Que la música tiene el poder de impactar directamente en las emociones y en el bienestar de nuestra salud física y mental, no es un secreto. Numerosas investigaciones científicas han demostrado que esta puede ayudarnos a mejorar el sueño, conservar la salud del cerebro, aliviar el estrés o potenciar la memoria.
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Esto sucede debido a que las ondas sonoras de la música se convierten en impulsos nerviosos. Estos viajan rápidamente por varias zonas del cerebro y ayudan a generar dopamina, un neurotransmisor que interviene en numerosas funciones cerebrales como el estado de ánimo, la regulación del placer o la actividad motora.
Estos beneficios no varían según el tipo de música que escuchemos regularmente. No importa si se tiene predilección por la música clásica, el rock o los ritmos pop. Ningún estilo musical es mejor o peor a otro a la hora de influir en la mejoría de nuestro estado de ánimo, esto es algo meramente personal.
Ligado a esto último se encuentra el movimiento, que también resulta clave para proteger la salud de nuestro cerebro y del resto del organismo. El ejercicio físico en todas sus formas, ya sea caminar, correr, bailar, o hacer yoga, entre otros, nos proporciona hábitos más saludables y, por ende, un estilo de vida respetuoso con nuestro cuerpo y mente.
El mito de la frecuencia 432 Hz
Cuando se habla de frecuencia en el ámbito de la música, no importa que sea de 432 Hz o cualquier otra, se refiere a la nota de partida de todos los instrumentos para que estos puedan afinarse. Si no estuvieran todos afinados en la misma nota, el sonido que emitirían resultaría insoportable para el oído humano.
Existe una creencia ampliamente extendida que, desde 1939, la mayoría de orquestas y profesionales de la música occidentales adoptaron el estándar de afinación de 440 Hz, en detrimento de la frecuencia 432 Hz, cuya historia, dicen, se remonta a la antigua civilización egipcia y a la antigua Grecia.
Sin embargo, lo cierto es que esta decisión se produjo tras un acuerdo entre los cantantes profesionales de ópera, quienes preferían utilizar un tono más bajo para ayudar a conservar su salud vocal, mientras que los fabricantes de instrumentos y las orquestas se decantaban por el uso de una afinación más alta, pues así proyectaban mejor su sonido en salas de grandes dimensiones.
La corriente que defiende la ''vuelta'' a la frecuencia 432 Hz afirma, entre otras cuestiones, que esta presenta propiedades espirituales que puede ayudar a mejorar la conexión con la naturaleza, que relaja y calma la mente y el cuerpo o que puede tener efectos curativos, aunque esto último no cuenta con aval científico.
Pese a las numerosas creencias sobre los beneficios de la música en frecuencia 432 Hz, la comunidad científica se muestra más cautelosa. Si bien es cierto que se han llevado a cabo estudios al respecto, estos no han arrojado suficientes pruebas concluyentes para afirmar con rotundidad que esta frecuencia de afinación sea más beneficiosa que otras a nivel auditivo y emocional.
Sea como fuere, la música siempre será una experiencia personal y, por tanto, subjetiva. No importa si su afinación es a 440 Hz o 432 Hz, siempre será beneficiosa para mejorar nuestro estado de ánimo y una importante forma de expresión. Disfrutar de su poder será la mejor medicina.