Extremadura es uno de los destinos más sorprendentes y versátiles de España. Con una naturaleza desbordante, una cultura milenaria y un patrimonio gastronómico único, este rincón en el corazón de la península ibérica es una auténtica joya que invita a los viajeros a redescubrir la esencia de la vida a otro ritmo.
Puede que no colinde con ningún mar, pero Extremadura es conocida como la tierra del agua por su más de 1.500 kilómetros de costa interior, la mayor de Europa occidental. El litoral continental de la región cuenta con 36 zonas certificadas -playas fluviales, embalses y piscinas naturales-, nueve de las cuales lucen el distintivo de Bandera Azul, un reconocimiento a su calidad ambiental.
El agua ha marcado el turismo en la región, en el que destacan por ejemplo sus famosos balnearios, que más allá de su función terapéutica se han convertido en refugios de bienestar donde el viajero encuentra un equilibrio entre naturaleza, cultura y descanso.
Por supuesto, el agua también ha dejado huella en el paisaje extremeño. En el norte, la riqueza hídrica se traduce en cascadas y gargantas que convierten a comarcas como La Vera, el Valle del Jerte, Las Hurdes o Sierra de Gata en verdaderos santuarios naturales, especialmente durante la primavera y el verano.
Extremadura desborda con un patrimonio natural impresionante, con parques y reservas que cautivan a quienes buscan el contacto directo con la naturaleza. El Parque Nacional de Monfragüe y el Parque Natural del Tajo Internacional son refugios de biodiversidad donde disfrutar de la observación de aves y el senderismo en un paisaje privilegiado de dehesas y encinas centenarias que albergan al icónico cerdo ibérico.
Entornos como el Valle del Jerte, mundialmente conocido por la espectacular floración de los cerezos en primavera, y el Valle del Ambroz, recientemente declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional, donde deleitarse con un otoño mágico, ofrecen un auténtico espectáculo natural en cada cambio de estación.
El turismo en Extremadura vive ahora su mejor momento. En el último año, cerca de dos millones de visitantes han descubierto el encanto de esta región, atraídos por su impresionante patrimonio natural, histórico y artístico.
Un viaje a través del tiempo
En Extremadura es posible retroceder en el tiempo cuando viajamos a Cáceres, Mérida o Guadalupe, que cuentan con la declaración de Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Cáceres invita al viajero a pasear por sus calles medievales y renacentistas, entre plazas empedradas, palacios y torres que hablan por sí solas, donde la ciudad se muestra orgullosa como un museo al aire libre en el que el tiempo parece haberse detenido, mientras que Mérida, la antigua capital de la Lusitania romana, exhibe un conjunto arqueológico que ha resistido el paso de dos milenios y un majestuoso teatro romano, donde cada verano el Festival Internacional de Teatro Clásico revive los ecos del pasado.
En un viaje a Extremadura tampoco puede faltar una visita a Trujillo, con sus imponentes palacios, o Jerez de los Caballeros, una ciudad de herencia templaria en la que dejó su impronta la Orden de Santiago.
No menos relevantes son el Real Monasterio de Guadalupe y el Monasterio de San Jerónimo de Yuste, joyas arquitectónicas que fusionan historia y espiritualidad. Pero la historia de Extremadura no acaba ahí, ya que descubrimientos recientes, como los del yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo en Guareña, siguen escribiendo nuevas páginas en la ya rica historia extremeña.
El sabor de Extremadura: un patrimonio único
La experiencia en Extremadura no estaría completa sin disfrutar de su espectacular gastronomía, marcada por la tradición y la sostenibilidad. Por ejemplo, la Ruta del Ibérico Dehesa de Extremadura y la Ruta del Queso ofrecen al visitante un recorrido único donde, más allá del placer culinario, conocer el origen de productos como el jamón ibérico de bellota, la Torta del Casar o el pimentón de La Vera.
Las fiestas populares que se celebran a lo largo del año también son un escaparate de la cultura culinaria de la región, e incluso muchas de ellas han sido declaradas Fiestas de Interés Turístico Regional. Es el caso de La Pedida de la Patatera en Malpartida de Cáceres; la Fiesta de la Matanza Tradicional extremeña en Llerena; la Chanfaina en Fuente de Cantos; el Martes Mayor en Plasencia; el Día del Jamón en Monesterio; la Fiesta de la Vendimia en Villafranca de los Barros; la Fiesta de la Tenca en la Mancomunidad Tajo-Salor o las Jornadas Transfronterizas del Gurumelo en Villanueva del Fresno.
Asimismo destacan otros eventos como la Feria Internacional del Queso de Trujillo, el Salón del Jamón de Jerez de los Caballeros o la Primavera Enogastronómica por diversas zonas vitivinícolas extremeñas, citas imprescindibles para descubrir los sabores auténticos de la región.
Extremadura es una gran caja de sorpresas que invita a descubrir paisajes naturales, a perderse entre la historia de sus pueblos y a disfrutar de una gastronomía que es pura tradición. Quienes la visitan no solo encuentran un destino, sino también una forma diferente de entender el tiempo y la vida: más pausada, más genuina y, sobre todo, inolvidable.