El té negro, derivado de la planta Camellia Sinensis, tiene sus orígenes en el siglo XVII. Su aparición se atribuye al proceso de oxidación que sufrieron las hojas de té verde durante el largo viaje en barco desde Oriente hacia Occidente para su comercialización.
Es entonces cuando surge la tradición británica del té y se consolida como una de las bebidas más consumidas en el mundo. A menudo, se considera una alternativa al café dado su distintivo sabor y el porcentaje de cafeína.
Cómo preparar el té negro perfecto
Si bien la preparación del té no es una tarea particularmente laboriosa, son los pequeños detalles los que pueden definir su calidad y sabor. Por eso, te presentamos una guía para lograr una infusión inigualable.
- Utiliza una cucharada de té por comensal, más una adicional para la tetera. Para un sabor más intenso, aumenta la cantidad de hojas. La calidad del producto es esencial.
- Es vital usar agua fresca y fría, ya sea del grifo o embotellada, que no haya sido hervida con anterioridad.
- La temperatura ideal de ebullición es entre 80 y 90 ºC. Este temple asegura un equilibrio en los taninos, evitando sabores demasiado amargos.
- Se debe infusionar entre 3 y 4 minutos, ajustando al gusto individual. Si buscas un sabor más robusto, añade más hojas en lugar de incrementar el tiempo de infusión.
En el proceso de preparación del té, el colador es un elemento de gran importancia para evitar que los residuos alteren su sabor. No obstante, ingredientes como el limón, el chocolate, la vainilla y la menta son reconocidos por realzar la experiencia de degustación de esta bebida.
Beneficios del té negro
Beneficia la salud cardiovascular
El té negro posee propiedades cardioprotectoras debido a su riqueza en flavonoides. Estos compuestos contribuyen a reducir el riesgo de accidentes cardiovasculares y ayudan a prevenir la excesiva acumulación de calcificación en la aorta abdominal, encargada de oxigenar los órganos desde el corazón.
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Estimula la concentración y el enfoque
Es considerado uno de los potenciadores de la concentración más utilizados, debido a su capacidad para mantener la alerta cerebral y favorecer la memoria. Gracias a ello, las habilidades cognitivas mejoran y se fortalece el proceso de aprendizaje.
Aumenta la energía
Es un gran aliado a la hora de activarse debido a su alto contenido de teína. Además, sus taninos permiten una absorción más prolongada, oscilando entre las 4 y 6 horas, lo que lo convierte en una opción idónea para incorporar en el desayuno.
Favorece la digestión
El té negro también contiene propiedades astringentes y antiinflamatorias beneficiosas para el sistema digestivo. Estudios respaldan que disminuye dolencias intestinales y problemas gástricos, reduce la diarrea y optimiza el funcionamiento hepático e intestinal. Con frecuencia, se utiliza como remedio contra las molestias digestivas.
Fortalece el sistema inmunológico
Los flavonoides, compuesto estrella del té, refuerza el sistema inmunológico contra agentes internos y externos, contribuyendo a la reducción de infecciones bacterianas y estimulando el sistema nervioso.
Una sola taza de té negro puede contener hasta 200 miligramos de flavonoides. Este compuesto contribuye a la protección del colesterol HDL, conocido como “colesterol bueno”, previniendo su oxidación y, consecuentemente, disminuyendo el riesgo de eventos cardiovasculares.