Siempre eran tres. Cada mes de junio, Microsoft primero, Nintendo después y por último Sony, mostraban sus cartas por todo lo alto en la feria de videojuegos E3. Tras este intercambio de golpes, una de las compañías triunfaba en la feria por los anuncios hechos en sus eventos. Años después, otras como EA o Bethesda se sumaron para intentar "ganar" el E3, pero ninguna como Ubisoft. El gigante francés de Assassin’s Creed y Prince of Persia amenazaba con cambiar el statu quo del sector del videojuego y rivalizaba con los tres grandes fabricantes en pompa y espectáculo.
Hoy el E3 ya no existe y las acciones de Ubisoft han bajado a niveles de 2014, con la compañía tambaleándose por sus últimos fracasos y por las dudas que existen acerca del tipo de juegos, ambiciosos y masivos, que hace. Algo ha cambiado en el entretenimiento interactivo, y nadie tiene claro el qué. Los videojuegos son tan populares como siempre, pero la forma de consumirlos y los gustos están cambiando, con un rendimiento de los productos cada vez menos previsible.
Sin duda, EA Sports FC (lo que antes era FIFA) es una apuesta segura, y clásicos como League of Legends o Fortnite tienen la vitalidad de siempre, pero este año han sido muchas las superproducciones que han quedado por debajo de las expectativas, y no hay ningún "superventas" a la vieja usanza. Extrañamente, solamente Call of Duty Black Ops 6 le ha dado la vuelta a los pronósticos, y la saga anual por excelencia ha vuelto a tener mucho éxito tras unos años de vacas flacas.
Por debajo de lo previsto
A lo largo de los meses han quedado cadáveres comerciales por el camino como Suicide Squad, Foamstars, Star Wars: Outlaws, Skull and Bones, Hellblade 2, Dragon Age y, aunque todavía es pronto para juzgarlo, parece que el retorno de Indiana Jones a los videojuegos no está funcionando muy allá en las tiendas físicas o digitales. Pero el fracaso comercial del año ha sido Concord, una superproducción de alrededor de 200 millones de euros, planteado como juego como servicio, que cerró en tan solo dos semanas tras un gélido recibimiento comercial. Y no era un juego de modelo clásico, sino planteado como servicio.
¿Cuál es la causa de todo esto? Nadie lo tiene claro por el momento. Que triunfe un formato clásico de tiros en primera persona como Call of Duty y fracasen juegos de aventuras como Hellblade 2 o Star Wars resulta extraño. También, que en la era de los juegos online no tengan éxito propuestas tan ambiciosas como Concord es chocante. Mientras la industria analiza qué puede estar pasando, en paralelo Nintendo continúa teniendo éxito con sus juegos en Nintendo Switch, que tendrá sucesora muy pronto.
2024 ha terminado sin la oleada de despidos del año 2023, pero con pavor a que la situación continúe y las grandes superproducciones tengan un margen de error tan grande como el que ahora tienen también los grandes estrenos de cine. Los "flops" han llegado al mundo del videojuego para quedarse, y mientras los modelos de suscripción a lo Netflix siguen implantándose, y los juegos como servicio continúan manteniéndose vivos y ganando adeptos, el videojuego de tienda de toda la vida corre el riesgo de convertirse en una especie en peligro de extinción.