La siesta es una costumbre ampliamente extendida y practicada en España por la gran mayoría de las personas. De hecho, es en lo primero que muchas piensan nada más despertar. Sin embargo, un estudio ha demostrado que no solo los humanos se aprovechan de este minidescanso.
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Aunque creamos que solo nosotros conocemos los valores de una siesta rápida y todos sus beneficios, lo cierto es que hay una especie que nos gana a todos: los pingüinos.
La siesta del pingüino
Según un estudio, los pingüinos barbijo han desarrollado una estrategia evolutiva para adaptar su sueño: conseguir dormir las horas suficientes al día, pero, a su vez, estar pendientes de todo lo que ocurre a su alrededor.
Esta estrategia, más que un método, funciona como un don, puesto que son capaces de quedarse dormidos más de 10.000 veces al día, periodos de sueño que duran de promedio solo cuatro segundos, pero que resultan en la acumulación de más de 11 horas de sueño.
El verdadero 'solo cinco minutitos más'
Estas microsiestas, aunque parezcan imposibles, incluyen el cierre de los ojos y la actividad cerebral relacionada con el verdadero sueño. El motivo por el cual los pingüinos hacen este descanso es porque se ven obligados a estar despiertos, para custodiar los huevos o los polluelos pequeños.
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Durante la anidación, uno de los padres pingüinos tiene que irse a buscar comida durante varios días, según el estudio. Si uno de ellos se va, el otro debe cuidar de los más pequeños durante mucho tiempo, defender el nido y a su familia.
Y para que esta capacidad para interactuar de forma adaptativa con el entorno durante la vigilia sea efectiva, depende del sueño, si los pingüinos no descansan durante el día, tienen tanto cansancio acumulado que terminan por dormirse, tal y como pasa con todas las especies.
En los seres humanos, la falta de sueño conduce a quedarnos dormidos y a la interrupción de la vigilia al cerrar los ojos, como puede suceder en plena clase de la universidad o mientras conducimos a altas horas.
El sueño hace que nos volvamos más débiles, por ese motivo los animales han creado estrategias para ser capaces de reaccionar ante estímulos externos, adaptar su cuerpo a las características de su hábitat y su estilo de vida.
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Para estudiar a los pingüinos, los investigadores colocaron pequeños dispositivos en la espalda de 14 pingüinos para medir su actividad física, el pulso y las profundidades oceánicas de las aves en busca de alimentos. Además, les implantaron temporalmente electrodos en el cráneo para medir la actividad cerebral.
Cuando revisaron los datos, descubrieron que los pingüinos dormían en intervalos de cuatro segundos a lo largo del día y la noche. En este sentido, sus episodios de reposo son extremadamente cortos, pero les ayudan a descansar.
En total, estas aves pueden llegar a tener más de 500 microsiestas por hora, lo que hace un total de 10.000 al día. Los investigadores también descubrieron que estos descansos no los utilizan solo para protegerse contra los depredadores, sino también de otros pingüinos que son ruidosos, agresivos y perturban el sueño.