La educación de los hijos puede resultar una de las labores más difíciles para muchas personas y, en ocasiones, conlleva tener ciertos comportamientos perjudiciales para los menores.
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El término "crianza helicóptero" o helicopter parenting lo utilizó el Dr. Haim Ginott en su libro "Entre padres y adolescentes", publicado en 1969. Con esta expresión hacía referencia a aquellos padres que están sobrevolando o sobreprotegiendo a sus hijos y, en consecuencia, limitando su libertad de decisión, movimiento o actuación.
Varias de las causas más comunes de este tipo de actuaciones por parte de los padres se debe a una preocupación excesiva por los hijos, miedo a lo desconocido y a querer tener todo bajo control. Pero esta desmedida participación de los adultos en la vida de sus hijos puede tener consecuencias.
Efectos negativos
Preocuparse y entrometerse demasiado en la vida de los hijos puede frenar su autonomía, provocando así una dependencia hacia los padres. Si esto es así, ¿qué pasará cuando tengan que enfrentarse al mundo real? No tendrán ni la preparación ni la madurez suficientes para hacerlo, ya que se habrán acostumbrado a estar bajo la supervisión de sus padres.
Es necesario dejarles cierta libertad para que tomen sus propias decisiones y, de esta manera, puedan aprender mediante prueba y error. Pero el miedo de algunos padres no les permite enfrentarse a estas situaciones de manera autónoma, algo imprescindible para el desarrollo psicológico y la madurez.
Otros de los efectos negativos de este tipo de educación pueden ser los problemas emocionales, una autoestima negativa, dificultades en el aprendizaje y miedo al futuro.
7 señales para identificar la crianza helicóptero
Seguramente después de leer las consecuencias que tiene este tipo de educación te preguntes cómo puedes saber si eres una madre o un padre helicóptero. Así que a continuación vamos a detallar 7 comportamientos muy significativos.
- No dejas que luche sus propias batallas: Si tiene alguna discusión con algún compañero no intervengas. Mejor sé un apoyo, enséñale a controlar sus emociones y aconséjale, pero deja que sea él quien solucione el problema.
- Haces sus deberes del colegio: No realices sus tareas del colegio para evitar su frustración, un pequeño nivel de estrés puede mejorar su habilidad para resolver problemas.
- Entrenas a sus entrenadores: No grites a sus entrenadores en los partidos o competiciones, es mejor que le enseñes a hablar por sí mismo con ellos.
- Mantienes a tu hijo a raya: No estés todo el rato pendiente de lo que tiene que hacer o los planes que tiene. Dale oportunidades para que se sienta independiente.
- Eres su criado/criada en casa: Quítate carga de trabajo y deja que contribuya en las tareas del hogar para que aprenda cuáles son sus responsabilidades.
- Les mantienes seguros: "¡Bájate de ahí que te vas a hacer daño!". Si estás todo el rato pendiente de que no corra riesgos físicos ni mentales puedes obstaculizar su desarrollo.
- No dejas que cometan errores: Deja que aprendan de sus errores. Si fracasan, es mejor animarles y enseñarles a no rendirse, a que lo vuelvan a intentar.