En la actualidad, compartir fotos de momentos felices en redes sociales se ha convertido en un hábito. En un mundo condicionado en gran medida por las imágenes, donde lo que no se ve parece no existir, las redes sociales ocupan un espacio enorme e insustituible en la vida de muchas personas.
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Sin embargo, las redes sociales representan un riesgo, ya que la huella digital permanecerá en el tiempo. Esto invita a interrogarse sobre lo que compartimos de la vida de nuestros seres queridos en internet, especialmente cuando son menores.
Nacido de la contracción de share (compartir) y parenting (crianza), el término sharenting se refiere al acto de publicar fotos y vídeos de sus hijos en redes sociales, a menudo sin su consentimiento. Muy popular, incluso habitual, el sharenting es sin embargo una práctica peligrosa.
El término fue utilizado por primera vez en 2012 por el periodista estadounidense Steven Leckart en el Wall Street Journal, para referirse a los padres que publican imágenes de sus hijos en distintas redes sociales, bien de forma totalmente desinteresada, bien con el objetivo de ganar popularidad. "En la última década, hemos visto cómo los padres adoptaban las redes con demasiada frecuencia. Yo lo llamo oversharenting (compartir demasiado)", comenta Leckart.
Compartir fotos de cumpleaños y momentos de vida puede plantear riesgos de seguridad reales y directos para padres e hijos. Por ejemplo, si un padre publica una foto del conjunto de su hijo delante del colegio, está revelando información sobre su edad, dónde vive, el colegio al que asiste y mucho más. Todos estos son datos a los que los ciberdelincuentes podrían tener acceso y decidir explotar en sus posibles ataques.
Los piratas informáticos pueden entonces utilizar esta información para cometer robos de identidad, lo que podría poner en peligro a los niños en los años venideros. Según la BBC, los estudios estiman que en 2030, casi dos tercios de los casos de robo de identidad afectarán a niños.
Las fotos corrientes se convierten en una oportunidad para los usuarios malintencionados, ya que los padres no tienen ningún control sobre las imágenes publicadas en línea. Los pedófilos desvían estas imágenes, las modifican y las publican en sitios ilegales, mostrando niños y bebés.
El sharenting fomenta entonces una profusión de información que, aunque se cuelgue en las redes con la mejor intención del mundo, puede acabar siendo utilizada para innumerables actividades perjudiciales.
¿Cuáles son las soluciones? Lo más sencillo sería clasificar a los seguidores de la cuenta en la que hay riesgo de publicar fotos de niños o poner la cuenta en modo privado para restringir, en la medida de lo posible, el acceso. También se pueden ocultar sus caras o cualquier signo distintivo, pero la opción idónea sigue siendo no publicar nada en absoluto.