Es la receta del éxito para un país que cada año lidera las listas de los más felices del mundo. En Finlandia, tan habituales son las semanas frías y sin sol como las sonrisas cálidas de la gente. Parece que viven despreocupados, serenos, pero además destacan por ser ciudadanos valientes y decididos. Y en eso tiene mucho que ver la filosofía que siguen en su día a día, el sisu.

[Esta es la edad en la que comenzamos a ser más felices según la Universidad de Harvard]

¿Lo más curioso? Que llevan poniéndola en práctica desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Lo mejor? Que tú también puedes imitarla desde España, con unos sencillos pasos que desde VIVIR recopilamos para que la felicidad y la resiliencia formen parte de tu día a día. 

Paisaje marino del archipiélago de las Islas Aland. iStock

La historia del sisu

Este concepto nace durante la Segunda Guerra Mundial, cuando, en noviembre de 1939, la Unión Soviética declaró la guerra al país lapón. Por entonces, el ejército ruso confiaba en una victoria rápida.

Con 800.000 soldados finlandeses frente a más de 2 millones entre las filas del ejército ruso, el enfrentamiento parecía señalar por adelantado a un ganador. La URSS era el país más grande y poderoso de Europa, mientras que Finlandia, por su parte, se emergía como una nación todavía joven y con una economía por desarrollar. 

Sin embargo, el pueblo finlandés no se rindió, y resistió con una fuerza estoica. 105 días de combates se sucedieron hasta que se firmó la paz entre ambos bandos, quedando para la historia esta palabra que todavía pone nombre a la imitada filosofía de vida de los finlandeses.

Sacar nuestro potencial

El sisu inspira a no rendirse, sean cuales sean los obstáculos que aparezcan por el camino. Es un término difícil de traducir, pero etimológicamente proviene de una raíz finlandesa que significa "dentro" o "interior". Se asocia, en pocas palabras, con explorar nuestra fuerza interior

Esta característica que tanto define a los finlandeses en realidad está al alcance de todos. Nos ayuda a mejorar nuestro bienestar físico y mental, a comunicarnos mejor con los demás, a adoptar y dar ejemplo de buenos hábitos... En definitiva, nos permite ser más felices y contagiárselo a quienes están a nuestro alrededor.

Para imitar el lema finlandés, solo tenemos que asegurarnos de repetir, a diario, 6 pasos que dejarán salir nuestro sisu interior. Los encontrarás a continuación:

  • No dejarse superar por el estrés. En los momentos complicados afloran las emociones negativas. No hay que esconderlas, ni juzgarnos por tenerlas, sino canalizarlas y aprender a racionalizar la ansiedad y el miedo, controlando todas esas emociones estresantes para que no nos venzan. 
  • Ser pacientes. La paciencia es una cualidad que se valora mucho, y más teniendo en cuenta el frenesí y el ritmo ajetreado que nos embriaga en nuestro día a día. Además, las metas no se alcanzan de la noche a la mañana, sino que exigen perseverancia y trabajo continuo para prosperar. 
  • Aprender a comunicarse. Para esto no hace falta más que unas dotes básicas que se resumen en tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Expresar nuestro punto de vista sin asumir que llevamos la razón y escuchar a los demás es algo que nos ahorrará muchos conflictos y nos permitirá desarrollar relaciones sanas con la gente a nuestro alrededor.
  • Tiempo para uno mismo. Las personas somos seres sociales, pero también necesitamos ratos de desconexión. Trata de disfrutar del tiempo que pasas con tu propia compañía, haciendo planes en la naturaleza, saliendo a pasear, yendo al cine... Son pequeñas acciones que darán un empujoncito a tu autoestima. 
  • Adoptar la resiliencia. Una capacidad que distingue a los finlandeses y que les aporta fortaleza para salir airosos de las situaciones más adversas. Ser más resilientes implica conocer mejor cuáles son nuestras fortalezas, autoconocernos y decir adiós a la autoexigencia o al perfeccionismo, respetar nuestros ritmos sin dejarnos arrastrar por la presión, etc.  
  • Saborear cada momento. La cultura finlandesa llama a disfrutar al máximo cada instante de nuestra vida, incluso si las condiciones (en su caso, el clima) hacen de esto una tarea difícil.