El queso es un alimento estrella, en cualquier momento y de cualquier manera. Es un gran aliado en la cocina, puesto que ayuda a llevar a cabo multitud de recetas y mejora, en prácticamente todas, su sabor.

[4 trucos virales e imprescindibles para que tu casa huela siempre bien sin gastar (casi) dinero]

Dentro del mundo de los quesos, se estima que existen más de 2.000 variedades en todo el mundo. Hay quienes deciden que quieren queso fresco, azul, de cabra o manchego. Sin embargo, hay algo en lo que todos deciden coincidir y es en alargar su tiempo de conservación.

El queso es considerado como un alimento 'vivo' puesto que nace, evoluciona y madura. Su conservación varía dependiendo del tipo de queso, si es de pasta blanda podrá aguantar alrededor de 15-20 días, mientras que un queso de pasta dura se podrá conservar por varios meses si su conservación es la correcta.

Para que puedas disfrutar de este manjar el mayor tiempo posible, existen unos cuantos consejos y trucos que alargarán su vida y mejorarán, considerablemente, la tuya.

Cosas a saber

A la hora de comer queso, hay una serie de cosas que se deben saber para disfrutar más del alimento o, en su defecto, no tirarlo antes de tiempo.

[Sushi en casa: la manera más exquisita y divertida de embadurnarte de la cultura japonesa]

En primer lugar, para disfrutar de todo el sabor que proporciona el queso, es recomendable sacarlo antes de la nevera para que se vaya atemperando y cuando vayamos a comerlo, disfrutemos en totalidad de sus propiedades.

En la mayoría de los quesos aparece moho que a veces no podemos evitar, sobre todo en aquellos de corteza dura. El hecho de que aparezca humedad no significa que podamos tirarlo a la basura, la mayor parte de las veces, podemos retirar esa parte y seguir disfrutando del queso sin riesgos para nuestra salud.

Recuerda siempre retirar la parte enmohecida más allá de la parte visible, avanzando al menos un centímetro más del moho, de esta forma, podremos disfrutar de su sabor.

A la hora de guardar el queso en la nevera, no todas las zonas están a la misma temperatura, dado que no todos los alimentos la necesitan. En este caso, la mejor opción es guardar nuestros quesos en el cajón de las verduras, puesto que es el espacio menos frío.

El queso fresco, al contrario, se podría poner en la zona alta de la nevera o en aquella más fría, puesto que su temperatura ideal son 4ºC. Es muy importante conservar nuestros quesos conociendo el tipo y sus características, una vez las conozcamos, podemos pasar a los trucos.

Adiós al papel de aluminio

El papel de aluminio es siempre nuestra primera opción a la hora de conservar un alimento. Sin embargo, con el queso es mejor prescindir de él. Este tipo de 'protección' impide la transpiración del alimento.

[Esta es la increíble y desconocida historia de las cookies de chocolate]

Lo más sencillo consiste en utilizar papel film, envolviendo bien el queso para evitar que se raje y agriete cuando lo guardemos en la nevera. Si nuestro queso lleva un envase original, la mejor opción es conservar el mismo. 

A la hora de envolverlo, debemos asegurarnos de que quede ni muy ajustado ni muy suelto. Si lo ajustamos mucho, se puede recalentar, sin embargo, si lo dejamos muy suelto, puede formarse una cámara de aire entre el alimento y el film.

A la hora de guardarlo, el envoltorio es muy importante, puesto que hay que protegerlo del entorno, pero sin olvidarlos de mantenerlo vivo. Si la tapamos en exceso, corremos el riesgo de asfixiarlo en vez de que evolucione correctamente.

El mejor papel

Si no queremos hacer uso de los típicos tuppers herméticos o el papel film —a pesar de que sean muy buenas opciones— y queremos un envoltorio que proteja nuestro queso en totalidad, la mejor opción es el papel especial antigrasa, encerado o de horno.

Estos tipos de papel protegen muy bien el queso, tanto de la humedad como del aire seco, preservando el corte y evitando que el queso pueda coger un olor o sabor no deseado.

Aceite de oliva

Una opción muy buena para conservar los quesos frescos, tiernos y semicurados durante más tiempo consiste en sumergirlos en aceite de oliva. Permite que las propiedades del queso, como el sabor, la textura o los nutrientes que contiene, permanezcan inalterables por un largo periodo de tiempo.

Para ello, tendrás que cortar el queso en taquitos —sin la corteza— y colocarlos en un envase de cristal; este recipiente debe ser espacioso, con cierre hermético y estar limpio y seco. Una vez lo hayamos elegido, rellenamos el frasco con aceite y lo cerramos.

El sabor del queso puede variar considerablemente, puesto que mientras está sumergido en el aceite, continúa su maduración y hace que cada vez sea más intenso.

Queso en aceite de oliva.

Queseras de cristal

Las queseras de vidrio son muy versátiles y prácticas para poder guardar nuestro queso favorito, incluso en la nevera, y que aguante durante más tiempo. Sin embargo, en este caso, el alimento está más expuesto y debemos tener más cuidado.

Si el ambiente es más húmedo, una opción es poner junto al queso unos garbanzos o arroz crudo, alimentos que absorberán la humedad y retrasarán el moho que pueda aparecer en nuestro queso.