Trogir

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La región de Dalmacia abarca la mayor parte de la costa adriática de Croacia

De esta región destaca la ciudad de Drubrovnik, que tiene mucho encanto y lugares que visitar.

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Viajes | Redacción
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Dalmacia Central es considerada hoy en día el corazón del Adriático, y no nos extraña nada debido a la riqueza natural y patrimonial que alberga. En toda Dalmacia se pueden encontrar vestigios de las diferentes civilizaciones que habitaron en la antigüedad, desde griegos, romanos, bizantinos y venecianos. El litoral de Dalmacia es muy atractivo debido a los cientos de kilómetros de playas que rodean la costa.

Muy cerca de Split encontramos lugares menos conocidos pero muy interesantes como Podstrana, Klis y su flamante fortaleza (escenario de Juego de Tronos) o Solin, ciudad que alberga el yacimiento romano más grande del Adriático (antigua ciudad de Salona).

La región de Dalmacia abarca la mayor parte de la costa adriática de Croacia, desde la isla de Rab hasta la frontera con Montenegro. También se extiende hacia el interior y abarca una parte de Bosnia y Herzegovina. Se caracteriza por albergar ciudades históricas muy bien conservadas, como Split, Zadar, Dubrovnik, Mostar y Trogir.

También ofrece una amplia variedad de playas y calas escondidas de aguas cristalinas, así como parques naturales, islas, cascadas espectaculares y hermosos paisajes montañosos. Además, la región cuenta con un rico patrimonio cultural que se refleja en su gastronomía y tradiciones, influenciadas por diversas culturas, como la romana, la veneciana y la otomana.

A lo largo de la historia, Dubrovnik ha tenido una gran pujanza. Fue fundada en el siglo VII por un grupo de romanos huidos del avance de los eslavos que estaban invadiendo la península balcánica. Fue así como esta localidad se formó y fue conocida como Ragusa. Sus murallas comenzaron a construirse en el siglo XI y la fortificación se amplió durante los siete siglos posteriores. Posteriormente se independizó de la República de Venecia, momento en el que se mantuvo un estatuto especial con los otomanos y experimentó un gran auge comercial y marítimo. Dejando atrás esos siglos, pasó por manos de Napoleón, los austro-húngaros, la soberanía de la antigua Yugoslavia… hasta la independencia de Croacia. Estos años de historia se pueden contemplar a través de monumentos y edificios de interés. La huella del arte bizantino y veneciano se puede apreciar en edificios religiosos como la Catedral de la Asunción, la Iglesia de San Blas o los Monasterios Franciscano y dominicano, pero también en edificios civiles como el Palacio del Rector o el Palacio Sponza.

Dubrovnik.

Dubrovnik. Cedida

El gran atractivo de Dubrovnik es pasear por sus murallas, el elemento arquitectónico que mejor define a la ciudad: imponentes muros a pie del mar que rodean al centro histórico. Desde el agua, el color gris rosáceo de la piedra contrasta con el intenso azul del mar, pero desde lo alto de las murallas sorprende el laberinto que forman las calles de mármol jalonado por las torres de las iglesias y los tejados de terracota. Estos muros resistieron a importantes asedios a lo largo de la historia, que han sido reforzados continuamente con fortificaciones hasta alcanzar los dos kilómetros de largo y 25 metros de alto.

El casco antiguo de Dubrovnik es otro gran atractivo, aunque fue duramente bombardeado entre 1991 y 1992, cuando el 68% de los edificios resultaron afectados. Pero hoy en día se puede apreciar la restauración que la hace lucir casi como con el esplendor original. La calle Stradum, también conocida como Placa, es la más destacada. En torno a ella se distribuyen las mejores tiendas y restaurantes. Esta calle con más de 300 metros de largo divide el casco antiguo en dos. En el casco antiguo resalta el Palacio del Rector, del siglo XV y con un estilo gótico-renacentista, que alojaba al gobernante de la ciudad. También sobresalen el Palacio de Sponza, que fue aduana, casa de la moneda, erario, arsenal y banco, y en él se puede apreciar una mezcla de estilos; la Catedral de la Asunción, con un estilo barroco pero levantada sobre una basílica del siglo VII; o la Iglesia de San Blas, también de estilo barroco. Esta ciudad croata es pequeña y acogedora, con apenas 45.000 habitantes, que forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1979.

Es una auténtica ciudad monumento, rodeada de impresionantes murallas defensivas cuya base se sumerge en el agua transparente del mar Adriático. Esta localidad tampoco pasará desapercibida para los seguidores de Juego de Tronos, que quieran ubicar y visitar uno de los escenarios de la serie.

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