La esfinge es uno de los grandes misterios de todos los tiempos y, a lo largo de varios siglos, han sido numerosas las especulaciones de los arqueólogos sobre su procedencia, su fecha de creación o su función. África alberga una rica herencia arquitectónica milenaria que ha resistido al paso del tiempo, revelando la habilidad y creatividad de las civilizaciones que una vez florecieron en esta tierra. La arquitectura icónica de África ha dejado una huella imborrable en la historia de la humanidad.

A través de sus edificios y monumentos emblemáticos, el continente africano ha revelado una riqueza cultural y una creatividad arquitectónica impresionante. Estas estructuras no solo son testigos de la grandeza pasada, sino que también son un símbolo de identidad y resiliencia para las generaciones presentes y futuras.

Estas estructuras monumentales no solo sirven como hitos físicos, sino que también cuentan historias fascinantes sobre la vida, las creencias y las tradiciones de los antiguos habitantes de la región. Cada detalle arquitectónico revela la destreza técnica y el profundo significado cultural que impregnaba cada construcción.

La Gran Esfinge de Guiza en Egipto.

Uno de los edificios más emblemáticos de África es la Gran Pirámide de Guiza en Egipto. Construida hace más de 4.500 años, esta maravilla arquitectónica es la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que aún se mantiene en pie. Su diseño imponente y la precisión con la que fue construida han fascinado a los visitantes durante siglos. La Gran Pirámide es un testimonio de la grandeza de la antigua civilización egipcia y un recordatorio del poderío arquitectónico de África.

La Gran Esfinge de Guiza es una imponente escultura dotada de cabeza humana y cuerpo de león ubicada junto a las Pirámides de Guiza. Se trata de uno de los monumentos más extraordinarios y emblemáticos no solo de Egipto, sino de todo el mundo. Se cree que fue creada alrededor del año 2.500 a.C.

Kairuán, es una ciudad fascinante anclada en un pasado milenario. Ciudad santa del islam, fue la primera capital del Magreb. Inscrita por la UNESCO en el patrimonio mundial, esconde grandes maravillas: la Medina. Considerada una de las ciudades más santas del mundo para el islam, Kairuán se extiende tranquila y paciente sobre el centro de Túnez bajo la atenta mirada de los minaretes de sus numerosas mezquitas.

Una fotografía de la arquitectura milenaria de África.

La Gran Mezquita de Kairuán es el símbolo de la ciudad y su templo más querido. Debido a su gran extensión, la sala de oración cuenta con un total de 17 puertas, aunque para encontrarse con todas abiertas es necesario acudir durante alguna de las celebraciones más especiales, recorrer el enorme patio de la mezquita, a los pies de su imponente torre y contemplar la silenciosa sala de oración.

Lalibela es seguramente, el lugar más conocido de Etiopía. Sus iglesias monolíticas, excavadas en la roca son únicas y componen un conjunto monumental sobresaliente por su interés histórico, religioso y artístico. Pero Lalibela hay que verla como un conjunto más amplio que las famosas iglesias. Es una población no muy grande, situada en un terreno montañoso y llena de vida. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es un paisaje que no deja indiferente a nadie, aunque ya sepamos lo que nos vamos a encontrar.

Dichas iglesias de Lalibela tienen la particularidad de haber sido excavadas dentro de las montañas, sin añadir ningún material sólo arrebatando el material de la misma tierra etíope, quedando grandes monolitos decorados y con todo tipo de detalles con el vacío a su alrededor. Este paisaje arquitectónico no se ve desde lejos, se abre al improviso en la roca negra sobre la que se camina, cuando de repente descubres unos techos, separados los unos de los otros por profundas galerías, que son los pasadizos, patios y pórticos.

Lalibela en Etiopía.

Descubre una ciudad con más de 200 pirámides. Así es Meroe, la antigua capital del Reino de kush, en el valle del Nilo de Sudán. Los sitios arqueológicos de la isla de Maroe están situados en un paisaje semidesértico entre los ríos Nilo y Atbara. Las pirámides de Meroe tienen una altura que oscila entre 6 y los 30 metros y se elevan desde unas bases bastante estrechas, creando así las empinadas pendientes características de estas estructuras. Una escalera subterránea desciende bajo la pirámide y nos conduce hasta la entrada de una tumba. Más allá solía haber una o dos cámaras minuciosamente decoradas, cuya finalidad era ayudar a preservar el espíritu del ocupante en la otra vida.

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