Durante una conversación opcional cerca del final de 'The Last of Us', Joel le muestra a Ellie indicios de su evolución como personaje: "Aunque te esfuerces al máximo... supongo que no puedes huir de tu pasado". Sus palabras dan la primera pista de cómo va a empezar a superar los traumas que le han llevado hasta allí para poder construir un nuevo futuro del que disfrutar. Esa pugna por escapar del ayer bien sirve para definir la reconstrucción del título de Naughty Dog bautizado con el sobrenombre de "Parte I", que se lanza este viernes para PlayStation 5.
Esta nueva versión llega nueve años después de que el original sacudiese el mundo de los videojuegos hasta llegar a ser nombrado por los usuarios de Metacritic como el mejor juego de la pasada década. Por ello, es entendible que la idea de rehacerlo asuste y cada cambio se haga siguiendo la máxima de que si algo funciona, mejor no tocarlo. Entonces, ¿hasta qué punto merece la pena renovar el juego? La línea entre fidelidad e innovación es el principal problema al que ha tenido que hacer frente el estudio californiano. Y decantarse por un lado u otro es sumamente complicado.
El periplo de Joel y Ellie por unos Estados Unidos postapocalípticos disfruta aquí de un lifting con el que luce mejor que nunca. Las sensaciones jugándolo son más vehementes y, cuando toca, viscerales. Se percibe mejorado en múltiples apartados, pero no perfeccionado al nivel que era de esperar por los precedentes.
El viaje del contrabandista y la joven de 14 años no se realiza sólo en sentido literal sino también en el metafórico. Viven una serie de experiencias que les van uniendo, como si fueran un padre y una hija, y les transforman a nivel interno. Y 'The Last of Us Parte I' hace partícipe de esas vivencias al jugador de la manera más impactante posible.
Esta versión, hecha completamente desde cero, está cimentada "sobre la base del original", según asegura Shaun Escayg, director creativo del juego respondiendo a Vandal en una mesa redonda. A partir de esos cimientos "todo está reconstruido" para aprovechar las virtudes de un juego que funciona gracias a su mezcla de narrativa y jugabilidad.
Menudas vistas
"Bueno, ¿es lo que te esperabas?", le pregunta Joel a Ellie sobre el paisaje que contemplan a la salida de Boston en una de las escenas iniciales del juego, cuando está empezando a conocerla. "No lo sé. Pero vaya... menudas vistas", contesta la chica, inmune al hongo que ha acercado a la humanidad a la extinción. Acertadas palabras considerando que el mundo de 'The Last of Us', bello en sus contrastes entre naturaleza y desolación, logra conquistar a quien juegue. Y Naughty Dog es experta en hacer que sus juegos luzcan. Ahora, con 'Parte I', el fin del mundo entra por los ojos más que nunca.
El cambio visual es precisamente el que más impacta, respondiendo a lo que uno puede esperar de la actual generación. Tanto a nivel de escenarios como de personajes, totalmente remodelados. Y sus rostros se han vuelto más expresivos que nunca. Esto es algo fundamental en un juego que depende de que sean creíbles como humanos. Ellos son el núcleo más allá de la ambientación o la propia historia. A ello se suma la música compuesta por Gustavo Santaolalla, que se mantiene inmutable siendo una de las señas de identidad indiscutibles de la saga postapocalíptica.
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El segundo cambio más trascendente, que sólo se nota al jugar, es el que tiene que ver con el DualSense. El mando de PlayStation 5 conlleva que la acción golpee al jugador en cada encuentro y en cada movimiento. Su tecnología háptica logra que caminar bajo la nieve sea más inmersivo. O que ver una simple cinemática, en la que el mando genere una vibración cuando Joel inserta una cinta de casete, meta más al jugador en la escena. Aunque lo haga incluso sin que la persona con el mando en la mano se dé cuenta.
Cambiar la industria
Neil Druckmann, máximo responsable de la saga, expuso a Eurogamer en diciembre de 2011 cuál era el objetivo del primer juego: "Cambiar la puta industria del videojuego". Años más tarde, el director creativo de ese título contó en varias ocasiones cómo él y otros miembros del estudio temían que los riesgos que tomaron les pudiesen llevar a la caída del altar en el que se habían subido tras el éxito de la saga Uncharted. Pero no fue así. Joel y Ellie les dieron un nuevo empujón hacia arriba.
Que un estudio tan trascendente apostara por la diversidad y por tratar de hacer algo menos espectacular de lo que acostumbraban y más íntimo, era un envite con el que pusieron mucho en juego. Viendo cómo afectó a otra saga consolidada como God of War, que siguió su camino, y el próximo estreno de una serie de 'The Last of Us' con una gran inversión de HBO, queda patente que mereció la pena.
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Y si el primer 'The Last of Us' logró todo eso fue por su retrato del ser humano, presente con reformas y capas de pintura en 'Parte I', pero imperturbable. Hay infinidad de detalles en este lanzamiento que han sido cambiados para el original. Y ninguno hace sentir que se trate de un juego, en su base, diferente. Si bien el original merece ser respetado, a un estudio que se atrevió a poner en juego su reputación para crear la obra maestra que fue el título de 2013, hay que exigirle más profunidad: las modificaciones y añadidos son, aunque relevantes, superficiales.
Estos cambios son más apremiantes todavía teniendo en cuenta que hace ya dos años se lanzó 'The Last of Us Parte II', la secuela, que supuso un salto a nivel jugable. 'Parte I' ha absorbido ahora las novedades en esa dirección que mejor encajaban, pero nada que suponga un cambio real. Durante años, los propios creadores han llegado a bromear con ciertas mecánicas como el uso de palés para transportar a Ellie y avanzar en varias zonas. Por ello, no deja buen sabor que elementos como ese o el 'respawn' de ciertos enemigos si el personaje se aleja demasiado se hayan mantenido igual. Por mucho que en 2013 casi alcanzara la excelencia, al final, no deja de ser un juego de hace casi una década. Y, en diversos detalles de distinta envergadura, eso se nota en esta reconstrucción.
De cierta manera, da la impresión de ser una oportunidad desaprovechada para incluir algunas ideas descartadas del original o ampliar secciones o trasfondos. Algo que, sin variar la esencia, añadiese más capas de diferenciación a 'Parte I' respecto al original y su remasterización de 2014.
Necesidad de recordar
"¿Necesito recordarte lo que hay ahí afuera?", le dice Joel a Tess, su compañera, en otra conversación cuando su viaje con Ellie está empezando. ¿Necesitaba Naughty Dog recordar a la gente lo que 'The Last of Us' tiene que ofrecer? La respuesta a esa pregunta la tiene cada uno y sus expectativas con un título que puede ser el estreno en esta historia o el reencuentro con unos viejos amigos. Y aunque alguien no lo considere imprescindible, acompañar a estos personajes en su travesía siempre aporta.
Su historia sencilla e íntima esconde muchas lecturas a nivel personal. 'The Last of Us' es un juego de contrastes. Empezando por los expuestos gracias a la complejidad de la psique de Joel, cerrado al mundo para no sufrir como antaño. Y, al mismo nivel, la de Ellie, que pese a su madurez todavía tiene dosis de inocencia por repartir. Son, al menos sobre el papel, el protector y la protegida.
Con sus peros y la sensación de lo que pudo haber sido 'Parte I', no existe mejor manera de vivir algo que es verdaderamente único. Cada bala gastada importa y los recursos escasean. Gracias a factores tan cuidados como el sigilo, la exploración y el combate, todo suma y empuja en una dirección: hacer sentir al jugador como un superviviente.
Además, ahora, gracias a su anunciada salida en PC, sin fecha confirmada, podrán jugarlo aquellos que no posean una PlayStation 5. A ello se suma una de las novedades más relevantes de esa versión, la accesibilidad. Es un apartado donde el estudio californiano ha puesto toda la carne en el asador al ofrecer decenas de opciones para que pueda jugarlo cualquier persona más allá de sus capacidades.
Experiencia increíble
Cuando Joel y Ellie casi han alcanzado su destino, el contrabandista le pregunta de nuevo, mientras observan una panorámica muy diferente: "Entonces, ¿esto es todo lo que esperabas?". Ella, dubitativa, contesta: "Tiene sus altibajos, pero... la experiencia es increíble". Su respuesta parece ser una ruptura de la cuarta pared que define el juego. Y, en 2013, los bajos eran menos. Pero nueve años después, en un contexto distinto, cobran más protagonismo y las ausencias son menos entendibles en este relanzamiento.
'The Last of Us' hay que vivirlo al menos una vez. Ya sea en el juego original, su remasterización, o en 'Parte I'. Es uno de esos juegos que marcan, que dejan huella. Y no por sus gráficos, por muy buenos que fueran en su día y muy espectaculares que sean los de esta revisión, o por sus capacidades técnicas. Es por su mensaje, por la relación entre dos personas que se muestran muy humanos, y porque transmite algo relevante y que enamora. Eso es lo que hace que a día de hoy se siga hablando de él. Y que se haya ganado el derecho a volver a ser jugado una y otra vez. Sería osado pensar que esta va a ser la última versión de un juego atemporal.
El título que se publica este viernes no suma en ese sentido: intensifica. Todo lo que viven Joel y Ellie trasciende y afecta a la persona a los mandos. A medida que se conocen sus motivaciones, sus traumas, sus miedos, cada uno se va viendo reflejado. Ese viaje por Estados Unidos es uno de esos que ayudan a conocerse a uno mismo.