiar. En la playa de Mogren una cueva divide, y conecta, las dos partes del arenal. Otro pequeño pueblo costero, Ulcinj, posee una de las playas más hermosas de todo el país, Ada Bojana. Una isla de arena, en el delta del río Bojana, con playas semiprivadas.
Ulcinj, pegada a Albania, es una de las ciudades más antiguas del Adriático. Una pequeña península amurallada. Dentro de la ciudadela se encuentran la Torre de los Balsic y el Palacio que fue residencia del administrador veneciano de la ciudad. La iglesia-mezquita alberga el Museo de la Ciudad, y frente a ella se sitúa la pequeña Plaza de los esclavos. En el siglo XVII fue el mercado más próspero de los esclavos capturados por los piratas. Cuenta la leyenda que el mismísimo Don Miguel de Cervantes fue uno de esos prisioneros y que el nombre de Dulcinea proviene de Cittá d´Ulcino.
Kotor es uno de los grandes tesoros de Montenegro y el fiordo más grande del Sur de Europa. Su imagen es una de las más representativas del país. Una ciudadela medieval encajada entre montañas oscuras que parecen proteger la retaguardia de su maravillosa bahía. Fue propiedad de Venecia y punto clave en la lucha contra los invasores otomanos. Ciudad amurallada de callejuelas, plazas con iglesia y palacios venecianos. La catedral de San Trifón, construida en el siglo XII, es una de las más antiguas de Europa. La visita al castillo San Juan es obligada, aunque el ascenso a la fortaleza supone superar casi mil trescientos escalones de piedra. Es Patrimonio de la Humanidad y el punto más alto de las fortificaciones de Kotor. La fortaleza fue abandonada, pero sus ruinas actúan como el mirador más espléndido.
Budva es una ciudad alegre y vital. El carácter mediterráneo se refleja en sus playas, tiendas, bares, restaurantes y discotecas. Calles estrechas, y callejones y plazoletas de piedra y mármol, transportan al visitante a la Venecia medieval en un casco antiguo, Stari Grad, protegido por murallas. En la parte superior de su acceso principal se conservan los restos del león alado de San Marcos. La ciudadela encierra hermosas iglesias, un Museo Marítimo repleto de modelos de barcos, mapas extraños y libros curiosos, y un palacio del siglo XIX que alberga el Museo de la ciudad. La historia de Budva queda recopilada en colecciones de objetos griegos, romanos, bizantinos y eslavos.
En el interior de Montenegro, a novecientos metros de altura sobre el valle de Zeta, se divisa el blanco monasterio de Ostrog integrado en una imponente pared de roca. Es un gran centro de peregrinación ortodoxa conocido como “el milagro de Sv Vasilije”, San Basilio. Una construcción realmente impactante edificada, en el siglo XVII, en el interior de dos grandes cuevas. Sus capillas rupestres están decoradas con frescos y en una de las grutas se custodian la tumba y los restos del santo.
Naturaleza agreste y deslumbrante
Montenegro es esa joya que se esconde en los Balcanes. Posee cinco parques nacionales, aunque el más grande es el de Durmitor. Montañas de más de dos mil metros, cumbres imponentes y oscuras, arroyos subterráneos y dieciocho lagos glaciares que los locales llaman “los ojos de las montañas”. El más impactante es el Lago Negro, en sus aguas azul oscuro se reflejan los pinos negros que lo rodean. Otro de sus paisajes más impresionantes es el formado por El Cañón del río Tara, con mil metros de altura. Los parajes del Parque Nacional de Durmitor son el mejor entorno para realizar excursiones y practicar todo tipo de deportes de aventura.
Algunos de los bosques vírgenes más hermosos de Europa se encuentran en el Parque Nacional de Biogradska Gora. Parajes de verdes intensos que contrastan con los montes rocosos que rodean Montenegro. Las sendas ofrecen tranquilos paseos entre árboles milenarios. Un pequeño país que concentra una gran belleza.
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