'Final Fantasy VII Rebirth' comienza cumpliendo el sueño de muchos: controlar a Sefirot. Con toda su epicidad, ese momento que pasará a formar parte de la historia de los videojuegos está a la altura de lo esperado. Y eso es mucho decir, puesto que se trata de un villano convertido en icono respondiendo al mando. Con ese inicio ya se trata de un título fascinante. Pues bien, cabe señalar que desde ese momento el juego no hace más que mejorar.
Es, sencillamente, el redescubrimiento de una obra maestra atemporal. Durante sus decenas y decenas de horas, por no decir cientos, la obra de Square-Enix logra emocionar: derramando alguna lágrima, provocando saltos de emoción, haciendo que el jugador se encoja por la tensión y causando más de una carcajada. El juego se maneja en muchos registros y en todos cumple. Demuestra que el eclecticismo del 'Final Fantasy VII' original funcionaba.
Y no solo eso: esta recreación de parte de la historia original mejora en mucho lo experimentado a finales del milenio pasado. Si bien 'Final Fantasy VII Rebirth' conmueve como el original, divierte como nunca.
El sistema de combate, totalmente renovado en la línea de la anterior entrega de estos remakes, entretiene como pocos. Y aunque los clásicos turnos de antaño ya no estén, mantiene la esencia con la cantidad de opciones en batalla vía magia, habilidades u objetos y la barra de tiempo.
Misma esencia, nuevos tiempos
Es difícil no considerar que es superlativo en casi todo lo que propone, que plantea en cantidades que asustan y llegan a abrumar un poco. Hay decenas de minijuegos con mecánicas propias que hacen la experiencia todavía más llevadera. Y es que la propia exploración, que ahora pasa a incluir elementos de mundo abierto, se hace amena por todas las actividades interesantes que existen en el mapa.
Tiene sentido la decisión de incluir escenarios de este tamaño y con tantas posibilidades, teniendo en cuenta que la parte de la historia que cubre este juego está centrada en el viaje de Cloud y sus compañeros para encontrar a Sefirot.
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La exploración cuenta con pequeños puzles, recogida de objetos, tramos de escalada y uso de monturas, entre otros apartados. Ninguno de ellos ganará un premio a nivel individual, pero en conjunto forman un todo muy compacto, variado y entretenido.
A nivel visual, el juego entra muy bien por los ojos, reflejando un mundo variopinto y bello que goza de una mezcla de fantasía y tecnología. Convence pese a que en lo técnico no es ningún portento y que ciertos detalles menores se quedan un paso atrás en comparación con otros títulos actuales. Es algo que no desmerece el conjunto, con otros efectos espectaculares, especialmente en lo referente al uso de partículas para hechizos o diferentes acciones.
Da una nueva y mejorada vida a tus recuerdos
Claro que más allá de los elementos puramente jugables, si a día de hoy 'Final Fantasy' VII se ha ganado una trilogía entera para modernizarse es por sus personajes y su historia. Y de la manera en la que sus creadores han traído de vuelta dichos elementos, los más trascendentes, 'Rebirth' se convierte en un auténtico regalo para los fans que derrocha pasión.
Se ve ese amor por el título de 1997 en cada pequeño momento que recupera, dándole más profundidad e interés tanto al argumento principal como a todo el contenido secundario. Al exponer de manera más cercana y sin dejar tan a la imaginación las personalidades de los personajes se entienden mejor sus decisiones. Incluso se aprovecha para resolver ciertas incógnitas, encajando las piezas que faltaban.
Si jugar a Final Fantasy VII era leer el libro de esta historia, disfrutar de Rebirth es ver la adaptación cinematográfica. Pero no una de esas películas que aprovechan un nombre para vender, sino una creada por un amante del material original. Como si fuera el mismo lector el que ideara la cinta.
'Rebirth' da la bienvenida al que llegue de cero, aunque no resulte lo más recomendable para saborearlo en su plenitud. Y si el jugador conoce la historia en la que se basa, todavía es capaz de sorprenderle. Cualquiera que sea el caso, veterano o primerizo, es difícil no emocionarse con la afabilidad de Aeris, la humanidad de Barret, el desparpajo de Yuffie, la lealtad de Tifa o el honor de Red XIII por citar algunos ejemplos de las cualidades que ayudan a dar forma unos personajes emblemáticos. Y son ellos los que hacen del viaje que el juego esboce lo que es: una aventura para el recuerdo.
Una historia que nunca envejece
En muchos aspectos sorprende lo contemporáneo que parece a día de hoy un juego que tiene casi 30 años. Especialmente por los temas complejos que trata. Si bien el principal, el ciclo de la vida, es imperecedero (valga el juego de palabras), su filosofía sobre el planeta y el ecologismo ya son otro cantar.
Final Fantasy VII se lanzó en un momento clave y abrió las puertas a lo grande del género del rol japonés en Occidente. No era el primero, ni mucho menos, pero sí enganchó a varias generaciones que a día de hoy siguen pendientes de cualquier lanzamiento que se ajuste a estos términos. Hace no tanto esa clase de juegos, conocidos como JRPG, vivieron una crisis en la que no parecían estar a la altura de lo esperado. Incluso la propia saga Final Fantasy ha pasado por momentos menos placenteros.
Afortunadamente, recientemente otros títulos han devuelto el esplendor al género, más popular que nunca. Es en estas circunstancias en las que se publica en exclusiva para PlayStation 5 'Final Fantasy VII Rebirth', que se aprovecha de todo lo que han cambiado los videojuegos en este tiempo. Se convierte así en un título que supone el regreso por todo lo alto del juego que cambió el género.