El saber no ocupa lugar. Al menos es eso lo que se suele decir. Si bien es fácil decirlo en una gran biblioteca donde se pueden acumular los libros, en un lugar tan reducido como una habitación de un minúsculo apartamento en la ciudad, sí que hay límite. Hay personas que se toman esta frase al pie de la letra y acumulan libros sin ton ni son, y con una esperanza envidiable de que los leerán en algún momento de sus vidas.
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Esta insaciable sed por el conocimiento (y el entretenimiento) que ignora los límites espaciales tiene un nombre. Y, como sucede con los fenómenos que muchas sociedades no se han atrevido o no se las han ingeniado a nombrar, es un concepto que recoge la lengua japonesa: el tsunduku. Este término, que combina los kanjis tsunde boku, "dejar que algo se acumule", y dokusho, "libros de lectura". Mori Senzo
La primera vez que se vio en un texto fue en el siglo XIX y se concibió como una forma satírica de llamar a aquellos profesores que tenían libros pero no los leían. En declaraciones a la BBC, el profesor Andrew Gerstle, de la Universidad de Londres, explicó que "la frase 'tsundoku sensei' (profesor 'tsunduku') aparece en un texto de 1879 del escritor Mori Senzo".
Las razones que nos mueven a acumular libros pueden ser diversas: desde un pensamiento inconsciente (o consciente) de que cuantos más tengamos más inteligentes pareceremos, hasta una obsesión que roza lo patológico en una suerte de síndrome de Diógenes del conocimiento.
Sea cual sea, lo cierto es que tanto el número como el tipo de libros que están en los estantes de tu colección personal pueden revelar algunas ideas personales interesantes sobre tu nivel de inteligencia, ambición, gestión del tiempo y perspectiva general de la vida.
El poder de acumular
¿Hay límite en el número de libros que podemos acumular? Además del espacio, algunas personas afirman que hay un número determinado que no se debe exceder. Uno de los enunciados más repetidos es el que se atribuye a la maniática del orden más famosa de nuestro tiempo, Marie Kondo. Y es que se han puesto en su boca unas palabras que, según aseguró en 2019 en una entrevista para House Beautiful, nunca dijo: "sólo deberías tener 30 libros para evitar el desorden".
Una de las consignas que repite Kondo con relación a los libros es que siempre que te dispongas a cogerlos y ordenarlos debes "despertarlos". Y es un ejercicio muy sencillo, sólo hay que darle unos suaves golpecitos con el dedo a la cubierta antes de moverlos. Esto forma parte de su método KonMari.
Incluso si eres de los que acumula sin leer nada, estás de suerte. Algunos estudios demuestran que tanto que tener un gran número de libros en casa puede ayudar a tus hijos a desarrollar un amor por la lectura. Uno de ellos reveló que los niños que crecían en hogares con entre 80 y 350 libros mostraban en la edad adulta mejores aptitudes en lectoescritura, aritmética y tecnologías de la información y la comunicación.
La exposición a los libros, sugerían los investigadores, potencia estas capacidades cognitivas al convertir en última instancia la lectura en parte de las rutinas y prácticas de la vida.
Antibiblioteca, tsunduku, bibliomanía
Un concepto similar al de tsunduku, pero que no define el fenómeno, sino los libros acumulados, es el de antibiblioteca (antilibrary). "En efecto, cuanto más se sabe, mayores son las filas de libros sin leer. Llamemos a esta colección de libros sin leer una antibilioteca". Este es un extracto de El cisne negro (2007), del ensayista libanoestadounidense Nassim Taleb, que describe el valor que le damos a los libros y su relación con el conocimiento.
En el ensayo, este autor recoge que una biblioteca personal "debe contener tanto de lo que no sabes como tus medios financieros te permitan poner allí". Y señala que "acumularás más conocimientos y más libros a medida que te hagas mayor, y el creciente número de libros sin leer en las estanterías te mirará de manera amenazante".
Con estas líneas y tomando como ejemplo la extensa biblioteca que dejó Umberto Eco tras de sí, Taleb defiende que no hay nada malo en tener una biblioteca con libros que no hemos leído, todo lo contrario: forma parte de un arsenal a mano cuando estemos investigando un tema.
No obstante, cuando la mayoría de libros que tenemos en posesión no se han leído, y sobre todo en el momento en el que se adquieren libros por puro placer material, es cuando podría haber un problema. Es entonces cuando podría existir un problema de bibliomanía. La RAE define este comportamiento como la "propensión exagerada a acumular libros".
"[La acumulación de libros] se trata de una afición que comienza a descontrolarse y que, si bien no se considera un trastorno mental, las personas que lo padecen muestran muchos de los rasgos definitorios de los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC)", explica la psicóloga general sanitaria Marta Guerri en un artículo para el portal especializado en psicología PsicoActiva.
Y explica que para darse cuenta de que existe un problema de bibliomanía (y no de bibliofilia) hay que advertir algunos factores como la tendencia a las compras impulsivas, si la capacidad económica no permite seguir con la afición y obliga a la persona a endeudarse o si la persona siempre se excusa con justificaciones para las compras y se niega a reconocer que compra demasiados libros.