Hay momentos en la vida que no tienen descripción. Que te quedas sin palabras porque no sabes utilizar las correctas. Cuando quieres mucho a una persona pasa exactamente eso, que no sabes cómo expresar correctamente lo que sientes, porque piensas que no hay nada en el mundo que lo defina.

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Así como cuando queremos mucho a alguien, hay momentos en la vida que tampoco tienen nombre. ¿Cómo se llama ese estado que te da cuando te das en el hueso de la risa? ¿Qué nombre recibe eso que pasa cuando se te duerme un pie? ¿Cómo se llama a una cosa sin nombre?

Es posible que todas estas preguntas tengan respuesta en otro idioma, o incluso, puede darse el caso, que la palabra exista, pero que nunca hayamos escuchado hablar de ella. 

La palabra más concisa del mundo existe, y no solo eso, sino que explica un sentimiento que hasta hace unos años no tenía nombre: el momento en que dos personas comparten una mirada, ambas esperando que la otra tome la iniciativa para comenzar una acción que las dos desean, pero ninguna se atreve a iniciar. 

Mamihlapinatapai

A pesar de que resulte una palabra ficticia y sea muy difícil de preguntar, ha dado nombre a esa sensación que desde hace tanto tiempo no tenía descripción. Esa acción o esas palabras que nunca salen de nosotros mismos, esperando que la otra persona lo haga antes.

El concepto mamihlapinatapai está recogida en el Libro Guinness de los Récords como la palabra más concisa del mundo, o lo que es lo mismo, expresar un concepto con exactitud y pocos medios.

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Los creadores de la palabra son los indígenas yamanas de Tierra del Fuego, que se ubica en el extremo sur de Sudamérica, abarcando territorios en Chile y Argentina. El yagán (o yamanés) es una lengua aislada y desde el 2022, extinta, pues en el presente únicamente se conocía a una mujer hablante de este idioma: Cristina Calderón.

Cristina Calderón creó, junto a una de sus nietas, Cristina Zárraga un diccionario, además de un libro de leyendas originales, para conservar el idioma. Desde muchos lugares también están luchando por defender la cultura antigua.

Entre los yaganes, era común utilizar palabras que no tenían una formación etimológica, pero que sí servían para formular conceptos y explicar situaciones. Sobre todo, aquellas que no tienen definición, como el silencio.

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La palabra mamihlapinatapai ostentaba en 1993 el récord de la palabra más sucinta. En la actualidad, a pesar de su dificultad de traducción y pronunciación, su interpretación romántica es única en el mundo.

El mamihlapinatapai explica a la perfección todos esos momentos que hasta ahora no sabíamos cómo describir, como cuando en una primera cita, esa persona te acerca a tu casa y os quedáis mirando ¿Quién dará el primer paso?

Pero también, cuando estás en una cena, y queda el último trozo de queso. Todos os miráis pensando, ¿quién va a cogerla? 

En muchas interpretaciones, la palabra ha llegado a significar una mirada entre amantes potenciales, sin embargo, lo que realmente significó mamihlapinatapai para los yaganes probablemente siga siendo un misterio.