La dieta mediterránea es alabada por los expertos en nutrición por sus innumerables beneficios para la salud, sobre todo sobre el sistema cardiovascular y el sistema cognitivo. Todo ello lo consigue a través de un plan de alimentación basado en el consumo de verduras, frutas, pescados y aceite de oliva, que además de tener un buen sabor, ayudan a controlar el peso corporal.
Sin embargo, también conviene hablar de una variedad de esta que incorpora más lácteos, mariscos, almidones y cortes magros de carne y que tiene la capacidad de disminuir la mortalidad.
Estamos hablando de la denominada dieta atlántica, la cual está respaldada por un estudio publicado en la revista de la Asociación Médica Estadounidense, JAMA Network, donde se destaca que este plan de alimentación contribuye a reducir el riesgo de síndrome metabólico, un grupo de afecciones que contribuyen a que aumente el riesgo de sufrir diabetes y enfermedades cardíacas.
¿Qué es la dieta atlántica?
La dieta atlántica es un plan de alimentación cuyos orígenes se remontan a los alimentos que tradicionalmente eran consumidos por los pueblos celtas que ocupaban el Arco Atlántico Europeo, donde se incluyen regiones del norte de España y de Portugal, así como del sur de Inglaterra, Irlanda, Gales, Escocia, la Isla de Man y la región gala de Bretaña. Sin embargo, de todas ellas, solo el norte de España y Portugal han mantenido estos hábitos alimenticios.
Esta dieta se caracteriza por contar con un consumo elevado de alimentos frescos, de temporada y de origen local, como: cereales integrales, pan integral, frutos secos (sobre todo, castañas), verduras, frutas, miel, legumbres, leche, queso, crustáceos, moluscos y pescado, además de por consumir huevos y carne de forma moderada, principalmente carne de cerdo y de ternera.
[Qué es la dieta del guerrero: la versión del ayuno intermitente que está arrasando en España]
Por otro lado, se apuesta por el aceite de oliva como principal fuente de grasa para cocinar, así como para sazonar o como aliño, además de un consumo moderado de vino. En la dieta atlántica se recurre a técnicas culinarias sencillas, como la cocción por vapor o al horno, asar a la parrilla, el guisado o el hervido, siendo, en todo caso, preparaciones que alteran en menor medida la composición nutricional de los alimentos en comparación con la fritura.
En este plan alimenticio se recomienda el consumo de 3-4 porciones semanales de mariscos y carnes magras, así como una variedad de verduras de temporada, aceite de oliva, frijoles, frutas y cereales integrales.
Los beneficios de la dieta atlántica para la salud
Un estudio publicado en la revista European Journal of Preventive Cardiology ha podido demostrar que la dieta atlántica reduce hasta en un 15% la mortalidad general, además de reducir la muerte derivada de enfermedades cardiovasculares (19%) y cáncer (8%).
[Qué es la Dieta de la Zona Azul: el truco ignorado en España para vivir más de 100 años]
De esta forma, se ha podido conocer la mejora de la salud metabólica a través de este plan alimenticio, ya que la dieta atlántica reduce el riesgo de sufrir cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes y otros problemas de salud graves. Investigaciones realizadas en los últimos años han podido destacar la reducción de factores de riesgo asociados con el síndrome metabólico, como los elevados niveles de colesterol LDL y mejor control de peso, lo que permite reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Por otro lado, conviene destacar los beneficios de la dieta atlántica para combatir el estreñimiento y regular el equilibrio de la flora intestinal, así como su capacidad para frenar el envejecimiento gracias a la presencia de elementos antioxidantes en las frutas, verduras y aceite de oliva.
¿Cuáles son las diferencias entre la dieta atlántica y la dieta mediterránea?
Si comparamos la dieta atlántica con la popular dieta mediterránea podemos encontrar algunas diferencias, pero también algunas similitudes. Por ejemplo, en ambos casos se da una gran importancia y prioridad al consumo de ingredientes frescos y saludables, apostando por "alimentos reales" y mínimamente procesados.
[Los cuatro alimentos de la dieta japonesa que alargarán tu vida, según los expertos]
Sin embargo, la primera incluye un mayor consumo de pescado, pan y productos lácteos, además de una mayor proporción de almidones como pan y pasta, mientras que en la mediterránea se da mayor importancia a las frutas, verduras y aceite de oliva. De esta manera, la principal diferencia que podemos encontrar entre ambas es el enfoque que se le da a la alimentación, apostando en la dieta atlántica por un régimen con almidones y sin limitar tanto el consumo de carnes rojas.
El decálogo de la dieta atlántica
Para seguir la dieta atlántica hay que basarse en 10 recomendaciones clave que permitan llevarla a cabo correctamente:
- Pescados y mariscos: se recomienda su consumo de 3-4 veces a la semana.
- Vegetales en abundancia: es una dieta rica en cereales, patatas y legumbres, en la que un 50% de la energía total consumida debe darse en forma de hidratos de carbono complejos.
- Aceite de oliva: debe ser utilizada como principal grasa culinaria.
- Frutas y hortalizas: se aconseja consumir una amplia variedad de frutas, sobre todo manzanas y cítricos, así como de hortalizas, como repollo, berzas, grelos, pimientos, judías, zanahorias, ajos, guisantes o cebollas, entre otros.
- Productos lácteos: deben consumirse a diario al ser excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, minerales y vitaminas.
- Carnes: deben consumir con moderación, y siempre que sea posible que sean magras y siendo parte de platos a base de legumbres, patatas o verduras.
- Líquidos: se recomienda la ingesta abundante de líquidos, principalmente agua.
- Preparación de alimentos: apostar por la sencillez, apostando por la plancha, la cocción o la fritura en aceite de oliva, que no afectan a las características nutritivas y organolépticas de las materias primas.
- Hábitos alimentarios: se debe aprender a comer y disfrutar con ello.
- Actividad física: además de mantener buenos hábitos alimenticios, se debe acompañar de actividad física diaria.