El sector de los videojuegos está destinado a servirse de la cita “renovarse o morir”. Los continuos cambios respecto a la industria tecnológica suponen una amplia renovación en aspectos que influyen en la creación de un juego. Los avances de motores gráficos, que ayudan a mejorar el aspecto de los títulos, la implementación de nuevas técnicas o el nacimiento de continuos dispositivos, como los de realidad virtual que se avecinan, son solo algunos ejemplos de ello.
Y esta evolución suscita nuevas fórmulas en otros ámbitos de este sector. Algunos se traducen en la búsqueda del éxito mediante métodos de negocio novedosos y atractivos para el jugador. Por ello mismo, las compañías cada día se descubren con propuestas que lanzan el anzuelo a un grupo mayor de usuarios para obtener un beneficio menor del que cabría esperar. Un ejemplo lo encontramos en las numerosas rebajas de las que disponen las plataformas digitales de las diferentes consolas especializadas, además del juego en PC.
Incluso esta técnica resulta insuficiente. Y así se ha encontrado un caso de lo más singular; el videojuego Shadwen, actualmente en desarrollo a manos del estudio Frozenbyte, invita a los usuarios a probar su demo. La novedad viene cuando se descubre que probar el título mediante esa demostración técnica supone un enorme beneficio para todo aquel que destine sus largas sesiones a vagar por el paraje que proponen. Lanzar una prueba supone que cualquier jugador que se aventure a probarla puede obtener su primera toma de contacto con la propuesta; un ofrecimiento para dar los primeros pasos por su universo y tener una idea de lo que encontrará en el resultado final. La idea de Frozenbyte trasciende más allá: cuanto más tiempo se le dedique a la demo, más barato saldrá el videojuego.
Resulta un poco sorprendente lanzar una prueba gratis para reducir el precio de un juego. Un reto para el jugador dedicado a que consiga un amplio beneficio por sus propios méritos; un incentivo a dedicarle horas y horas a dicha prueba con la idea de obtener una rebaja mayor. Por supuesto, esto genera adicción, lo que ayuda a llevar al usuario a comprar el producto final. Por el contrario, aquellos que no le dediquen tiempo a la demo no deberían estar interesados en el juego, con lo que no se lanzarían a por él. El método de satisfacción del cliente resulta realmente efectivo y sólo el tiempo dirá lo que supone para Frozenbyte y Shadwen.
Un referente para el futuro
El éxito que está cosechando en estos momentos la demo de Shadwen puede suponer un referente para otros estudios. En la actualidad, el desarrollo de un videojuego no es un camino de baldosas amarillas y hay compañías que encuentran serias dificultades. Esto se puede apreciar en las numerosas campañas de financiación en Kickstarter, que se han producido en videojuegos del calibre de Shenmue III o Yooka-Laylee, creación de los fundadores del estudio Rare. Cada vez son más los títulos que se ven obligados a buscar financiación en los propios jugadores para ver la luz en el mundo de las consolas y PC.
Premiar este esfuerzo con prácticas similares a la utilizada por Frozenbye puede ser una idea acertada. Supone una cercanía entre el equipo de desarrollo del videojuego y el usuario final, que ofrece su granito de arena con su aportación económica y, más tarde, puede obtener un suculento descuento con sus habilidades en el juego. No parece extraño que en el futuro se puedan ver más casos de este corte, con el objetivo de generar más expectación por su producto, más allá de los beneficios que supone aportar ciertas cifras en una campaña de financiación.
Shawden se desarrolla en la Edad Media, donde los jugadores encarnan a una asesina profesional, en su misión para acabar con la vida del rey, con una jugabilidad que mezcla la acción y el sigilo. Su demo ya se encuentra disponible en plataformas como Steam, GOG o Humble Store y ya ha conseguido la nada desdeñable cifra de más de tres millones de puntos de descuento entre los numerosos jugadores que se han aventurado en él, determinando su lanzamiento por debajo de los 17 dólares. Una propuesta con la etiqueta de referente, al menos para el desarrollo de juegos independientes.