¿Conocían los fenicios el secreto de las playas de Chiclana? Tres milenios después de que esta civilización se asentara en la zona, el legado de aquellos tiempos y de toda la historia posterior, que incluye la presencia de romanos o almohades, entre otros, configura hoy un destino con un atractivo singular. Porque Chiclana es un destino de sol y playa, pero también un punto donde emerge con efusividad su orgulloso pasado, lo que amplía las opciones para el visitante. Y a la mezcolanza entre lo lúdico y lo cultural se añade el dinamismo de una tierra y unas gentes cuyo carácter impulsa una renovación constante: conciertos, festivales, exposiciones… oportunidades para volver una y mil veces a una de las perlas de la Costa de la Luz andaluza.
El contacto con el Atlántico es la tarjeta de presentación más obvia de la ciudad, con la imagen de sus inmensas playas de fina arena que dibujan algunos de los perfiles más bellos de España. Destacan en este capítulo dos: las de la Barrosa, más tranquila, y la de Sancti Petri. Dos escenarios de película que añaden a su indudable atractivo las máximas calificaciones de las autoridades en materia de calidad, salubridad y facilidades para los visitantes: Bandera Azul, la Q de Calidad Turística, e incluso certificados como el ISO 14001, -que garantiza la adecuada gestión medioambiental- entre otros reconocimientos.
Pero es, sin duda, el boca a boca el que hace de estos parajes un reclamo de primer orden: quien va, repite. Por eso la ciudad responde ante la afluencia de gente con miles de plazas hoteleras de calidad en establecimientos de cuatro y cinco estrellas (hay más de 12.000), que profundizan en la filosofía de ofrecer un ocio de calidad en todos sus frentes.
Un profundo legado histórico
Y es que, al margen del sol y playa, Chiclana aporta al visitante el completo abanico de alternativas de ocio que la han posicionado como un referente turístico a nivel nacional e internacional. La cultura y la historia son uno de sus principales argumentos, como mencionamos al comienzo. La localidad hace gala de este pasado multicultural que aún hoy aflora en excavaciones arqueológicas como el yacimiento del cerro del Castillo, en pleno casco histórico de la ciudad.
La abundancia de piezas que hablan de las civilizaciones que han pasado por aquí justifica la reciente creación del centro de interpretación de Nueva Gadeira. El edificio, dotado de un diseño muy actual, pretende ya desde su mismo exterior rendir homenaje a lo que esconde en su interior, una colección imprescindible para contextualizar la ciudad. Como indica la propia institución, estas instalaciones son “una caja que contiene un tesoro”.
Un tesoro, por otra parte, que consiste en elementos y escenas del día a día de los primeros habitantes de Chiclana, pero también una completa presentación de las ventajas estratégicas, comerciales y defensivas del emplazamiento. Tal es así que podemos contemplar construcciones mercantiles, calzadas romanas, silos u objetos procedentes de todo el Mediterráneo.
Rutas culturales para descubrir cada rincón
Todo ello remite a esa mirada incesante al mar que respira la ciudad. Al mar... y al río Iro, que conecta el mismo centro con el Atlántico y que es considerado la puerta de entrada al corazón de Chiclana. Actualmente, a sus orillas se erigen importantes elementos posteriores, como la Iglesia Mayor, tal vez el máximo exponente de la arquitectura religiosa de la ciudad junto a la Torre del Reloj aledaña. Pero una ruta que conecte estos puntos de interés debería pasar igualmente por otras construcciones significativas, como la iglesia barroca de Jesús Nazareno, la capilla del Santo Cristo o la ermita de Santa Ana, que ofrece inmejorables vistas de toda la Bahía de Cádiz.
De la misma manera proliferan por el entramado de calles de Chiclana diferentes casas-palacios de carácter civil que hablan de este rico pasado comerciante de la ciudad. Hoy son también motivos de visita junto a espacios culturales que van más allá de la solemnidad de estos lugares y centran sus miras en aspectos insospechados. Es el caso, por ejemplo, del espacio expositivo de Muñecas María Emilia Lira, en el que se podrá contemplar en las próximas semanas unas protagonistas muy singulares: muñecas de comienzos del siglo XX.
Y más: entre lo que hay que visitar se acumulan los lugares. Está el museo de Chiclana, que ofrece otra mirada a la evolución de la ciudad a lo largo de su historia; el centro de interpretación del Vino y la Sal; o el museo taurino Francisco Montes Paquiro, que deleitará a los aficionados a esta práctica.
Gastronomía y música
Muchos atractivos. Muchas calles, rincones y espacios para recorrer. ¿Hambre, tal vez? Chiclana también tiene la respuesta a eso. Desde el chiringuito de la playa al restaurante más afamado, la oferta gastronómica en la ciudad parte de un mismo enfoque: la apuesta por el producto de la zona, entre los que destaca el pescado de la Bahía de Cádiz como gran protagonista. A partir de ahí, variedad y amplitud de opciones para un ámbito trascendental en la experiencia de todo visitante.
En paralelo, Chiclana también ofrece un paradigma de alternativas más lúdicas. El deporte, por ejemplo, tiene en el golf un eje muy claro, con la existencia de cinco campos; o la música, que tiene su punto culminante en el Concert Music Festival Sancti Petri. Es la cita con mayor solera en el panorama estival en cuanto a grandes citas se refiere y que, para este 2024, tiene ya en cartel una completa agenda: Manolo García, que abrirá el festival el próximo 28 de junio, Camilo (5 de julio), Maná (11 de julio), Aitana (12 de julio), Luis Miguel (24 de julio), Tom Jones (28 de julio), Abraham Mateo (3 de agosto), Lola Índigo (7 de agosto), Los Chichos (8 de agosto), Estopa (9 de agosto), Vetusta Morla (14 de agosto) o El Barrio (17 de agosto).
Son eventos que incrementan el papel de referencia de Chiclana en el panorama vacacional en base a su belleza natural pero también a la calidez de su gente y la riqueza de su patrimonio cultural. Cada visita es un nuevo capítulo en una historia que nunca deja de sorprender y emocionar.