Si quieres conseguir tus objetivos, enfádate. Eso es lo que ha revelado un estudio publicado el pasado 30 de octubre en la revista The Journal of Personality and Social Psychology. En él, los investigadores liderados por Heather C. Lench, profesora del Departamento de Ciencias Psicológicas y Cerebrales de la Universidad de Texas A&M descubrieron a partir de una serie de experimentos con estudiantes universitarios que la ira es más útil que otros sentimientos como la tristeza, el deseo o la diversión a la hora de superar obstáculos y alcanzar determinados objetivos.
Este estudio desafía la archiconocida asociación negativa de emociones como la ira, el aburrimiento o la tristeza con el bienestar mental. "La opinión de que la emoción positiva es ideal para la salud mental y el bienestar ha sido prominente en los relatos laicos y psicológicos de la emoción, pero investigaciones anteriores sugieren que una mezcla de emociones, incluidas las emociones negativas como la ira, dan lugar a los mejores resultados", explica Lench.
Los investigadores llevaron a cabo experimentos donde se examinaba si la ira (y otras emociones) ayudaba a las personas a realizar tareas específicas. En primer lugar, a cada estudiante se le asignó aleatoriamente una emoción: ira, deseo, tristeza, diversión o un estado neutro. Y después, los participantes tuvieron 20 minutos para descifrar el mayor número posible de acertijos de cuatro grupos de siete anagramas que aparecían en la pantalla de un ordenador.
Para provocar enfado a los universitarios, por ejemplo, los investigadores emplearon imágenes en las cuales se insultaba a su escuela, como fotografías de personas con camisetas del equipo de futbol americano de su universidad que llevaban pañales y biberones. El primero de los experimentos— y el más interesante, según Lench— medía el número de sopas de letras que los participantes podían resolver con diferentes estados de ánimo.
"Descubrimos que la ira conducía a mejores resultados en situaciones que suponían un reto y obstáculos para alcanzar los objetivos", explicó Lench. Cuando la gente estaba enfadada, conseguía resolver correctamente un 39% más de problemas. No obstante, según el estudio, la ira no mejoraba el rendimiento de las personas cuando se trataba de tareas más sencillas.
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Otros experimentos pusieron a prueba si la ira podía motivar a los estudiantes a firmar una petición, ayudarles a obtener puntuaciones altas en un videojuego o incitarles a hacer trampas en acertijos de lógica y razonamiento para ganar premios. Y en todas las situaciones, los participantes en estado de ira tenían más probabilidades de alcanzar el objetivo deseado.
Las sombras de la ira
Si bien enfadarse ha demostrado ser útil en determinados contextos, si se lleva hasta el límite puede provocar efectos negativos sobre la salud física y mental de las personas. Pero, ¿qué le pasa a nuestro cuerpo cuando nos enfadamos? La capacidad de enfadarte forma parte de nuestro instinto para luchar contra las amenazas, competir por los recursos y hacer cumplir las normas sociales. Es, básicamente, una respuesta cognitiva ligada al instinto de supervivencia.
Lo cierto es que la ira, uno de los cinco venenos del budismo —junto a la avaricia y la insensatez— puede desencadenar una respuesta de lucha o huida; las glándulas suprerrenales inundan el cuerpo de hormonas del estrés, como la adrenalina y de testosterona, preparando el cuerpo para una agresión física.
Las investigaciones sugieren que la tendencia a enfadarse está asociada con un alto neuroticismo y una baja simpatía. En estos casos, es posible que la ira se convierta en un problema. Un estudio metacientífico publicado en 2010 en la revista Journal of Medicine and Life, que analizó cómo podía influir —ya sea reprimida o expresada— en el desarrollo de determinadas enfermedades y la conducta de las personas. Asimismo, puede derivar rápidamente en violencia verbal o física, perjudicándote a ti y a quienes te rodean.
"La ira no expresada puede crear otros problemas", señalan en una nota informativa de la Asociación Americana de Psicología. Es más, añaden, "puede conducir a expresiones patológicas de la ira, como el comportamiento pasivo-agresivo (vengarse de la gente indirectamente, sin decirles por qué, en lugar de enfrentarse a ellos de frente) o una personalidad cínica y hostil constante".
Peores decisiones
En estado de agitación, las personas son menos propensas a juzgar de manera adecuada las situaciones. Tal como describió el doctor Royce Lee, profesor de psiquiatría y neurociencia del comportamiento de la Universidad de Chicago, a The New York Times, ese estado de agitación, somos menos propensos a emitir juicios acertados, se presta menos atención a la información y cuesta estar en sintonía con otras motivaciones como los valores.
"Las personas que sufren de ira persistente toman decisiones basadas en la negatividad de sus emociones", explica el especialista en gestión de la ira, Carlos Todd, en un artículo para Masteringanger. Normalmente, añade, las personas enfadadas suponen lo peor y toman medidas extremas, sin tener en cuenta alternativas más lógicas.
"Ven las situaciones desde una perspectiva sesgada, se absuelven de cualquier culpa y se centran en los demás como malhechores", señala.