"Un pesimista es solo un optimista bien informado", enunció una vez el prolífico escritor uruguayo Mario Benedetti. El optimismo y el pesimismo son caras de una misma moneda: la de la vida. Y si alguna vez has intentado poner a una moneda de pie, sabrás que es una tarea herculiana y que requiere de mucha paciencia. Equilibrar estas dos aproximaciones a la vida es igual de complicado. Pero hay algunas personas, como Bill Gates, que han dado con la fórmula para hacerlo: el optimismo racional.
[Lo primero que veas en este test visual desvelará si tu personalidad es optimista o pesimista]
Al menos esto es lo que afirma el experto en gestión de las finanzas y autor de varias obras de autoayuda Morgan Housel en un artículo para CNBC. "El optimismo y el pesimismo parecen mentalidades contrapuestas, por lo que es más común que la gente prefiera una u otra", reconoce Housel. Y rescatando una enseñanza de su libro Same as Ever: A Guide to What Never Changes reconoce que "saber equilibrar ambas cosas siempre ha sido —y siempre será— una de las habilidades más importantes de la vida".
El optimismo es una actitud —para algunos es incluso una filosofía o una doctrina metafísica— ante la vida que nos ayuda en abordar nuestros asuntos, proyectos y situaciones cotidianas de forma positiva y constructiva. Es, esencialmente, "mirar el lado bueno" de las cosas. Por otro lado, el pesimismo se puede definir como una tendencia a ver y juzgar las cosas en su aspecto más negativo.
El magnate de uno de los imperios tecnológicos más grandes del mundo, Bill Gates, ha demostrado en repetidas ocasiones a través de declaraciones a la prensa su capacidad para equilibrar estas dos actitudes. Desde que fundó su empresa en 1975, tuvo en mente la necesidad de tener lo que llamamos un colchón de dinero para mantener la empresa abierta incluso si no obtiene ingresos.
"Aquí, el optimismo y la confianza se mezclan con un fuerte pesimismo. Lo que Gates parece entender es que solo se puede ser optimista a largo plazo si se es lo bastante pesimista para sobrevivir a corto plazo", explica Housel para CNBC.
Sesgo optimista
Lo cierto es que la ciencia ha confirmado que el optimismo está relacionado con resultados positivos en materia de salud y bienestar, mientras que el pesimismo se asocia a riesgos relacionados con la salud y a comportamientos inadaptados.
Un estudio publicado en 2022 en la revista Personality and Individual Differences, descubrió que los jóvenes con actitudes más optimistas presentaban mayores capacidades de razonamiento. Y las personas más pesimistas obtuvieron las puntuaciones más bajas en las pruebas de memoria.
[¿Eres optimista o pesimista? Descúbrelo con este nuevo test de personalidad viral]
"El optimismo incluso cambia nuestro cerebro para mejor, activando los mismos sistemas que tienden a funcionar mal en las personas con depresión", explica la psicóloga organizacional e investigadora Tasha Eurich en un artículo para PsyPost. Esta especialista advierte que al menos el 80% de las personas tienen problemas relacionados con estos sistemas.
"Tendemos a sobrestimar la probabilidad de que nos ocurran cosas buenas y a subestimar la probabilidad de que nos ocurran cosas malas", reflexiona Eurich para PsyPost. Es lo que los científicos denominan sesgo optimista.
La falacia del mundo justo
Equilibrar el pesimismo y el optimismo no es una tarea fácil. Siempre se va a pecar de una o de otra. Hay personas que irradian positividad casi todo el tiempo. Algunos expertos apuntan que las personas más optimistas interiorizan lo que se conoce como la falacia del mundo justo, una teoría estudiada profundamente por el psicólogo social Melvin J. Lerner.
Básicamente, plantea que "los individuos necesitan creer que el mundo es un lugar justo para enfrentar su ambiente físico y social como algo ordenado y controlado". Es una teoría racional que defiende que se recibirá lo mismo que se gane, ni más ni menos.
"Un sentimiento de justicia universal puede ayudar a las personas a crear un entorno más predecible y establecer una sensación de control que aumente los sentimientos personales de autoeficacia", explica Eva M. Krockow, investigadora sobre la toma de decisiones en la Universidad de Leicester, para PsyPost.
Pensar en un mundo justo contribuye a que las personas "se sientan dueñas de su propio destino", añade Krockow. El sesgo del mundo justo, advierte esta experta, puede ser perjudicial para las personas en algunos casos. "Cuando a las personas buenas les ocurren cosas malas, es probable que experimentemos sentimientos de incoherencia y disonancia interna en las creencias, que suelen traducirse en malestar o angustia", explica.
El optimismo puede ser muy positivo para dar con una gran ayuda para estimular la creatividad, la resiliencia e inspirar a los demás. Mientras que el pesimismo puede ser el freno para aquellas ideas que no están encaminadas desde el principio a buen puerto. Por eso hay que acostumbrarse a ver el vaso medio vacío y medio lleno al mismo tiempo. Hay que ser más como Bill Gates.