En España, cada año, cuando se acerca el invierno y llega la época navideña, los pueblos y las grandes ciudades llenan sus calles de luces. El encendido se prolonga durante una media de 200 horas durante 35 días (desde el 1 de diciembre hasta el 6 de enero en la mayoría de los casos), según la Asociación pro derechos civiles, económicos y sociales (Adeces). 

Cada año la fecha en la que se da el pistoletazo de salida a la Navidad se adelanta en el calendario, de manera que no todas las ciudades cumplen con la media. En el caso de Madrid y Barcelona, por ejemplo, este 2023 las luces navideñas se encendieron el 23 de noviembre. En Vigo, las fiestas comenzaron el 24 de noviembre. Pero, ¿de qué manera nos afecta esto?

En un artículo de la Revista Stakeholders, el astrofísico y experto en contaminación lumínica, Alejandro Sánchez de Miguel, sintetiza los efectos de las luces de navidad en tres partes:  el desperdicio energético, la emisión de CO₂ en la producción de electricidad y en la fabricación de luces, y en la contaminación lumínica.

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De hecho, asegura que el principal uso de esta iluminación es “la estimulación de las hormonas de la felicidad para favorecer las compras navideñas”. Dicho con otras palabras: una estrategia de marketing.

A pesar de que el pasado mes de agosto el Gobierno de España lanzara medidas de ahorro energético, esto no afecta a las luces navideñas, aunque sí habrá ciertas regulaciones. De este modo, cada administración autonómica y local implantará las medidas que consideren para facilitar este ahorro. Entre estas medidas se encuentran: anticipar el apagado de luces, limitar la cantidad de iluminación instalada y utilizar LED.

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¿Dejan los LED menor huella de carbono?

Es cierto que las luces LED actuales tienen un consumo inferior a las tradicionales, pero a pesar de ello tienen otros contras. Sánchez de Miguel explica que se emiten muchas toneladas de CO₂ en su fabricación, que se extraen tierras raras muy contaminantes y su minería es uno de los fenómenos más destructivos.

A pesar de ello, que sean más o menos sostenibles que las luces tradicionales depende de varios factores. Por ejemplo, "que su ahorro energético sea mayor que el de las anteriores, que ese ahorro energético compense el impacto ambiental de su fabricación y que sus emisiones luminosas sean menores que las que había tradicionalmente", cuenta el astrofísico.

En cuanto a la contaminación lumínica, se considera que este tipo de iluminación simplemente provoca un incremento estacional de la misma. Según un estudio de Science Advance la contaminación lumínica aumenta un 2,2% al año. Además de esto, otras de las consecuencias pueden ser la atracción de insectos u otros animales y plagas, o que interfieran en nuestro descanso en caso de mantenerlas encendidas hasta tarde.

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Efecto rebote

Según la revista Ciencias de la energía y el medio ambiente la eficiencia energética que tiene las luces LED puede provocar un efecto rebote. “Es posible que las mejoras en la eficiencia luminosa de las lámparas de exterior no generen ahorros de energía o reducción en la emisión de gases de efecto invernadero, ya que cuando la luz se vuelve más barata, muchos usuarios aumentarán esa iluminación”, explica.

Según el estudio de Science Advance el objetivo de la revolución de la iluminación es la disminución del consumo de energía, pero este podría ser afectado por este efecto rebote de una mayor utilización debido a la reducción del costo de la luz. 

Tal y como cuenta el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) cada kilovatio por hora de luz LED tiene 340 gramos de CO₂, en cambio, para calcular las cifras de gasto y de contaminación no es tan sencillo. Es por ello que no hay estudios que indiquen este aumento de electricidad y contaminación durante estas fechas.

Una publicación de Newtral indica que todas las ciudades aseguran que “el peso que tienen las luces de Navidad respecto al gasto en alumbrado público es ínfimo por ser luces LED”. 

Otras navidades

A pesar de que hoy en día existan alternativas para que las luces navideñas no tengan tanto impacto ambiental, la mayoría ciudades aún no ponen remedio. En Londres, por ejemplo, en vez de recurrir a la iluminación masiva, se han decantado por una decoración física, lo que permite que también se pueda ver y disfrutar durante el día. En el caso de Manchester, han utilizado materiales biodegradables y reciclados para su decoración navideña.