Saber idiomas se ha convertido en un requisito indispensable tanto para la vida profesional como para nuestro día a día, eliminando barreras a la hora de comunicarnos con los demás y abriéndonos nuevas posibilidades en el trabajo.

Sin embargo, aunque todos queremos cultivarnos lo máximo posible en este sentido, no siempre disponemos del tiempo, o del dinero necesario para invertir en idiomas. 

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Formándose a través del móvil

Si atendemos a lo económico, un curso completo en una academia privada puede costar entre 500 y 1000 euros, en ocasiones algo menos de lo que costaría, si hacemos el ratio de coste por hora, contratar a un profesor particular, pero también mucho más de lo que gastaríamos en una escuela oficial.

Considerando estos datos y el tiempo limitado del que disponemos por nuestro cada vez más ajetreado ritmo de vida—, no es de extrañar que hayan surgido alternativas digitales que nos permiten aprender nuevos idiomas a través de la red.

Estas aplicaciones en su mayoría gratuitas, aunque también las hay de pago— nos permiten seleccionar las lenguas en las que nos queremos iniciar o seguir formando, a través de lecciones cortas, juegos y retos. 

Todo apunta a que, en los próximos años, la tecnología seguirá marcando terreno en el aprendizaje de idiomas. Sin embargo, hay quien considera que éstas flaquean en algunos aspectos y no deberían sustituir a la formación tradicional. 

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¿Efectivas o no? Mitos habituales

1. Demasiado aburridas para mí

¡Nada más lejos de la realidad! El éxito de estas apps se basa, precisamente, en la gamificación y en su carácter interactivo. Muchas nos permiten subir de nivel y hablar con otros hablantes nativos, permitiendo tener un primer contacto con el idioma de manera fácil y lúdica.

Con estas herramientas, diseñadas de tal forma que imitan a las redes sociales, el estudiante se siente motivado para practicar de manera autónoma, lo que resulta especialmente beneficioso en las edades más tempranas. 

2. Solo las utiliza gente joven

Que los niños las descarguen durante sus vacaciones, no significa que ellos sean los únicos que pueden aprovecharlas. Es cierto que utilizarlas es más fácil para quienes están en contacto con las tecnologías, pero gracias a que cada vez son más intuitivas, cualquier persona puede aprender idiomas a través de ellas. Además, permiten conocer a otros usuarios con preferencias y gustos similares a los nuestros. 

3. El progreso es limitado 

Aquí tenemos que dar la razón a los escépticos. Las apps de idiomas son muy efectivas a la hora de iniciarnos en nuevas lenguas o reforzar los que ya sabemos, sí. Pero cuando se trata de profundizar un poco más, pueden resultar insuficientes.

Para adquirir fluidez en un idioma debemos hablar, improvisar y estar en contacto con otros, pero no basta con repetir lecciones. Las plataformas en línea suelen centrarse más en el aprendizaje del léxico, es decir, en el vocabulario y en la gramática, pero no tanto en la producción escrita o la oral

4. Necesito dedicarles mucho tiempo

No es del todo cierto. En realidad, muchas de ellas, como Duolingo, establecen retos diarios cuyo cumplimiento no nos llevará más de quince minutos. Al poder jugar desde nuestro móvil o tablet, será mucho más fácil sacar un hueco allá donde nos encontremos, incluso si estamos en la cola del supermercado o esperando al autobús.

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Son un complemento, no una alternativa

Como ves, las aplicaciones de aprendizaje en línea son una fantástica herramienta para dar nuestros primeros pasos en un idioma o preservar los conocimientos de una lengua que hemos dejado de hablar en nuestro día a día.

Tienen muchos aspectos positivos, entre ellos, la posibilidad de recibir una formación más individual y adaptada a nuestras necesidades. Con ellas, podemos disfrutar mientras aprendemos, y encontrar en la formación un componente de diversión que nos anime a seguir. 

En cualquier caso, deben entenderse como un apoyo al estudio, y, para que este sea de calidad, tenemos que contar con profesores y escuelas preparadas para formar a sus alumnos. Esto es así especialmente si nuestro objetivo es prepararnos para realizar un examen oficial.

Lo cierto es que cada vez tenemos más recursos a nuestra disposición y ya no hay excusas que valgan para no aprender un idioma. ¿Por qué no aprovecharlas para romper barreras lingüísticas y relacionarnos con personas de otros rincones del mundo? 

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