El reggaeton es la música más escuchada entre los jóvenes españoles. Y lleva siéndolo durante mucho tiempo. Estos son los datos arrojados por la plataforma de streaming de música Spotify. Si nos fijamos en las listas de éxitos, gran parte de las canciones son de reggaeton. Esta es una fascinación que no solamente penetra en la mente de los hispanohablantes: el reggaeton encanta, y encanta a todo el mundo.
Este género musical, que ya empezó a sonar en las calles de Puerto Rico a finales de los noventa, fusiona varios estilos musicales (melodías caribeñas, letras latinas y ritmos del hiphop) para crear un cóctel que ha hecho bailar a medio mundo. Desde Gasolina de Daddy Yankee, hasta la más contemporánea Safaera de Bad Bunny, pasando por otros himnos como Danza Kuduro o Despacito, las canciones de reggaeton han roto las listas mundiales, embaucando a todo tipo de públicos. Pero, ¿cuál es la razón de su éxito?
La neurociencia de la música ha conseguido explicar por qué a (casi) todo el mundo le gusta el reggaeton. La clave está en su ritmo. A la hora de analizar las diferencias en la actividad cerebral durante la escucha pasiva de fragmentos no vocales de cuatro géneros musicales diferentes (clásica, reggaeton, electrónica y folk), los investigadores vieron que cuando los participantes escuchaban reggaeton, su actividad cerebral aumentaba.
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Esta intensificación neuronal se manifestó en las regiones encargadas de procesar tanto los sonidos como los movimientos. Estas áreas fueron las auditivas (encargadas del procesamiento del sonido), motoras (encargadas de procesar el movimiento) y, sorprendentemente, los ganglios basales, encargados de modular el movimiento y las respuestas relacionadas con el placer o el aprendizaje basado en la recompensa.
"Lo que más nos llamó la atención fue la activación de una región primitiva del cerebro: los ganglios basales", explica uno de sus autores, Jesús Martín Fernández, en una entrevista con la agencia EFE. Esto significa que hay más zonas del cerebro trabajando para procesar la música.
En esta área primitiva del cerebro, se genera, según Martín Fernández, "un pulso interno tratando de adivinar cuándo va a llegar el siguiente pulso". Es como si el reggaeton, con ese ritmo tan peculiar y repetitivo, nos preparara para el movimiento, para bailar solo con escucharlo".
El experimento
Los investigadores, liderados por Martín Fernández, seleccionaron a 28 personas de entre 20 y 26 años sin formación musical y con gustos muy variados. Y los convocaron a hacer unas pruebas auditivas al centro de investigación IMETISA, que se encuentra anexo al Hospital Universitario de Canarias.
Las personas que formaron parte del estudio escucharon fragmentos de 14 segundos de duración de éxitos en reggaeton como Shaky de Daddy Yankee y Ginza de J Balvin; en electrónica Passion de Alberto Feria y 'L'amour toujours' de Dzeko; en clásica, el concierto en mi menor de Vivaldi y el minué de los aires en re de Luis Cobiella; y en folclore, folías y malagueñas canarias.
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Esta investigación no permite afirmar que el reggaeton es el mejor género para el cerebro: todas las canciones eran instrumentales (sin letra), había ruido y no se tuvieron en cuenta otros factores como los índices de familiaridad con los estímulos musicales, la preferencia por el género musical o las horas de escucha a la semana.
Ritmos y repetición
Una canción a la que ha prestado atención muchos neurocientíficos musicales es Despacito de Luis Fonsi. En relación con su éxito, la profesora, ingeniera de sonido y productora discográfica estadounidense —mejor conocida por haber trabajado con Prince— Susan Rogers señaló en una entrevista al Financial Times que lo que el éxito de la canción se debe a dos razones: por un lado, "está el ritmo del reggaeton, que está bien establecido; a los humanos nos encanta", y por otro, la fuerte voz de Fonsi.
La estructura rítmica de Despacito, y de otras canciones populares como Bailando de Enrique Iglesias o Tusa de Karol G es esencialmente la misma. Se sirven, utilizando tonalidades diferentes, de la progresión de acordes Bm - G - D - A, que es una variación de la famosa D - A - Bm - G, que es una de las piedras angulares de la música pop.
La repetición de elementos dentro de una canción es un factor muy influyente. En 2011, unos científicos escanearon cerebros mientras procesaban música y descubrieron que las personas estaban más conectadas emocionalmente con una canción cuando oían sonidos familiares. Esto es lo que se conoce como "efecto de mera exposición", un fenómeno estudiado por la científica cognitiva Elizabeth Hellmuth Margulis, directora del Laboratorio de Cognición Musical de la Universidad de Arkansas en su libro On Repeat: How Music Plays the Mind.
Según Hellmuth, las cosas se vuelven más dulces a medida que nos resultan familiares. Y esto es algo que se evidencia cuando nos resultan más plausibles las afirmaciones conocidas que las desconocidas. Por eso, las familiares y repetitivas melodías (y letras) del reggaeton les gustan a (casi) todo el mundo.
La entrevistadora del Financial Times le preguntó a Rogers por qué hay millones de personas encantadas por Despacito que no saben nada de la letra. "Eso ocurre porque, como decía antes, nuestros cerebros procesan de forma independiente estos elementos de un disco. Así que, sí, si no hablas español, las letras no te van a funcionar. No pasa nada. Tu cerebro puede ignorar esa parte y atender sólo al ritmo de la interpretación vocal o atender solo a la melodía en la canción o en la voz y en otros aspectos de la misma".
Esto, explicó Rogers, es muy común. "Si tienes un amigo que te dice, oh, yo nunca escucho la letra, créele, porque hay muchos oyentes que simplemente, apagan ese lado del procesado cuando ponen sus discos favoritos", añadió.
Lo repetitivo gusta
Lo repetitivo, en términos musicales, gusta. Aunque esa no es la única característica que define nuestros gustos musicales. La relación entre la música y el cerebro es más compleja y no hay un género musical que se pueda declarar como el mejor. Durante un tiempo, los investigadores creyeron que la música clásica aumentaba la actividad cerebral y hacía más inteligentes a sus oyentes, un fenómeno llamado efecto Mozart.
El neurocientífico Kiminobu Sugaya y la violinista de fama mundial Ayako Yonetani, que imparten el curso Music and the Brain impartido en el Burnett Honors College, señalan que la intensidad de la actividad cerebral al escuchar música "depende de los antecedentes personales". "Si pones la música favorita de alguien, se iluminan distintas partes del cerebro; eso significa que los recuerdos asociados a la música son recuerdos emocionales, que nunca se desvanecen, ni siquiera en los enfermos de Alzheimer", señalan en declaraciones para la revista Pegasus de la Universidad Central de Florida.