Cuando hablamos de niños con altas capacidades, estamos hablando de aquellos que tienen una aptitud de formación superior y una forma de aprendizaje diferente al resto. 

Presentan un nivel de inteligencia y habilidades cognitivas superiores en comparación con otros niños de su misma edad y no solo destacan por su agudeza intelectual, sino que también pueden resaltar en áreas creativas y artísticas.

Sin embargo, a pesar de sus capacidades, muchos de ellos se enfrentan a desafíos en entorno social y académico, donde las estructuras educativas todavía no se han adaptado a sus necesidades.

[¿Alguna vez has pensado que puedas tener altas capacidades? Conoce todos los tipos de inteligencia]

Lo cierto es que los niños con altas capacidades, a pesar de las creencias populares, no siempre obtienen resultados académicos excelentes, ni son los primeros en levantar la mano en clase, ni mucho menos dominan cinco idiomas.

Aquello que les diferencia del resto son signos como la curiosidad, precocidad o un rápido aprendizaje en aspectos inusuales como la lectura o el cálculo mental. Pero también puede ser la frustración, el perfeccionismo o incluso, problemas de conducta.

Esta última, aunque se piense que está alejado de los niños superdotados, lo cierto es que nace de la conducta de 'aburrimiento en clase', puesto que entienden y comprenden todo a la primera.

En este punto, las personas que intervienen suelen ser aquellas que tiene el niño más cerca, como padres o profesores, que tienen que ser conscientes de lo que sucede, para orientarles y evitar posibles problemas personales, sociales o académicos.

¿Qué signos de alerta miran los pediatras?

Es normal que las familias no comprendan qué hacer cuando sus hijos se comportan de manera diferente a la habitual. Sobre todo, si son los profesores quienes lo advierten porque perciben que no encajan con los demás niños de su edad.

Por eso, resulta fundamental acudir a especialistas que sepan determinar el caso y dar las herramientas necesarias no solo para el niño, sino también para que padres y profesores sean conscientes de la situación.

Desde Elsevier han analizado los signos de alarma que los pediatras tienen en cuenta a la hora de analizar un perfil de altas capacidades, así como su perfil neuropsicológico y sus dificultades académicas.

  • En los primeros años del niño (1 y 4 años) es común que los padres se vean sorprendidos por el desarrollo precoz de su lenguaje, ya que en muchas ocasiones son capaces de mantener una conversación a los 2 años.

    Con el paso del tiempo y antes de cumplir 4 años, los niños serán capaces de leer con facilidad y realizar puzzles, a diferencia de otros de su misma edad. 

  • Entre los 4 y 6 años los niños —por lo general— mostrarán interés social hacia los adultos, mantendrán conversaciones con ellos propias de personas más mayores o querrán jugar a juegos diferentes.

    Esa elevada capacidad de memoria se mantendrá también con más edad, ya que tendrán facilidad y rapidez a la hora de comprender conceptos o interesarse por cosas.

  • A partir de los 6 años, aunque parezca que son niños despistados, lo cierto es que simplemente no se sienten atraídos por tareas de rutina o que consideren irrelevantes.

    Pero la realidad es que a partir de esa edad tendrán una riqueza léxica superior y un manejo de conceptos complejos que llamará la atención a los familiares. Así como su capacidad de resolución.

En muchas ocasiones, muchos de estos niños se ven atraídos por temas relevantes como la justicia o la moralidad. De igual manera, son especialmente sensibles, tiene un amplio vocabulario y cuentan con un avanzado sentido del humor.

Los niños con altas capacidades se sienten diferentes al resto, y pueden incluso ocultar su 'talento' para evitar competencias o celos por parte de niños de su misma edad. En este caso, lo que buscan es ser aceptados en el grupo.

Además, experimentan emociones fuertes, por lo que ser rechazados puede suponer mayor problema para ellos. También, se ven afectados por situaciones que para otros niños pueden pasar desapercibidas, como el hambre en el mundo.