Uzbekistán, ubicado en el corazón de la Ruta de la Seda, alberga antiguas ciudades caravaneras localizadas en oasis, siendo Samarcanda la joya arquitectónica de Asia Central. Esta ciudad resalta por sus edificios religiosos adornados con inigualables mosaicos, cúpulas de tonos turquesas y minaretes esbeltos, mostrando un logro arquitectónico impresionante.
Puedes llegar a Samarcanda en tren, avión o coche. Antes de llegar, el deseo de visitarla ha persistido durante décadas, ya que su nombre evoca un poder sin igual en todo el planeta. Aunque te adviertan que no te emociones demasiado ni esperes una ciudad de cuento, al llegar, el encanto es instantáneo; apenas puedes contener las lágrimas. Nos encontraremos con el famoso Registán, una plaza de mercado de la Ruta de la Seda, rodeada por tres lados de madrazas (escuelas islámicas) decoradas con azulejos azules y dorados que resplandecen al amanecer y al atardecer, ya que su finalidad era guiar las caravanas en su ruta a Samarcanda.
También puedes perderte por los callejones de Samarcanda. Están llenos de encanto, revelando tesoros históricos en cada esquina. La mezquita de Bibi-Khanym, una maravilla arquitectónica construida en el siglo XV por el conquistador Tamerlán, deja a los visitantes boquiabiertos por su grandeza. El mausoleo de Gur-e-Amir, que alberga la tumba de Tamerlán, es otra parada esencial, con su cúpula azul turquesa que se eleva majestuosamente hacia el cielo.
La ciudad también ofrece un festín para los sentidos: el bazar Siab, donde los resplandecientes colores y los cautivadores aromas de las especias y productos locales os deleitarán. Además, la mezcla de sonidos de los comerciantes y el bullicio del mercado crea una experiencia única e inolvidable.
Otro tesoro es la ciudad de Jiva, un lugar declarado patrimonio mundial por la UNESCO. Jiva es una joya histórica en Uzbekistán, transporta a los visitantes a través de los siglos con su encanto bien conservado y su arquitectura única. Revelan la grandeza de la época medieval que vivió la ciudad. Rodeada por murallas de adobe, Jiva alberga el impresionante conjunto arquitectónico de Ichan Kala, donde cada estructura cuenta una historia fascinante. Desde el majestuoso minarete Kalta Minor hasta el palacio Tash Hauli, esta ciudad también te sorprenderá.
En la Ruta de la Seda tampoco puedes dejar de visitar la ciudad de Bujará, donde podrás explorar sus antiguos bazares comerciales en busca de alfombras artesanales y textiles icónicos suzanis. También, encontrarás divertidos sombreros doppa al estilo uzbeko para probarte. El hito más visible de Bujará es el Minarete Kalon, tan alto e impresionante que Genghis Khan decidió no destruirlo durante sus numerosas conquistas a través de Asia Central en el siglo XIII.
Un lugar imprescindible que debes visitar es el Museo Estatal de Artes Aplicadas en la ciudad de Taskent. Ubicado en la antigua residencia del embajador ruso, cuenta con exquisitos trabajos de yeso y azulejos coloridos. En él podrás disfrutar desde cerámica y pinturas en miniatura hasta instrumentos musicales. En Taskent también podrás visitar el Bazar Chorsu, un lugar donde ver a los panaderos trabajando en hornos tradicionales elaborando pan asiático o pasear por filas de puestos llenos de melones, verduras, frutos secos y especias.
En la ciudad de Moynaq, una visita obligatoria es el Mar de Aral. Se considera un desastre medioambiental sin paralelo. En su día fue el cuarto lago de agua dulce más grande del mundo, que se extendía desde Uzbekistán hasta Kazajstán. Hoy ha menguado una gran fracción de su tamaño original, viéndose prácticamente desaparecido y convertido en un desierto.
El desastre fue causado por una mala planificación soviética que dejó que gran parte del agua fuese irrigada durante varias décadas, dejando atrás un páramo aislado de lodo y polvo. Puedes caminar a lo largo de la antigua línea costera hasta el Cementerio de Barcos, una colección de pesqueros oxidados con secretos ocultos en su interior. Tanto Uzbekistán como Kazajstán están trabajando para proteger sus paisajes, restaurar los hábitats e incluso revertir el daño.
La mejor época para visitar Uzbekistán suele ser durante la primavera y el otoño, específicamente en los meses de abril a junio y septiembre a octubre. Durante estos períodos, el clima es generalmente suave y agradable, con temperaturas moderadas que oscilan entre los 20 y 30 grados.
Estas estaciones ofrecen condiciones ideales para explorar las antiguas ciudades de la Ruta de la Seda, sin enfrentar las altas temperaturas del verano o las noches extremadamente frías del invierno. Además, la primavera trae consigo la floración de paisajes vibrantes y la posibilidad de disfrutar de festivales y eventos culturales.
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