Cuando alguien piensa en canales en medio de una urbe la mayoría piensa en Venecia, también en Ámsterdam, pero hay más lugares donde estas vías acuáticas son características. Claro que generalmente no forman parte del circuito turístico típico y es necesario tener algo de inquietud para explorar nuevos destinos y dejarse sorprender por todo lo que ofrecen, que es mucho.
Ponemos el foco en Europa occidental. A poco más de dos horas de vuelo de España se encuentra la que quizá sea la ciudad de los canales más desconocida, aunque el nombre es posible que te suene bastante. Tiene una importante universidad, un patrimonio histórico imponente y un ambiente medieval muy pintoresco que hará que te sientas protagonista de una película de princesas, príncipes y caballeros.
Nos referimos a Gante, una de las tres ciudades más importantes de Bélgica y también una de las menos conocidas, ya que Bruselas y Brujas son firmes competidoras y acumulan un gran número de visitantes. Quizá algunos de los que hayan pasado unos días en esta última se hayan animado a recorrer los 51 kilómetros que la separan de la desconocida ciudad de los canales belga. Quien la visite, la amará para siempre.
Sus canales son importantes, porque le dan nombre. El término Gante procede de la palabra celta Ganda, que significa convergencia y hace referencia al encuentro de los ríos Lys y Escalda que dotan a la ciudad de sus características vías de agua. Se puede navegar por ellas con barcos que hacen rutas turísticas desde los dos muelles Graslei y Korenlei, los más importantes del puerto de la antigua ciudad medieval. El efecto óptico del reflejo de los edificios históricos en el río es mágico.
El recorrido suele durar 40 minutos y sirve para descubrir joyas arquitectónicas y también rincones más escondidos y muy pintorescos de la ciudad. Visita obligada es el Castillo de los Condes de Flandes, una imponente fortaleza construido en el siglo XII por Felipe de Alsacia, conde de Flandes, sobre el río Lys. Dentro está la torre del Homenaje, con unas vitas panorámicas increíbles. Si en Venecia tienen el campanile de San Marcos, en Gante le hacen la competencia con la de Belfort, situada en el centro y con 91 metros de altura. En lo alto, un dragón que vigila las calles y es un símbolo de Gante.
Aún hay más. Otra de las paradas que no puedes pasar por alto es la plaza de Korenmarkt, uno de los puntos más populares para locales y turistas, repleto de puestos y terrazas donde tomar una cerveza belga. Está rodeada de imponentes edificios que recuerdan su pasado medieval como la iglesia de San Nicolás y el edificio de la oficina de correos.
Tampoco hay que perderse la catedral de San Bavón, la iglesia parroquial más antigua en el corazón de Gante, que está construida sobre una primera iglesia del siglo X y una románica del XII, dedicada a San Juan Bautista. Es muy famosa por albergar en su interior el retablo Adoración del cordero místico de los hermanos Van Eyck, una de las obras más emblemáticas de estos pintores flamencos del siglo XV.
Además de los canales que recuerdan a Venecia, en esta desconocida cuidad de Bélgica hay arte en cada rincón. Esculturas escondidas, las estatuas del Puente de los placeres imperiales, la figura de la tejedora ubicada en la esquina de la calle Pluimstraat, obra del artista francés Jean-Pierre Clémençon, en la fachada de la casa en la que vivió; o el taller-museo del alfarero Frank Steyaert en la calle Tinnenpotstraat cuya fachada no pasa inadvertida; todos son sorpresas. ¿Necesitas más excusas para ir a Gante? No todo va a ser Venecia...