El poder cambia a las personas. Mucho antes de que existiese como concepto, ya transformaba a muchas de ellas. Las situaciones de privilegio han existido durante siglos, y cuando no se conocían, se percibían por como trataban a aquellos que consideraban que estaban por debajo de ellos.
[Complejo de Otelo: cuando los celos se convierten en enfermedad]
La psicología define generalmente el "poder" como la capacidad de ejercer control sobre los demás. Para algunas personas, puede llegar a ser un gran incentivo para lograr esos objetivos que tienen en mente, sin embargo, para otros puede resultar en el abuso, egoísmo y narcisismo.
Las luchas por el poder se han visto reflejada en todos los libros de historia, así como el abuso que han hecho de él perdura en la memoria de muchos otros. Y aunque haya pasado el tiempo, el concepto sigue en la actualidad.
Aunque pensemos que una vez ascendemos en un puesto de trabajo, creamos una empresa o por herencia nos corresponde un puesto elevado en algún oficio, debemos renunciar a nuestro comportamiento simpático, paciente y permisivo, lo cierto es que hacerlo en gran medida y cambiar nuestra conducta, está asociado a un trastorno.
Una intoxicación de poder
El síndrome de Hubris, también conocido como "síndrome de la arrogancia" o "soberbia patológica", se refiere a un exceso de confianza, orgullo o autoestima exagerada que puede llevar a comportamientos imprudentes y decisiones arriesgadas.
Es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido y desprecio hacia las opiniones de los demás. La palabra hubris o hybris proviene del griego y significa orgullo, presunción o arrogancia.
Pero aunque nos pensemos que este síndrome esté asociado a la antigua Grecia o a la mitología, en la que muchas personas abusaban del poder, lo cierto es que está presente en el mundo actual, con políticos, pero también con empresarios y directivos.
[El sencillo hábito sueco para empezar el día y ser más feliz cada vez más popular en España]
Se manifiesta en un orgullo desmesurado y una resistencia marcada a aceptar críticas o consejos. Además, aquellos afectados tienden a subestimar riesgos, sobrevalorar sus habilidades y, en muchos casos, toman decisiones impulsivas que pueden tener consecuencias significativas.
El síndrome de Hubris puede tener ramificaciones en el ámbito profesional, pero también personal, ya que su comportamiento cambia de manera radical, y en muchos casos, no saben separarlo de su vida cotidiana.
La primera persona que describió el término fue el expolítico David Owen en 2008 con la publicación del libro En el poder y en la enfermedad. Para ello, se basó en el comportamiento y perfil psicológico de ciertos políticos.
Owen acuñaba el término "síndrome de Hubris" para diagnosticar el desmedido poder de algunos personajes como Roosevelt, Ariel Sharon o George W. Bush.
[Google almacena mucha información personal que no te imaginas: descubre como eliminarla]
El experimento de la cárcel de Stanford
El síndrome de Hubris se explica muy bien con el experimento realizado en 1971 por el psicólogo Philip Zimbardo y su equipo. Para la prueba, reclutaron a 24 jóvenes para encerrarlos en los bajos de la Universidad de Stanford, los cuales anteriormente se acondicionaron para que pareciese una cárcel.
Una vez elegidos los participantes, eran asignados al azar como prisioneros o guardias. Para que el experimento fuese lo más real posible, los primeros fueron detenidos por sorpresa en su apartamento, donde los arrestaron y les asignaron monos con sus números de recluso.
[Las 9 frases que definen si eres una persona con alta autoestima según una experta de Harvard]
A los segundos, se les asignaron porras, uniformes y gafas de sol con las que podían "mantener cierto anonimato". El estudio, inicialmente planificado para durar dos semanas, se suspendió después de seis días debido a la severidad de los abusos físicos y psicológicos que los participantes que actuaban como guardias infligieron a los prisioneros.
Reveló la rapidez con la que las personas pueden asumir roles extremos y adoptar comportamientos perjudiciales cuando se les otorga poder en situaciones específicas.
¿Narcisismo o síndrome de Hubris?
Lo cierto es que pueden existir muchas similitudes entre una persona narcisista y otra afectada por el síndrome de Hubris, sin embargo, tienen diferencias notables.
El narcisismo es un rasgo de personalidad caracterizado por una excesiva admiración propia, la falta de empatía hacia los demás y una necesidad constante de atención y validación.
El síndrome de Hubris, por otro lado, es más específico y se refiere a un tipo de arrogancia patológica o exceso de confianza. Las personas afectadas pueden mostrar comportamientos riesgosos, desafiar las normas y tener una visión exagerada de sus propias habilidades.
En resumen, mientras que el narcisismo es un rasgo de personalidad más generalizado que abarca una serie de características egocéntricas, el síndrome de Hubris se centra específicamente en un exceso de confianza y comportamientos imprudentes.